Hice caso a su orden y me puse mi máscara totalmente confundida, hasta que una figura delgada de un joven que poseía el cabello verdoso, piel pálida rodeado de un aire gélido... Comprendí de inmediato la reacción de Manigoldo.
― Vaya. ―dijo cáncer levantándose del pasto.― ¿Qué haces en este lugar?... Dégel de Acuario.―el joven caminó al encuentro con cáncer.―
― Creo que soy muy obvio. ―dijo con la serenidad que lo caracterizaba.―
― Dégel de Acuario ―me levanté― es un honor conocer al sabio del Santuario. ― lo dije con admiración, el me miro y con una suave sonrisa tomo mi mano para acto seguido besarla―
― No señorita el placer es todo mío. ―con voz elegante.― es un honor conocer a un caballero de la Estrella agonizante usualmente siempre son ocultados y apartados de todo contacto.
― Bueno eso hay que agradecer a Manigoldo. ―lo miré.― él fue el que insistió tanto para que salga de ese claustro.
― Si; sí. ―estaba algo celoso al ver que Dégel aun sostenía mi mano.― oye pero si tu intención es molestar es mejor que te retires. ―apartando su mano de la mía.―
― No fue mi intención molestarla, de hecho jamás haría eso.
― ¡A sí! Entonces ¿Por qué andabas de fisgón?
― ¡Fisgón! estas equivocado, amigo mío, he venido a invitar a la señorita Helena a mi biblioteca.
― ¿Qué? ―confundida. ― ¿Cómo es que sabe mi nombre? Y ¿ir a su biblioteca? ―era algo extraño Dégel no dejaba que casi nadie entrara a su casa y ver su vasta colección de libros el único que podría entrar era su compañero de armas Kardia.―
― Todos conocen a la única estrella agonizante que puede pasear tranquilamente por el santuario, además he escuchado que posee un vasto conocimiento astronómico me gustaría compartir ideas con usted. ―quiso sujetar de nuevo mi mano pero Manigoldo se lo impidió―
― Espera un momento, ¿Qué es lo que tramas cerebrito?
― Nada malo ¿Por qué estás tan sobre protector?
― ¿Sobre protector yo? ―se notaba nerviosidad en su voz. ― ¿y por ella? Si quieres llévatela. ―mirando a un lado para que no se notara que se encontraba celoso. ―
― Señor Dégel en verdad me alaga su invitación y si esta en lo correcto tengo conocimiento de los astros pero no creo tanto como usted.
― Eso no importa, acompáñeme hay un libro que de seguro le fascinara. ―extendiendo su mano. ―
― Esta bien iré, pero por mi propio pie. ―rechazando su gesto y caminando hacia la espesura del bosque en dirección a las casas zodiacales. Dégel me seguía. ―
― Oye, pero me la traes temprano y si me llego a enterar que te propasaste no voy a responder de mí. ―grito el joven Manigoldo señalando con el dedo a Dégel. ―
El camino a la casa de Acuario estuvo envuelta de una conversación amena, Dégel me inundaba con preguntas sobre los caballeros de las estrellas agonizantes, ¿Qué cómo es su entrenamiento? ¿Cuántas estrellas son? Entre otras, era un hombre bastante interesante y me sorprendía ya que de por si el santo de acuario era un hombre frío, calculador, y bastante indiferente pero él era todo lo contrario tenía esa sonrisa única de un Francés y sentía que se ponía nervioso al preguntarme cosas personales, pero siempre le respondía con una sonrisa.
― Bien Helena; hemos llegado. ―mostrándome un sinfín de estantes todos ellos rebosaban de libros. Mis ojos se asombraron al ver tanta cantidad de conocimientos reunidos en un solo lugar, me dispuse a pasar por los pasillos mirando cada una de las categorías, iban desde biología, química, cartografía, botánica entre otros, entre ellos un libro captó mi atención, el cual llevaba como título "Transfusiones y venenos" el frio en la casa era evidente y mi aliento lo delataba, Dégel noto eso y coloco su manto sobre mí.―
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La Estrella Agonizante (Terminada -En edición )
ФанфикUna armadura que no es ni de plata ni de bronce trae con sigo la destrucción de su alrededor, Helena Caballero de la estrella agonizante Eta Carinae trae consigo esta maldición y la rencarnación de la muerte. A punto de comenzar la guerra santa ella...