Capítulo 1

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Hoy es el día, mi día número 5.000. Me dirijo, con miedo, hacia el Centro de Cambios sentada encima de mi ovalair. Será mi segundo cambio, ya, aunque no recuerdo cómo fue el primero. Cuando hice los 2.500... Era demasiado pequeña. No recuerdo si dolía o no, y tampoco me atrevo a preguntarlo. ¿Y si sí que lo hace?

Pasaré mi día 5.000 en el Centro de Cambios, y cuando salga, estaré en la tercera etapa, podré pasar a las clases de tercer nivel.

Pero pasar a la tercera etapa implica muchas cosas. Lo primero de todo es que en unos días se decidirá a qué grupo pertenezco.

¿Seré científica como mi madre? ¿O tal vez técnica, como mi padre? Aunque no siempre acabas en el grupo del que tienes las raíces. Quizá me asignan con los bailarines, o tal vez con los músicos, los artistas o incluso podría acabar entre los escritores...

Y sinceramente no sé cual me gustaría ser, todos son interesantes y cada uno tiene alguna cosa especial que me atrae.

Entro decidida, más de lo que creía estar, al edificio blanco, el Centro de Cambios. Voy a uno de los ordenadores que hay en la entrada y paso el brazalete por el detector. Un 'pip' y tengo la información en la pantalla. Tengo que ir al tercer piso, habitación 374.

Entro en el ascensor con un chico de tercera etapa, me fijo en su brazalete, día 10.000, a él también le toca cambiar de etapa y se le ve tranquilo. Quizá resulta que no es doloroso. Estoy a punto de preguntarle. Preguntar a un desconocido siempre es más fácil, pero aun así, en el último segundo me lo replanteo y me quedo en silencio. Entonces me fijo en su pelo y ojos verdes, como todos los chicos de tercer nivel. Yo saldré del Centro de Cambios con ese color de ojos y de pelo, estaré en la tercera etapa.

Miro mi reflejo en las paredes metálicas del tubo por donde sube la plataforma que hace de ascensor. Echaré de menos los ojos y el pelo completamente rojos, es un color bonito, igual que el color de las rosas. Los lunares que me manchan la cara desaparecerán, y llegaré al metro sesenta. Tiene que doler, crecer veinte centímetros en un solo día, en tan sólo veinte y cinco horas, hará daño, seguro.

Pero aun así estoy emocionada por cambiar de etapa. Miro el brazalete y veo el 5.000 que brilla con luz verde. Es el día.

Las puertas de la planta se abren suavemente y los nervios vuelven a apoderarse de mí bruscamente, quizá no estoy preparada para cambiar... No. Debería estar más tiempo en la segunda fase, definitivamente, no estoy preparada todavía para entrar en la etapa en la que tendré que buscar pareja y tener mi hijo antes del día diez mil, antes de pasar a la cuarta etapa.

Encuentro la habitación 374 y me quedo mirando el número. Me estoy allí quieta unos minutos, meditando. Saldré de allí con un aspecto completamente diferente, aunque en esencia seguiré siendo yo misma, y ​​eso es lo que cuenta. Ese es el lema del pueblo. Finalmente, llena de coraje, llamo a la puerta.

Una científica de 4ª etapa abre y me saluda amablemente. Me hace sentar en una camilla y me empieza a explicar el procedimiento, por fin alguien que me da datos concretos. No se suele hablar de cómo han sido los cambios de etapa, tal vez por el dolor que conlleva.

- En primer lugar deberás desprenderte del uniforme rojo. Como ya sabes no lo llevarás más. Después te traerán uno verde, y ya se han enviado unos cuantos más a tu hogar. Cuando llegue la otra persona, entraréis cada uno a su tubo -me indica señalando el lugar donde estoy sentada. Detrás de mí hay una tapa semicircular que cierra el compartimiento cilíndrico-. Os conectaré un par de cables y cerraré el tubo. Aquí estaréis todo un día cambiando. Cuando despertéis os acabaré de dar la información que se habrá generado. ¿Tienes alguna duda? -pregunta amablemente después de tomar aire.

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