Me sorprendo a mí misma cuando no empiezo a llamar a Blai. Era él, indudablemente. Pero ya he aprendido cómo funciona esto. No lo delataré. Sólo tengo que encontrar la manera de volver. Sea como sea tengo que volver al hospital.
Los días siguientes pasan rápidamente. Quizá por el hecho de que ya no tengo que estar las veinticuatro horas del día encerrada en la habitación. Las mañanas las paso en el estudio con Logan, Jack y Sophie, que siempre aparece con un conjunto nuevo. Es extraño, mi armario ha pasado de estar vacío a apenas cerrar. Después, a la hora de comer, vuelvo al orfanato y paso las tardes en clase, en la biblioteca o en la piscina aprendiendo a nadar.
El despertador suena. Comienza un nuevo día. Subo la persiana y abro la ventana dejando que una brisa fresca entre en la habitación. El Sol brilla alto en el cielo y la nieve ya se empieza a fundir. Me visto con alguno de los conjuntos de Sophie, me peino dejando que mis cabellos pelirrojos caigan por los hombros y bajo a desayunar.
Más de un chico y alguna chica me miran al pasar medio saltando por la hierba en dirección al comedor. Ya me he acostumbrado a las miradas. Miradas de odio, miradas cargadas de envidia, miradas de admiración, y de respeto.
– ¡Aixa! –escucho que me llaman. Me paro en seco y doy media vuelta. La directora anda detrás de mí junto con una chica rubia de ojos azules, alta, delgada, tal vez demasiado. Camina sobre unos tacones finísimos y lleva la cabeza alta con una sonrisa radiante dibujada en la cara–. Esta tarde tendrás que cambiar de habitación. No puedes tener una habitación mixta para ti sola. A partir de ahora compartirás una de la zona de las chicas con Katia –la rubia, sin que la directora se dé cuenta, me hace una mueca de asco mientras me mira con desprecio. Vuelve a sonreír de repente cuando la señora Jackson se gira hacia ella–. Cuando volváis ambas al medio día, le enseñas la nueva habitación. ¿Vale, Katia?
– Como usted quiera, señora Jackson –responde con voz de angelito–. Ya le ayudaré a trasladarse, seguro que no le será fácil.
– Claro, bonita. Ve a desayunar, Kat, que te vienen a buscar dentro de poco –la rubia se va moviendo el culo exageradamente tras mirarme con aire de superioridad–. Y tú a ver si aprendes de ella –me reprocha–. Tu coche ya esta en la puerta.
– Pero no he desayunado... –me quejo.
– Te hubieras espabilado.
Hay un atasco en la entrada de la ciudad. El conductor intenta comenzar una conversación. Como cada día. Le ignoro, no conozco a nadie más pesado. En la radio termina una canción movida y empieza otra más tranquila. Suenan los acordes de una guitarra y luego la voz de una chica llena el pequeño coche.
– ¡Eres tú! –exclama él sobresaltándome.
– ¡Sí, es mi canción! –grito emocionada. No me lo puedo creer. Mi voz, mi canción suena por la radio. La alegría que siento no puede ser mayor, mis ojos están abiertos como platos y me pongo a gritar.
El hombre rebusca en la guantera y saca un papel y un bolígrafo y me los da.
– ¿Me puedes firmar un autógrafo, por favor? –no me salen las palabras, sólo asiento enérgicamente y cojo el bolígrafo. Las manos me tiemblan mientras trazo mi nombre sobre la libretita–. Ostras chica, la canción es genial, es preciosa. Cantas súper bien. ¿También eres tú quien toca la guitarra? –vuelvo a asentir mientras le devuelvo el bolígrafo y la libreta–. Llegarás lejos, seguro. Esta canción es muy buena, lo digo de verdad. Seguro que mi hija la habrá escuchado, siempre está a la última con esto de la música. Cuando le diga que soy el que te lleva por las mañanas al estudio y que tengo un autógrafo tuyo, alucinará.
Yo no puedo hacer nada más que sonreír hasta que las mejillas me duelen. Todavía sonrío cuando llegamos al estudio y Logan me abre la puerta del coche. Nada más salir me lanzo sobre él y le abrazo. Le doy un beso en la mejilla y no puedo dejar de darle las gracias. Si no fuera por él, la canción no existiría. La manera en que lo ha combinado suena a la perfección.
Cuando llegamos a la planta veinticuatro voy corriendo a buscar a Jack a su despacho. Llamo a la puerta que ya está abierta. Jack levanta la cabeza de las hojas que revisaba y me mira con mala cara. Mi sonrisa se desvanece poco a poco, después me señala el reloj. Nos hemos retrasado tanto que sólo tenemos una hora antes de que me tenga que ir de nuevo al orfanato.
– No puede ser... Cada día que llueve pasa lo mismo... Y cuando no llueve también, está muy lejos el maldito orfanato. No puede ser, Aixa, no puede ser –repite–. Ahora mismo llamaré para que cambien a la persona que te lleva.
– Lo siento Jack, a estas horas siempre hay mucho tráfico para entrar en la ciudad. No podemos hacer nada. No me vuelvas a cambiar de conductor, por favor, que me cae bien el de ahora.
– De acuerdo, no lo cambiaré, seré yo mismo quien te vaya a buscar. Ahora, a trabajar.
– Y yo que venía contenta hoy... –susurro para mí misma enfadada.
– ¡Aixa! Bonita, muchas felicidades –grita Sophie entrando al despacho–. Ya me ha dicho Logan que sonabas por la radio, enhorabuena, has hecho un gran trabajo.
– No te alegres tanto –se queja Jack–. No tenía que sonar hasta la próxima semana, si ni siquiera está a la venta el single.
– Pues mejor, ¿no? –pregunto–. Si ya está teniendo éxito todos lo comprarán después.
– Ya lo veremos... Habrá que adelantar el lanzamiento– el teléfono empieza a sonar y Jack nos indica, con un gesto de mano, que salgamos antes de responder.
Cierra la puerta y no puedo oír lo que dice. Mientras tanto Logan y Sophie no paran de explicarme mil cosas sobre moda, la fama, los paparazzis, darme consejos y más consejos... Pero no los escucho, mi cabeza sigue en la puerta del hospital, donde vi a Blai hace días.
Siento como mi corazón se acelera al pensar en ello. Y me intriga saber quién era el chico igual que él con quien iba. De chicos como aquel hay muchos, pero el único lugar del que sé que pueden provenir es de La Niebla.
La nostalgia me invade de repente. ¿Sabrá aquel chico que no conozco la manera de volver a La Niebla? Posiblemente no, si lo supiera ya hubiera vuelto, ¿no? Quizá no... Estoy confundida, quiero volver a casa, quiero volver con mi familia y con Dylan. Y que Blas venga conmigo, claro.
La imagen del coche, alejándose del hospital donde estaba Blai, se vuelve a proyectar en mi mente. Tengo que llegar hasta allí.
Pero... ¿seguirá allí cuando consiga volver?
Hola holaaa! Parece que las canciones de Axia empiezan a sonar por la radio, al menos parece que tanto esfuerzo tiene su recompensa y se la ve feliz con eso :) Por otro lado no deja de darle vueltas a la imagen de esos chicos del hospital. ¿La veis capaz de cometer alguna estupidez para poder volver ahí? Y... ¿soy la única a quien le encantan los personajes de Logan y Sophie? jajaja y el de Jack también cuando no es tan serio :/
¿A que parece maja su nueva compañera de habitación? jajaja Me callo ya, vale, vale.
Hasta el próximo capítulo :) Besoooos :*
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Mariposas
Teen FictionSiempre nos han dicho que la belleza está en el interior, que lo importante no es el físico. Hay un lugar donde eso se sigue al pie de la letra. En La Niebla todo el mundo es idéntico, todos están en igualdad de condiciones. Pero... ¿Qué pasaría si...