Cómo ser una puta

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Capítulo 2: Cómo ser una pu**

Después de la charla con el amigo nuevo me empecé a sentir un poco confusa y nerviosa. No quería ser popular, estaba bien en la posición en la que estaba, ni muy notoria ni muy desapercibida. Más odiaba que por cada mínima cosa que me pasara hubieran personas riéndose. Sí, quería que me tomaran en cuenta, ya estaba harta de todos esos pijos y de tener la autoestima dañada por su culpa. Se creían superiores sólo por tener dinero o por usar ropa de última moda. Estupidez total.

No estaba segura tampoco de querer ser una de esas chicas que eran más fáciles que la tabla del uno, estaba siendo algo indecisa, pero nadie quiere ser así y algo en Jay me hacía pensar de lo que pasaría si aceptaba. Y eso que veía en mi mente no era nada bueno.

En el receso del día siguiente me acerqué a él. Estaba en una esquina hablando con dos chicos del equipo de fútbol y se mostraba con bastante confianza con ellos lo que confirmó mis sospechas sobre su persona.

—¿Que pasaría si acepto Jeffrey? —dije con un tono diferente y al instante me sorprendí.

Los dos chicos salieron casi corriendo al instante que yo llegué, no sin antes despedirse con un choque de hombros con Jay.

—Ay cariños ¿los asusté? —dije mientras se marchaban—. Par de imbéciles....

Negué con la cabeza y volví mi atención hacia Jay que me miraba con una sonrisa traviesa en la cara. Hoy lucía mas joven que ayer, tal vez por el hecho de que no llevaba el pelo cayéndole en la frente, si no que se lo había peinado hacia atrás. Le quedaba bastante bien.

—Ay bebé eres tan... —una risa se le escapó y fue música para mis oídos.

—No me digas bebé—me sonrojé al saber que lo dijo de coqueto—, ahora contesta a mi pregunta.

—Primero tienes que responderme a mí —se dejó de apoyar en la pared y quedó cara a cara a mi—. ¿Si o no?

—Yo... yo... yo no lo sé. —No quería demostrar mi miedo hacía él o hacia lo que me haría.

—Que no muerdo nena —me agarró de los hombros y me soltó al instante como si mi cuerpo quemara—. Confía en mí ¿Bien?

Era difícil confiar en alguien a quien apenas conocía hace un día pero las palabras salieron solas de mi boca.
—Bien. Lo haremos.

No sabía en lo que me acababa de meter pero era muy difícil decirle que no a ese chico. Tenía unos ojos grises que te convencían sin siquiera hablar y era bueno tener un nuevo amigo si su magnífico plan no resultaba. Además de que como decía mi abuela, no debía juzgar a nadie sin antes conocerlo.

Acordamos juntarnos esta tarde en un local cerca de mi casa. No estaba nerviosa, si no ansiosa, quería escuchar como llevaríamos a cabo todo esto. No me vestí bien ya que sabía que era él, sólo un chico pasajero en mi vida. Además le dije a mi madre que iría a estudiar y obviamente no lo haría vestida bien, sólo me aseguré de cubrir bien mi cuerpo de la brisa otoñal de Chicago.

Salí de mi casa y fui al burguer más cercano que se encontraba a tan sólo tres cuadras. Cuando llegué el ya estaba ahí, en la primera mesa. Debió llegar temprano porque el lugar estaba repleto.

La gente iba y venía pidiendo sus hamburguesas repletas de grasas y aceite y sus refrescos. El lugar consistía en pequeñas mesas con sillones rojos un poco deteriorados, con un pequeño marco de separación de la otras mesas. No me gustaba venir aquí por la poca privacidad y el bullicio de las personas.

Me acerqué lentamente mientras esquivaba un tumulto de personas que hacían fila frente a la caja registradora.

—Iug, aún soy un macho, arréglate para mi —Dijo mientras me sentaba y escaneaba de arriba abajo mi atuendo.

Siempre entre DosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora