Capítulo 9

30 6 2
                                    

Los días pasan y cada vez hay más inquietud entre los doctores. Vamos arriba y abajo por el hospital de prueba en prueba. Mis brazos están llenos de manchas moradas de las... jeringuillas, dijeron que se llamaban, que me han ido inyectando. He pasado horas y horas dentro de un tubo mientras estudiaban mi cabeza. Esto me ha hecho recordar el cambio. Si no hubiera sido diferente, ahora estaría en casa, en La Niebla, con Dylan...
Lo echo de menos. Aunque todo fuera igual, monótono. Pero era lo que había visto siempre, nunca había habido ningún problema.
En este nuevo lugar los días duran veinte y cuatro horas y las dividen en mañana, mediodía, tarde y noche. Mi pulsera no serviría como reloj aquí. Pero ya no la tengo, ni Blai tampoco tiene la suya. Pensamos que nos la deberían quitar los guardianes de la niebla antes de dejarnos en este lugar extraño.
La doctora y el doctor Stevenson nos han regalado un reloj a Blai y a mí para que aprendamos las horas. Stella nos ha enseñado a comer con algo que le llaman cubiertos. Hay uno, que creo que es la cuchara o el cuchillo, que duele. Corta, porque tiene una sierra en uno de los lados, y es puntiagudo. En La Niebla todo era redondeado, no te podías hacer daño. Incluso el suelo era blando para que si caías no te lo hicieras. Nunca había visto la sangre antes. Es roja, como el color de mi pelo cuando estaba en segunda etapa.
Blai se ha hecho pintar el pelo verde. Decía que quería volver a ser igual, pero ahora, aquí, nada de lo que antes era corriente lo es.
Yo me he quedado con el pelo naranja. He visto a gente que lo tenía, al igual que los ojos verdes. No he visto a nadie con ojos del color del zumo de naranja, así que hemos pensado que lo mejor sería no quitarnos las cosas de los ojos.
Miro el reloj, es hora de comer. Me levanto de la hierba del jardín del hospital y vuelvo a la habitación. Blai me espera para comer. Ya ha movido las mesas y las sillas para encararlas. Comemos así cada día, le doy las gracias con un beso en la mejilla y me siento ante la bandeja.
- Zanahorias -me dice señalando uno de los platos tapados.
Me emociono. Al final sabré como son las zanahorias, en su forma original. No como una bolita naranja, sólo con su sabor y nutrientes.
Destapo el plato y veo unas redonditas del color de mi pelo, mezcladas en lo que le llaman una ensalada. Hemos comido ensalada antes, pero no llevaba zanahoria. La mastico y siento como se trocea en mi boca. Me gusta esta sensación. El 'crec, crec' que suena al morder un trocito de aquellas rodajitas naranjas, que además están buenísimas.
Blai se levanta y cierra la puerta. Luego vuelve a sentarse y se inclina hacia adelante.
- Deberíamos hacer algo, no podemos quedarnos aquí siempre. Hemos aprendido suficiente, ya estamos listos. Es hora de que escapemos, y busquemos el camino para volver a casa.
- No sé, Blas... ¿Dónde vamos a ir? No tenemos lo que le llaman dinero, y que se necesita para todo. No podríamos conseguir comida ni agua, ni tendríamos donde dormir, ni tampoco ropa para vestir.
- Tenemos que hablar con la doctora Stevenson, ella nos ayudará. Seguro.
- Stella es muy buena con nosotros, pero no deja de ser una doctora, Blas. Ella es una de las que nos hacen pruebas. No podríamos contar con ella si quisiéramos escapar. Esperemos unos días más...
- ¡Estoy harto de esperar, Aixa! Quiero volver a casa, ¿lo entiendes? Quédate aquí si quieres. Yo me iré cuando crea que tenga la oportunidad perfecta.
Y dicho esto deja la bandeja sin haberla casi tocado y se estira en su cama tapándose completamente con las sábanas.
Aunque a veces parezca que Blai haya desaparecido, que Blas es diferente, amable, atento, simpático, tierno... Otras veces vuelve a aparecer el chico tacaño y egocéntrico que conocí hace relativamente poco. Aunque no me gusta esa faceta de él, me acerco con cautela. Me tumbo a su lado y le destapo la cara para que respire. Está de espaldas a mí. Acaricio sus suaves cabellos verdes y juego enroscando los dedos.
Levanto la cabeza poco a poco y acerco mis labios a su oreja.
- De acuerdo, escapemos -susurro. Se estremece con el débil contacto.
Cojo las dos manzanas del postre y las guardo en uno de los cajones de la mesita de noche, justo antes de que la puerta de la habitación se abra.
- Aixa, Blas, por favor, sentaos -nos indica la doctora Stevenson que entra en la habitación con su marido, el doctor Stevenson.
Cogemos las dos sillas y las colocamos, una junto a la otra, ante la cama donde se han apoyado los dos.
- Vuestro estado es complicado -comienza a explicar Jason-. El hecho de que no recordáis absolutamente nada... Es complicado... -repite-. Hemos buscado de todas las maneras posibles a vuestras familias. Alguna familia que hubiera denunciado la desaparición de sus dos hijos... Pero las que hemos encontrado... Ninguna de ellas os buscaba a vosotros -hace silencio. Supongo que es una noticia muy dura que te digan que no hay nadie que te quiera y que te reclame de vuelta. Pero esto Blai y yo ya lo sabemos. En este lugar nadie nos conoce.
- Los dos estáis sanos. Increíblemente sanos, a pesar de todo. No sabemos qué os pudo pasar para provocaros esta amnesia. Sé que debe ser difícil, pero no hay más remedio, tendréis que empezar de nuevo vuestras vidas.
El silencio vuelve entre los cuatro. Stella hace rato que llora y Jason la abraza. Debe ser duro dar esta noticia a alguien. Blai me coge la mano y me la aprieta fuerte, sé que las palabras de los doctores le afectan tan poco o menos que a mí, pero actúa.
Si siguiéramos en La Niebla hubiera terminado entre los bailarines, seguro. Son los que mejor saben interpretar, los que dejan que las emociones fluyan por su cuerpo. Así representan lo que quieren con una veracidad increíble.
- Chicos... -el doctor Stevenson se aclara la garganta-. Mañana se os trasladará a un orfanato. Ahí viviréis... un tiempo. Más o menos hemos calculado que tenéis unos dieciséis o diecisiete años. El día que os encontramos será como vuestra nueva fecha de nacimiento. Cuando seáis mayores de edad... bueno, todavía falta.
- No debéis sufrir, chicos... -susurra Stella, abrazándonos entre un mar de lágrimas.
- Te echaremos de menos -digo. Es entonces cuando una lágrima traicionera resbala por mi mejilla. Son ciertas mis palabras. Ha pasado todo este tiempo con nosotros, nos ha explicado muchísimas cosas nuevas. Y, aunque no quisiera, le he cogido cariño.
Deshace el abrazo secándose las lágrimas con la manga de la bata blanca.
- Ahora os traeremos unas mochilas con ropa para poneros mañana para salir a la calle. En el orfanato os darán más. Estaréis bien, conoceréis a gente nueva. No os tenéis que preocupar.
Dicho esto el doctor Stevenson nos sonríe. A continuación, coge la mano de su mujer y salen de la habitación. Blai y yo nos miramos y creo entender lo que me quiere decir sin palabras.
Nos iremos dentro de poco.

Cuando nos despertamos nos vestimos con la nueva ropa que nos han dado. Cojo la mochila y meto la comida que he guardado en el cajón desde ayer. Un par de manzanas, galletas y unas tostadas que no me como del desayuno.
Ya estoy lista, no tengo nada más para guardar.
Me sorprendo cuando voy a avisar a Blai de que ya estoy. Su mochila está mucho más llena. Ya lo había planeado desde hacía días. Tiene mucha más comida guardada que yo, unas cuantas botellas de agua y un par de cada uno de los cubiertos.
Después abre uno de los armarios de la habitación, sube a una silla y, de arriba del todo, saca bastantes billetes arrugados. Me los va dando y los guardo en su mochila sin preguntar.
Baja y lo deja todo como si no hubiera pasado nada. Me da un par de manzanas para que las guarde en mi mochila ya que parece demasiado llena la suya y nos sentamos a esperar a que nos vengan a recoger.
Ya lo tenemos todo planeado, hemos pasado la noche pensándolo. Escaparemos cuando la persona que nos lleve al lugar que llaman orfanato se distraiga. No hay ningún error en nuestro plan. Funcionará, seguro.

O eso pensábamos nosotros. Lo creíamos hasta que, al bajar a la calle, nos hacen entrar en un compartimento pequeño y con ruedas. Según Stella, se llama coche, y sirve para desplazarse de un lugar a otro sin cansarse. Más o menos como los ovalairs de La Niebla.
No hay manera de escapar de allí dentro una vez hemos entrado.

Buenaaas :) Si wattpad no me informa mal este capítulo es un poco más largo que los anteriores jajaja Bueno... Van a llevarles a un orfanato... ¿Qué pasará a partir de aquí? Pues cosas un tanto raras, la verdad jajaja
Se acerca el capítulo 11 y realmente me muero de ganas de subirlo porque va a haber un giro importante y especial en todo, absolutamente todo. Ahora no entendéis nada, lo sé, solo una semanita por saber qué es la locura loca que tengo preparada en esta historia. Hasta entonces, nos vemos el martes con el 10. Espero vuestros votos y comenatrios, sobretodo eso último que están desapareciendo :(
Besooos :*

MariposasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora