Capítulo 10

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Dejamos la ciudad atrás y el paisaje cambia. Ante nosotros se extienden árboles y más árboles, nos adentramos en un camino de tierra lleno de desniveles que hacen que el coche bote.
Cuando llevamos diez minutos por aquel suelo desastroso ya me duele el culo de darme con el duro asiento una y otra vez. Espero que no falte mucho para llegar donde quiera que vayamos.
Por suerte, al cabo de un rato el camino se allana, hemos llegado a un camino hecho con piedras lisas que llevan hacia una gran casa. La veo en el horizonte, es allí hacia donde nos dirigimos. Parece pequeñita desde lejos, pero, a medida que nos acercamos, cada vez se va haciendo más y más grande. Llegamos a unas vallas y la persona que conduce el coche pulsa un botón junto a la alta valla de hierro. La puerta se abre desplazándose hacia un lado y entramos por el ancho lugar que ha dejado.
Cuando cruzamos los muros que rodean el orfanato me doy cuenta del increíble lugar donde nos han llevado. Un inmenso jardín se extiende alrededor de toda la casa. Un edificio enorme con tres o cuatro pisos. O quizá son dos casas, puesto que en medio hay un camino que lleva a una pequeña plaza donde están las entradas a cada una. Pero las dos partes están unidas por un pasillo en la parte de arriba, cubriendo la plaza. Hay un árbol en medio y un par de chicas sentadas charlando, callan de repente al vernos llegar.
Se van riendo hacia la parte trasera de la casa y Blai y yo nos miramos sin entender nada de nada, pero sabiendo al mismo tiempo que no nos será nada fácil salir de allí.
- ¡Ya habéis llegado! -oímos la voz de una mujer proveniente de la entrada que ha quedado a nuestra derecha. Poco después la vemos salir cruzando las puertas de madera que están abiertas.
No es una mujer vieja, su cabello es... ¿Cómo me había explicado la doctora Stevenson que lo llamaban? Rubio, sí, rubio, aunque empieza a tener algunos cabellos blancos. Sus ojos azules son claros como el cielo y son bonitos detrás aquellos artefactos que le llaman gafas. Es igual de alta que Blai, y si no fuera porque su voz es tranquila y suave con un tono no muy agudo, por el color de sus ojos, su pelo y por su altura, podría decir que aquella mujer era la consejera de La Niebla.
- Vosotros debéis ser Blas y Aixa, ¿verdad? Soy la señorita Jackson, Linda Jackson, la directora del orfanato. Actualmente hay unas doscientas personas aquí contando personal y niños, niñas, hombres y mujeres. Es triste pero llega más gente nueva casi cada día. Pero sois los únicos gemelos que hay actualmente -la mujer se ríe de ella misma mientras nos hace entrar en la casa-. Como podéis ver hay dos edificios. En uno, éste, el de la derecha, es el que contiene las habitaciones de las chicas, el de la izquierda es el de los chicos -me doy cuenta de que he mantenido cogida la mano de Blai desde que hemos salido del coche, y sé que es porque tengo miedo. No quiero separarme de él en este sitio nuevo. Y la directora también ve esto, pero continúa con su explicación-. En la zona de la pasarela, es decir, el pasillo donde se comunican las dos partes del edificio, tenemos unas habitaciones especiales. Especiales en el sentido de que son mixtas, para hermanos de distinto sexo que no quieren dormir separados. Lo que al parecer es vuestro caso ¿verdad? -Blai asiente mientras me aprieta la mano-. De acuerdo, miraremos a ver si queda alguna habitación mixta, pero sólo hay tres en cada planta, y las dos primeras no tienen pasarela... ahora mismo no recuerdo si están ocupadas. Bueno, basta de palabrería, vamos a ver esto. La primera planta de la zona este, aquí tenemos el gimnasio y la piscina.
Abre unas puertas de cristal blancas y entramos a lo que ha llamado gimnasio. La sala es muy grande, hay una parte que tiene varias máquinas donde algunos chicos parece que jueguen, uno corre en el mismo sitio sobre una máquina que le mueve el suelo, otro estira unas cuerdas para levantar unos bloques de hierro, etc. Justo en la mitad de la sala deja de haber cosas por el suelo, está vacío, sólo hay un espejo enorme en la pared con una barra de madera en el centro. Sé qué es aquello, es como lo que había en La Niebla, el aula de baile. Hay un equipo de música en un rincón y un par de chicas están sentadas alrededor, con unas ropas de tela similar a la de los uniformes que llevábamos en La Niebla, escuchando la música suave que emite el aparato. Al final de la sala hay una pared de vidrio transparente con una puerta en el centro y por donde se puede ver lo que nos informa que es la piscina.
- Cuando empieza a hacer más calor desmontamos la carpa y la piscina es descubierta para tomar el sol.
- ¿Tomar el Sol? -pregunto curiosa. Hasta que llegamos aquí no había visto nunca el Sol, ni la Luna, no teníamos de eso en La Niebla. Pero no sabía que fuera comestible ni que se pudiera alcanzar.
- Oh... Claro... Ya me avisaron de que había muchas cosas que no sabíais. Tomar el sol es estar en un lugar donde te da el Sol y relajarse con el calorcito.
Me fascina. Al igual que en La Niebla no teníamos Sol, tampoco teníamos cielo, siempre había esa capa de niebla que se parece a lo que aquí llaman nubes y que variaba de color dependiendo de la hora. Colores que coincidían bastante con el color del cielo aquí, por la mañana empieza a ser anaranjado, más tarde se vuelve azul y se va oscureciendo a medida que pasan las horas.
Seguimos recorriendo la casa arriba y abajo. La planta de abajo tiene el gimnasio y la piscina en el edificio femenino y una sala con muchos juegos en el edificio masculino y también un teatro.
La segunda planta y la tercera contienen sólo habitaciones. Pero la que más me gusta es la cuarta. En la parte del edificio femenino hay un pasillo en el centro que lleva a varias aulas donde se da clase. Por la parte que da al edificio masculino, no hay un pasillo central sino una pared de cristal que separa el aula de música con el piano, la guitarra, una batería, triángulos, xilófonos, flautas... Y al otro lado del cristal se extienden hileras e hileras de estantes con libros y algunas mesas que constituyen la biblioteca.
Y de repente, al ver la inmensidad de aquel lugar, hay algo que me explicó el doctor Stevenson que no me cuadra.
- Pero, ¿y el dinero? El doctor Stevenson me explicó que todo se da a cambio de dinero. Aquí hay muchas cosas, esto significa que es mucho dinero. Y nosotros no tenemos dinero.
- Oh hermosa, no te preocupes por eso, ya lo entenderás más adelante.
Cuando ya nos ha enseñado el comedor común que hay en un edificio aparte junto con la cocina, nos conduce a su despacho situado en una caseta cerca de la entrada. Cuando entramos, me doy cuenta de que es el único lugar que parece más grande por fuera de lo que en realidad es.
Nos sentamos en unas sillas blandas que hay delante de la mesa del escritorio y ella se sienta en una silla giratoria al otro lado. Teclea un par de datos en el ordenador y nos indica cuál será nuestra habitación. Nos da los horarios de las clases que tendremos, las horas de comida, las normas, y unos cuantos papeles más que miro por encima. Luego nos hace salir alegando que, para averiguar si nos sabemos ubicar, tenemos que encontrar nosotros solos nuestra habitación.
Salimos del despacho y nos dirigimos a la casa por el camino de piedras. Cuando estamos más o menos a medio camino, Blai para en seco haciendo que casi tropiece, puesto que voy tras de él.
- Ve a buscar la habitación. Yo encontraré la manera de salir de aquí.
- ¿Qué? ¿Por qué? ¿Por qué tengo que ir yo a buscar la habitación?
- Porque yo me oriento mejor, sé disimular mejor y destaco menos que tú que tienes el pelo naranja.
- ¿Perdona? Aquí quien destaca eres tú, con el pelo verde. Que no estamos en La Niebla, Blai.
- Ya sé que no lo estamos, y me gustaría poder volver, no sé tú. Parece que no lo quieras.
- Claro que quiero. ¿Pero no ves que estamos atrapados? Que por mucho que encontremos, o encuentres, una manera de escapar... ¿A caso sabes dónde tienes que ir? ¿Sabes cómo volver a casa? No. Entonces prefiero quedarme aquí que al menos se que podré sobrevivir.
Y con las lágrimas cayendo como cascadas empiezo a correr hacia la casa. En este momento lo único que quiero es encontrar la habitación, tirarme sobre la cama y llorar hasta que todo huya y quede atrapado en la almohada.

Y... hasta aquí el capítulo de hoy. Tengo ganas de que sea sábado para subiros el 11. Se avecinan cambios a partir de ahora :) Espero que os esté gustando la historia tanto como a mi me gustó escribirla. Nunca antes había escrito algo así y la verdad es que vuestra opinión me importa mucho.
Espero vuestros votos y a ver si os animais a comentar más porfi :)
Beeeesos :*

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