El día después de mañana

190 19 5
                                    

Capítulo 25: "El día después de mañana"

Me senté despacio en la cama y tuve que detenerme un momento al sentir aquel pinchazo en la parte baja de mi abdomen. Sí, había pasado. No sé en qué momento ni cómo, pero de un momento a otro me había cargado suavemente hasta su cama y habíamos concluido lo empezado.

Me puse de pie y comencé a recoger mi ropa que se encontraba desparramada por todos lados. No encontré mi sujetador y supuse que estaría abajo. Matt miraba cada uno de mis movimientos desde la cama, estaba cubierto sólo con una sábana blanquecina y sus ojos escrutaban mi cuerpo sin ningún pudor. Más yo si tenía, y mucho.

Apresuré el paso y salí de la habitación tratando de cubrirme con la poca ropa que llevaba en mis brazos. Me sentía extraña, y no era por esos pequeños hormigueos que tenía allí abajo. No, sentía que me faltaba algo.
Llegué al cuarto de baño y me encerré con seguro. Había un gran espejo detrás de la puerta y por un minuto me quedé observándome.

¿Qué había hecho?

Todo lucía bien en mí, cada parte de mi cuerpo estaba donde debía estar. Mi pelo estaba algo enmarañado y un poco de sudor se había acumulado en el inicio de mi frente. Pero no era eso, me sentía incompleta. Me sentía sucia.

Cerré los ojos y una lágrima cayó por mi mejilla. Me la seque rápidamente y tomé la ropa que tenía, quería dejar de verme desnuda en ese espejo, más eso no resultó pues no tenía mi blusa ni nada de cintura para arriba. Sin más opciones decidí gritar.

—Matt —dije, pero mi voz se cortó y no alcanzó la nota que quería.

—¡Matt! —intenté de nuevo.

Esta vez sí que mi voz se alcanzó a oír y escuché unos pasos silenciosos que se acercaban al baño. El trató de abrir la puerta pero no lo iba a dejar entrar.

—Talía, ¿estás bien? —preguntó.

—Sí —susurré—. Sólo necesito mi ropa. Está abajo.

Escuché como sus pasos se alejaban nuevamente y luego de unos minutos que tardó en bajar a buscar lo que necesitaba, llegó con mi ropa.

Abrí despacio intentando ocultar mi cuerpo desnudo con la puerta. Después de haberle mostrado todo mi cuerpo sin vergüenza alguna debía hacer lo mismo ahora, pero no podía. No podía siquiera mirar a esos ojos verdes que me encantaban tanto. Tomé la ropa y procedí a cerrar la puerta, pero su pie no me lo permitió.

Posó su mano en mi mentón y con un impulso hizo que lo mirara. Cerré los ojos con fuerza y no pude evitar que una lágrima cayera nuevamente.

—¿Por qué lloras? ¿Qué pasa? —preguntó ahora tomando con sus dos manos mi cara.

Abrí los ojos y me cubrí. No quería verlo, o en realidad no podía. Ya no se encontraba totalmente desnudo, un ajustado bóxer verde cubría sus partes masculinas.

Me zafe de su agarre sin querer mirarlo más, un sentimiento de asco se había apoderado de mi cuerpo. Me giré y me puse mi ropa en un dos por tres, ahora me sentía más segura con mi ropa, pero ese malestar en el fondo de mi estómago y corazón seguía ahí. Como un mal latente.

—Al menos dime algo, por favor —susurró.

Traté de hablar o al menos hacerle saber que estaba bien. Quería mentirle para no dar explicaciones, pero mi cuerpo no respondió y no hice nada más que quedarme allí de pie, con la boca medio abierta tratando de decir algo.

—Preciosa —murmuró acercándose a mí y envolviéndome en sus brazos—. ¿Te arrepentiste?

¿Me había arrepentido? No lo sabía. Sólo sentía que lo que había hecho estaba mal, pero ¿era eso arrepentirse? Una oleada de flashbacks vino a mi mente trayéndome recuerdos de lo que habíamos hecho. Un escalofrío me recorrió y mi teléfono móvil empezó a sonar en la habitación.

Siempre entre DosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora