Consejos de hermanos

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Capítulo 30: "Consejos de hermanos"

—Estoy aquí—susurré.

—¡Hey! Pensé que te costaría más trabajo llegar hasta aquí —gritó Brian eufórico.

Aunque había llegado a la hora indicada que era las once en punto, se notaba que la fiesta había comenzado hace algún rato. Brian lucía la tenida más informal que le había visto, con una simple sudadera y un jeans, estaba relajado y en su boca colgaba un cigarrillo.

—Me diste la dirección específica. Tendría que ser una idiota como para perderme —le digo mientras lo saludo.

—Uy lo siento, sabelotodo —rió—. Bueno, antes de entrar tengo que decirte que esto se ha salido un poco de control y que el dueño de casa se llama Marco.

—Marco, nombre interesante.

El me mira con las cejas alzadas y me hace un gesto con la mano para que lo siga. Nos encaminamos por un sendero de pequeñas piedras hacia la casa. Es bonita, tiene un estilo medieval con dos pisos y techos en punta. No es muy grande ni tampoco muy pequeña, desprende un aire acogedor y se ve a leguas que la cuidan mucho, pero justo ahora estaba patas arriba. La gente se ha apoderado de todo el primer piso e incluso del patio. Hay vasos plásticos y residuos de cigarros botados en el césped y en el interior. Tengo que hacerme a un lado varias veces para evitar gente borracha que se tambalea y me golpea. Trato de no perder a Brian de mi vista mientras busco alguna cara conocida, pero pareciera que esta gente no es la misma de mi círculo social.

—¿Quieres un trago? —me pregunta.

Hemos llegado a lo que parece ser la cocina y aquí puedo respirar un poco de la gente.

—Bueno, pero no me gusta la cerveza —digo.

—¿A quién no le gusta la birra, niña? —me dice un chico.

Ha saltado desde un estante de la cocina donde estaba sentado y se ha posicionado al lado mío en la puerta.

—Ella es Talía, Marco —dice Brian.

—Sí que es tan guapa como dices —me coquetea Marco mientras me extiende una mano—. Ya sabes mi nombre, soy el dueño de casa y el mellizo de este tipejo de ahí.

—¿Mellizos? Son muy diferentes —exclamo asombrada.

—Sí, todos dicen lo mismo, lo que pasa es que yo soy más guapo —comenta Marco bebiendo de su vaso.

—Más guapo y comprometido, recuérdalo —se entromete Brian.

—Muy gracioso hermanito. Muy gracioso...

Marco le da un último golpe en el hombro a Brian y sale de la cocina, más gente entra y sale de la estancia pero mis ojos siguen pegados en la figura que acaba de irse.

No se parece en nada a Brian. Marco tiene el pelo café opaco, casi negro y sus ojos son de un gris claro, es alto y medianamente corpulento y tiene una cara de hombre mayor; mientras que Brian es todo lo contrario. Un nudo se forma en mi estómago mientras pienso esto, de alguna forma u otra estos dos hermanos se parecen a los dos chicos que llegaron a cambiar mi vida este año. Matt y West.

—¿Qué? ¿Te agradó el culo de mi hermano? —pregunta Brian.

—¿Qué? ¿Qué? ¡No! —digo volviendo a concentrarme en él—. Sólo me recordó a alguien.

—Ya... —dice dubitativo—. Te recomiendo que dejes de pensar sólo un momento, sería un pequeño favor para mí, ya que así vas a poder disfrutar completamente de esta fiesta tanto como yo.

Siempre entre DosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora