Capítulo 21

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Me pesan los párpados. Cuando los ojos ceden, y los consigo abrir, veo que me encuentro en una habitación con las paredes blancas. He estado aquí antes, recuerdo esta habitación.

Hay un chico pelirrojo tumbado en la cama de al lado, la que da a la ventana. Fuera, el cielo está nublado. Pero yo ya he estado, en esta habitación, ya sé quién es el chico de la cama de al lado. En unos segundos entrará una doctora por la puerta de la habitación, sin hacer ruido. Lo sé. Tengo que avisar a Blai, tengo que hacer que se despierte.

No consigo moverme, estoy demasiado cansada. Pero puedo intentar avisarle.

– ¡Blai! –grito vigilando no levantar demasiado la voz–. ¡Blai, despierta!

El chico se remueve, da media vuelta y me mira con rabia. Sus ojos oscuros, tan oscuros que el iris se confunde con la pupila, se clavan en mí y el miedo y un irreal frío me invaden. No es Blai.

– Ya se ve que has despertado. Pero no era necesario que me despertaras a mí también –se queja–. Avisaré a la doctora para que te vengan a buscar.

Dicho esto, levanta el brazo y pulsa un botón rojo que cuelga de su cama.

– ¡Noo! –grito. Pero ya es demasiado tarde. Me mira y alza los hombros mientras una sonrisa maliciosa se dibuja en sus labios.

– Mala suerte –se ríe. Vuelve a dar media vuelta y se destapa para bajar de la cama. Entonces puedo ver cómo tiene la pierna y el brazo izquierdo enyesados ​​y el tobillo derecho vendado, aparte de los rasguños que le marcan la mejilla. Se sienta en una silla de ruedas que no había visto hasta ahora y se va cerrando la puerta tras de sí. Entonces la puerta se abre de nuevo y entra una mujer que ya conozco.

– Aixa, ¿cómo estás? –pregunta.

– Doctora Stevenson... –no sé qué decirle, a Stella. Parece que haga años que no la veo, que haga mucho que llegamos a este extraño mundo y que ella nos cuidó hasta que nos llevaron al orfanato. Y ahora que la vuelvo a ver, no tengo palabras para recriminarle a lo que me condenó al llevarme allí.

– ¿Cómo te encuentras, estás mejor? –vuelve a preguntar, y no sé qué responder.

Quizá sería mejor decirle la verdad, que me encuentro fatal, que estoy cansada, que siento los latidos de mi corazón dentro de la cabeza, que no tengo fuerzas para nada. Explicarle el castigo que me han impuesto. Pero entonces entra Jack en la habitación, se acerca a mí y me abraza. Y sé que si cuento toda la verdad me llevarán a algún otro lugar, me tendré que separar de Jack. Y él no tiene la culpa.

– Estoy bien, pero tengo hambre y estoy un poco cansada.

– De acuerdo, iré a pedir que te traigan algo de comida –indica la doctora antes de salir de la habitación.

– ¿Qué me ha pasado? –pregunto a Jack cuando ya estamos solos. Le hago sitio y se sienta a los pies de mi cama.

– Te has desmayado y te has dado con la cabeza contra el atril, pero no ha sido nada grave, sólo un desmayo y un bulto en la cabeza. Saldrás de aquí poco.

– ¿Y Logan y Sophie? –pregunto.

– En la cafetería. Yo me tengo que ir que tengo una reunión importante. Les avisaré de que suban a hacerte compañía hasta que llegue la directora Jackson.

– ¿Tenía que venir ella? –me quejo haciendo una mueca.

– Lo siento, no he podido evitarlo –explica sonriendo para animarme mientras sube los hombros–. Ya sabes cómo es de terca.

– No pasa nada, ve, o llegarás tarde a la reunión.

– Gracias, bonita. Mejorate. Nos vemos mañana. –dicho esto, me da un beso en la frente y se va.

Minutos después un chico y una mujer entran en la habitación rápida y ruidosamente.

– Aixa, pequeña, ¿cómo te encuentras? Que mala cara que tienes. Espera, mira, que lo soluciono rápido –busca en la enorme bolsa de mano que lleva y se hace sitio a mi lado. Empieza a sacar unas llaves, una libreta, un pintalabios, el monedero, el móvil, otro pintalabios, un lápiz de ojos, una brocha, y finalmente encuentra lo que busca. Me empieza a llenar la cara de unos polvos que hacen que tosa al no esperarmelo, saca un bote y me aplica algo bajo los ojos–. Perfecto, ya no tienes la cara pálida y no se notan las ojeras. Parecías medio muerta, preciosa.

– Gracias, supongo.

– Oh, no, no... No me tienes que dar las gracias por nada preciosa, es mi trabajo.

– Deberás acostumbrarte –comenta Logan, que había estado en silencio apoyado en la pared de enfrente, riendo de lo que me hacía Sophie.

Las horas con aquel par pasan muy rápidas. El doctor y la doctora Stevenson pasan por la habitación un par de veces para comprobar cómo estoy. Me han preguntado por Blas, pero no he sabido responder. En realidad no sé dónde está. Finalmente la doctora entra de nuevo en la habitación para darme el alta. Sophie y Logan se han tenido que ir y llevaba ya un rato aburrida. Pero marcharse significa tener que volver al orfanato.

Me pregunto si después de esto mi castigo desaparecerá. Pero descubro que no cuando la directora Jackson me arrastra con prisas del brazo hasta el coche que ha estacionado frente al hospital.

La sirena de una ambulancia que entra en el recinto me aturde durante unos segundos y me doy un golpe en la frente al entrar por la puerta. La directora cierra de un golpe y se sienta al volante.

Arranca y pulsa el acelerador. Va poco a poco ya que no puede correr y la ambulancia ha pasado por delante.

Me giro viendo como la libertad desaparece detrás de mí, como estoy a punto de volver a ser presa de un castigo que no merezco. Yo no esperaba esto cuando dejé que Blai se fuera sin mí. Y ahora y cada día me arrepiento y me arrepentiré.

Veo por la ventana de atrás como algunos médicos se acercan a la ambulancia con una camilla, abren rápidamente las puertas y bajan a una chica.

Dos chicos idénticos salen también de la ambulancia y siguen la camilla que se adentra rápidamente dentro del hospital.

Dos chicos iguales con unos extraños números tatuados en el lado izquierdo del cuello.

Dos chicos como dos gotas de agua, con el pelo y los ojos de color verde.




Hola Holaa! Aquí un capítulo nuevo de Axia. A partir de ahora serán un poco mezcla, unos cuantos de ella y otros del resto. Espero que os haya gustado el capítulo de hoy :) El martes subo el siguiente!

Besooos :*

MariposasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora