Hace horas que Blai debería haber vuelto. Tenía clase de baile a última hora, pero de eso ya hace un buen rato.
Miro por la ventana de la habitación. Ha estado nevando estos días y el suelo está cubierto por una fina manta blanca. Nunca había visto nevar antes, pero es precioso. Ver como los copos de nieve caen y lo cubren todo de blanco. Eso sí, desde dentro de casa. No me gusta lo que llaman lluvia, moja. Y tampoco me gusta que me caiga la nieve encima, está demasiado helada.
Está oscuro fuera, ya no podemos salir al jardín. Veo desde la habitación las luces del comedor encendidas. También están encendidas las de la caseta del despacho de la directora, y las del cuartillo de vigilancia. De repente, veo salir a alguien de allí y correr hasta la casa. No sé quién era. Pero me puedo hacer una idea cuando, minutos después, aparece Blai por la puerta intentando no hacer ruido.
Lleva el pelo verde cubierto de nieve que no tarda en deshacerse. Se quita la chaqueta y la deja sobre su cama. No me dice nada. Yo tampoco le digo nada. Sólo lo miro apoyada todavía en el alféizar de la ventana.
– ¿No me piensas preguntar de dónde vengo a estas horas? –me pregunta mientras se quita la ropa para ponerse el pijama.
– Esperaba que me lo explicaras tú. Si no me quieres explicar algo, no dirás nada. Por lo tanto, no pregunto, y si quieres contarme algo, ya lo dirás.
– Es un buen razonamiento –dice sonriendo más de lo que lleva haciendo desde que ha llegado.
– ¿Eras tú quien ha salido de la caseta de vigilancia? –pregunto finalmente.
– Correcto. Al igual que ayer, y antes de ayer y el otro... pero siempre que llego, ya duermes.
– Vaya... Pues despiértame, no hay ningún problema. Pero, bueno, ¿me cuentas qué hacías allí?
– Ya sé cómo escaparemos –dice–. Hay una chica... Bueno, la que vigila la puerta por las noches. Nos dejará escapar.
– ¡Ostras, Blai! –grito emocionada–. ¿Cómo lo has conseguido?
– Mmm... –piensa. No me lo quiere decir–. ¿Pidiéndole por favor? –se le escapa la risa. Está claro que no ha ido así la cosa.
– Blai... –le recrimino al ver su sonrisa maliciosa–. No está bien jugar con los sentimientos de la gente.
– De hecho, si me deja marchar, no me volverá a ver... –lo miro alzando las cejas mientras niego con la cabeza–. Y tú no me llames Blai, Axia. Me tienes que llamar Blas.
– Tú me acabas de llamar Axia.
– Era... Por el ejemplo... Sí, eso.
Estallamos a carcajadas los dos a la vez. Quizá porque, aunque no hemos estado mal aquí estos días, queremos volver al lugar de donde venimos. Echo de menos mi casa.
Al día siguiente Blai me despierta más feliz que de costumbre. Y no es para menos, esta noche nos vamos de aquí. Esta noche escaparemos.
Bajamos a desayunar y cruzamos el jardín, en dirección al comedor, dejando huellas en la nieve. Tomamos cada uno una bandeja y pedimos el desayuno. Nos sentamos solos, en una mesa apartada.
Dejo la tostada a medio morder en el plato y miro a Blai. Se le ve convencido. Seguro de sí mismo. Yo no lo estoy. No sé cuál es el plan que tiene ideado. Y sé que no lo sabré hasta esta noche. Por eso me muero de ganas de preguntarle. Pero hay demasiada gente alrededor.
Blai actúa con indiferencia. Cuando termina su comida se levanta, me desea un buen día y se va a clase después de darme un beso en la mejilla. ¿Qué le ha dado a este ahora? Pongo los ojos en blanco negando con la cabeza.
Minutos después me encuentro sonriendo acariciando mi mejilla. ¿Por qué todavía siento ese cosquilleo? Intento olvidarme mientras me dirijo a la clase de música. Me encanta empezar el día con esa clase. Me recuerda a La Niebla.
El profesor me deja tocar el piano mientras se va a hacer no sé qué. Así que aprovecho y lo disfruto.
Parece que haya pasado tanto tiempo desde que estamos aquí... ¿Qué deben hacer mi padre y mi madre? ¿Deben estar preocupados? Seguro que les han dicho la verdad, no se cuentan mentiras en La Niebla. Les habrán explicado que somos defectuosos y nos han tenido que echar. Me deben odiar mi padre y mi madre. Un único hijo que pueden tener y resulta que soy yo, un ser imperfecto.
– Eh, ¿qué te pasa? –me pregunta el profesor al entrar a la clase de nuevo. Se sienta a mi lado y me pasa un brazo por los hombros. Pero no entiendo nada, no estoy llorando, aunque tengo muchas ganas.
– Nada, no me pasa nada –miento.
– ¿Sabes que cuando tocas, todos los sentimientos se van a las notas? Era demasiado triste lo que sonaba. ¿Por qué estás triste? Tienes mucho talento. Tu voz es preciosa, créeme, me pone la piel de gallina al escucharte cantar. Además, tocas la guitarra, el piano, la flauta y el violín a la perfección. Esto es un don, Aixa. Y creo que lo deberías aprovechar. He pensado en apuntarte a un concurso. Sólo tendrás que ir allí y hacer eso que se te da tan bien. ¿Qué me dices?
– Yo... No sé... Lo debería pensar... Y ahora no estoy de bastante buen humor para decidirlo.
– De acuerdo, piénsalo. Y el viernes me dices el qué, ¿vale? –asiento sonriendo. No quiero mentirle a Jack. El viernes ya no estaré aquí–. Hoy te dejo la clase para ti. Coge el instrumento que quieras y toca. Toca y deshazte de esta angustia.
– Gracias, Jack.
Se dirige hacia la puerta y, cuando está a punto de cerrarla, se para y me dice:
– Y Aixa, cuando tengas ganas de llorar, ríe. Ríe, y haz que de la risa, las lágrimas se derramen solas de los ojos. Llora de risa, esas son las mejores lágrimas.
Holaaa! Aquí estoy yo con un personaje nuevo, aunque por lo que parece no por mucho tiempo. ¿Creéis que Blas ha descubierto como volver a casa, o sólo quiere salir de ahí? Y... ¿qué os parece Jack? Yo personalmente amo a ese a hombre jajaja
Antes de despedirme me gustaría avisaros de que no sé si el sábado podré subir porque voy a estar fuera todo el día. Si tengo un poquito de tiempo por la mañana os intentaré subir el capítulo desde el móvil. Y por otro lado, el sábado por la noche me voy a Madrid hasta el lunes 28. Así que intentaré subir capítulos durante la semana pero no prometo nada. Y nada más por hoy.
Vale mentira, algo más que tengo que anunciar. Con este capítulo llegamos al ecuador de la historia, que si no recuerdo mal tiene 28 capítulos, queda poquito para acabar pero tampoco muy poco jajaja
Y ahora sí, espero que os haya gustado el capítulo y en el próximo seguimos con Axia y Blai.
Beeesos :*
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Mariposas
Genç KurguSiempre nos han dicho que la belleza está en el interior, que lo importante no es el físico. Hay un lugar donde eso se sigue al pie de la letra. En La Niebla todo el mundo es idéntico, todos están en igualdad de condiciones. Pero... ¿Qué pasaría si...