Hace días que no pasa ningún coche. El pie de Sam no mejora, y Dylan no ha querido dejarla sola para seguir con la subida. Ha preferido eso a comprobar si hay alguna casa o algún otro camino cerca. Sólo han encontrado un pequeño arroyo que se ha formado con la nieve que poco a poco se va derritiendo. De allí han conseguido agua. Las mochilas empiezan a pesar menos. La comida se les acaba. Hace frío, están al lado de la montaña donde casi no toca el sol. Han dormido pocas horas, haciendo turnos y vigilando los animales que alguna vez u otra se han querido acercar. A pesar de que la madera que han encontrado está húmeda, han conseguido hacer una pequeña hoguera.
Es de noche. Dylan está sentado, apoyado en el tronco de un árbol. El fuego hace rato que se ha apagado, ya sólo quedan las brasas. Sam duerme con la cabeza sobre sus piernas, hecha una bolita y tapada con dos mantas.
De repente, aparece una pequeña luz que se acerca donde están ellos. Dylan se emociona. Por fin alguien que podrá rescatarlos. Espera a que el coche llegue donde están. Pero no hace ruido, no se escucha ningún motor. Y mientras que un coche tiene dos faros, sólo hay una luz que los ilumina. Sea quien sea, los ha visto y se acerca.
Entonces Dylan se ve a sí mismo con una linterna en la mano que lo enfoca directamente a los ojos. Los tiene que cerrar de golpe y se queda ciego por unos momentos. Coge rápidamente el cuchillo que tiene al lado, sacude a Sam y se la quita de encima. Se levanta de golpe y se encara al forastero. Aquel chico idéntico a él que le apunta con un cuchillo igual que él mismo hace.
– ¿Quién eres? –preguntan a la vez–. ¿Quién eres tú? –responden los dos.
Dylan cree encontrarse ante un espejo. O un espejismo tal vez. Acorta la distancia con el cuchillo por delante y lanza una estocada. El otro chico salta hacia un lado, cae al suelo y rompe la simetría.
Dylan se acerca y apunta con el cuchillo al otro chico por debajo del cuello. El recién llegado está asustado, aterrado. Siente el frío metal tocar su piel y se estremece.
– Mme... Me llaaammo... Blas. O Blai. O 2.98B –revela rápidamente.
– 9.3.3.6.2.9.8.B. –señala Dylan leyendo los números del cuello de Blas mientras los recorre divertido con la punta del cuchillo. Pero la sonrisa vanidosa se borra rápidamente de su rostro–. Tú eres el que se fue con Axia, ella era la 2.98A. Escapasteis juntos, ¿verdad? ¿Dónde está? –pregunta amenazadoramente.
– ¿Puedes quitar la cosa esta de mi cuello? –pide con arrogancia. Se ha dejado intimidar, pero ya sabe quién es. Sólo conoce una persona que sería capaz de venir a buscar a Axia. Ha estado aguantando varios días las lamentaciones de la chica que ha dejado atrás.
– Di primero dónde está Axia.
– Primero quitame el cuchillo del cuello, Dylan.
– ¿Dónde está? –repite. No se deja sorprender por la mención de su nombre. De hecho lo único que ha hecho con esto ha sido confirmarle que ha estado con Axia.
– Quitalo y te lo diré.
– ¿Daniel? –una voz femenina suena detrás el chico por el que preguntan.
– ¿Axia? –responde él emocionado volviéndose rápidamente hacia la oscuridad. No ve a nadie y las palabras han sonado demasiado cerca.
– ¿Axia? –responde la muchacha sin entender–. Sam, Daniel, me llamo Sam. ¿Qué está pasando? –pregunta con voz dormida mientras bosteza.
– Duerme, no pasa nada –contesta Dylan decepcionado. Por unos momentos, sólo unos instantes, ha pensado que la pesadilla había terminado. Que ya se había terminado el buscar. Pero teme que aun falta para que puedan volver a casa. Se siente estúpido por haber pensado que Axia lo podría haber llamado con el nombre de Daniel. Sólo Sam lo conoce con ese nombre.
– No puedo dormir, el pie me duele mucho.
Blai aprovecha el momento, aparta el arma que frota su cuello y se levanta. No lo volverá a atacar, no lo matará. Tiene información que Dylan necesita. Recupera la linterna que había caído a un lado y enfoca hacia el lugar de donde provenía la voz que hablaba con Dylan. Allí descubre a una chica temblando bajo unas mantas. Tiene los labios morados debido al frío y los dientes le castañean.
– Daniel, ¿puedes dejar de apuntarme con la linterna?
– Yo no soy Daniel.
– ¿Quién... Quién eres? ¿Y Dan?
– Estoy aquí, Sam –responde el verdadero Dani mientras se acerca donde está ella y le examina el pie–. No pasa nada. Es...
– ¡Es tu hermano! –exclama ella–. Sois gemelos, sois idénticos.
– Pues... –los dos chicos piensan en una solución. Blai piensa en negarlo, no quiere que se interpongan en su camino. Dylan, por otra parte, sabe que si lo niega, Sam sospechará demasiado.
Un «Sí» y un «No» son pronunciados a la vez.
Entonces la discusión entre los dos chicos comienza. Al principio Sam no entiende nada. Cree que aun sueña. Y al final, mientras las voces de los dos chicos cada vez discuten más bajas, se acaba durmiendo de nuevo.
– Blai, por favor, dime dónde está Axia –suplica Dylan susurrando.
Se han sentado alrededor del fuego que han vuelto a encender y están en silencio. Cada uno piensa en cómo continuar, cuál es el siguiente paso que tienen que hacer. Ninguno de los dos esperaba encontrarse en esta situación. Puede ser una ayuda, pero también puede ser un obstáculo. Los dos necesitan información del otro pero no quieren ser los primeros en revelarla.
– Ya no se llama Axia, ahora es Aixa. A mí me conocen como Blas.
– Cambio de nombre. Yo también lo hice. Por precaución, ¿verdad? –Daniel intenta encontrar cosas en común para que cooperar les sea más fácil, pero sabe que no lo será. Quieren seguir caminos opuestos. Y uno u otro deberá ceder.
– Haremos una cosa. Tu amiga no puede seguir así, y no podemos dejarla aquí. Al otro lado de la colina está la ciudad, la llevaremos al hospital y después iremos a buscar a Aixa y volveremos a casa.
– No podemos dejar a Sam.
– ¿Y que pretendes, llevártela a La Niebla?
– No... Pero... ¿Y si fuéramos a buscar primero a Ax... Aixa?
– Sí. Pero ella estará bien, tu amiga no. A Aixa no creo que le pase nada, se ha quedado por voluntad propia. En cambio nosotros, si no salimos de aquí, si no nos movemos, acabaremos muertos.
– De acuerdo, si Ax está bien... Lo haremos a tu manera.
Hola si hay alguien que me lee... en el anterior capítulo aun no hay nadie que haya hecho acto de presencia así que ya no sé si es que nadie lee la historia o que pasa. Bueno, subiré el siguiente el sábado por si hay algún lector fantasma o lo que sea.
Besooos :*
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Mariposas
Fiksi RemajaSiempre nos han dicho que la belleza está en el interior, que lo importante no es el físico. Hay un lugar donde eso se sigue al pie de la letra. En La Niebla todo el mundo es idéntico, todos están en igualdad de condiciones. Pero... ¿Qué pasaría si...