No sé cuánto tiempo paso en el aula de música. Intento no pensar en nada, sólo en lo que toco,
pero se me hace imposible. Pienso en La Niebla, en mi casa, en mi padre y mi madre, Dylan...
¿Y Dylan qué? ¿Qué debe estar haciendo? ¿Estará enfadado conmigo? ¿Me seguirá amando?
Quiero que sea así. Porque al menos tendré alguien en quien apoyarme, cuando vuelva y mis
padres se sientan traicionados.
¿Pero cómo volveremos, si no sabemos dónde está? ¿Lo sabrá Blai? ¿Uno de los muchos
secretos que esconde es el camino de vuelta a La Niebla? Le tengo que preguntar. Lo antes
posible. Ahora mismo.
Me levanto de un salto. Guardo la guitarra y salgo del aula. Blai debe de estar en el gimnasio,
en la sala de baile. Me dirijo hacia allí. No me paro a hablar con nadie, tampoco me fijo en los
chicos y chicas que me cruzo por el camino.
Sólo me paro unos segundos en nuestra habitación, paso por delante cuando cruzo del edificio
de los chicos al de las chicas. Tiro la libreta con las partituras sobre la cama y salgo otra vez.
Finalmente llego al gimnasio.
Cuando entro a toda prisa, siento las miradas de los que hay allí puestas sobre mí. Con un
"shhh" me indican que no haga ruido. Están todos mirando a un chico de pelo verde que baila
con una chica ante el espejo. ¿Quién es esta? ¿Por qué sonríen tanto ellos dos? De repente, veo
algo que ya he visto antes. Blai hace los mismos pasos que hizo conmigo en La Niebla, en la
clase de baile mientras improvisábamos. Era yo quien daba vueltas y luego él me atrapaba
entre sus brazos... Eran nuestros aquellos pasos... Debería ser yo quien baila con él, quien lo
mira tiernamente, quien se pierde en aquellos ojos verdes como la hierba. Sólo yo, que
conozco su secreto. La única que sabe que sus ojos son de un color naranja precioso, especial.
Sólo yo.
El fuego se enciende dentro de mí. Primero es la ira que me corrompe. Pero después el agua lo
apaga. Siento un par de lágrimas que empiezan a caer por mis mejillas. Tal como he llegado
huyo, corriendo.
No tardo demasiado en saber dónde voy, inconscientemente camino hasta la habitación. Pero
no me tumbo en la cama a llorar como siempre. Veo el bañador extendido sobre la silla. Me lo
pongo rápido y me miro en el espejo. Si tuviera mangas y me cubriera las piernas, sería como
los uniformes que llevábamos en La Niebla. Se le parece bastante. Por eso me lo pongo a veces.
Salgo de la habitación decidida, aunque no lo estoy. No sé dónde voy, las piernas se mueven
solas. Mis pies descalzos sobre el suelo frío. Siento como me miran cuando paso, pero me da
igual. Siento las lágrimas saladas en mis labios, pero voy con la cabeza alta.
Y entonces me encuentro frente al agua, he llegado a la piscina. El carril ante el que estoy está
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Mariposas
Teen FictionSiempre nos han dicho que la belleza está en el interior, que lo importante no es el físico. Hay un lugar donde eso se sigue al pie de la letra. En La Niebla todo el mundo es idéntico, todos están en igualdad de condiciones. Pero... ¿Qué pasaría si...