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Desde aquel encuentro, no volví a ver a Hades, mi ira había aumentado de sobre manera ante ese dios engañoso he hipócrita, pero por desgracia tuve que darle gustó ya que ahora salía de mi habitación y pasaba todo lo que quería en aquella biblioteca, eso sí siempre escoltada por Radamanthys, aquel juez era como mi sombra, siempre esperando a las afueras de mi habitación y a las afueras de la biblioteca, al menos saque algo de provecho Radamanthys evitaba que Hades se acercara a mí y eso hacía que el fastidio sea más ameno. Aunque podía notar la duda en su rostro, obedecía a su dios pero también a mí, su "reina" eso le causaba muchos conflictos internos.

— La esperaré. —inclinándose sutilmente. —

— Te lo agradezco Radamanthys.

Entré a la biblioteca, y comencé a buscar, cualquier libro, cualquier indicio que le dé la ventaja de esta guerra a la señorita Sasha. Con el paso del tiempo los libros y pergaminos se iban juntando en una gran mesa de madera, acompañado solo con el sonido de las hojas al moverse. Todo era calma de vez en cuando escuchaba la voz de Lune que venía del otro extremo de la habitación, ya me había encontrado con él, un hombre alto delgado de cabello blanco y ojos violetas. Él incluso me ayudó a manejar esa extraña máquina de imágenes flotantes y de vez en cuando me hablaba de las épocas antiguas, donde el conocimiento griego estaba en su máximo esplendor. Sus conversaciones me hacían perder el tiempo y a veces me hacían olvidar que estaba hablando con un espectro, eso me desequilibraba muy a menudo.

Buscando en la sección de mitos, encontré un viejo pergamino que narraban las guerras santas en poemas griegos, los mitos más populares de esa cultura se encontraba ahí: dioses, semidioses, criaturas y encuentros formidables. Una de esas historias hablaba de una joya extraña en posesión del dios del mar Poseidón. Oricalcos se hacía llamar, aquel que la poseía podría hacer levitar cualquier objeto que quisiera, dominaría tanto cielo como mar. Esto era lo que buscaba, una manera para que el ejército de la señorita Sasha pudiera alcanzar el Lost Canvas, después de tanta búsqueda de noches y fatiga había encontrado la forma de acabar con Hades.

— ¿A un se encuentra aquí? —la voz calmada de un hombre, alertaron mis nervios, y con rapidez oculte lo que había encontrado. —

— Lune, lo siento no me di cuenta del tiempo. —el espectro traía su típico manto obscuro y abrazaba un gran tomo grueso. — Ya estaba a punto de retirarme.

— Desde que el señor Hades le mostró este lugar, ha pasado un gran tiempo en él, es bueno saber que aprecia el cariño que él le tiene. —un calor de nerviosismo invadió mi cuerpo, coloque mis manos en mi brazo izquierdo para tratar de disimular. —

— Si... —Lune me examinó por un momento, sabía que se había dado cuenta de mi nerviosismo. —Ya es muy tarde, además creo que le hice esperar mucho a Radamanthys. —

— No tiene por qué preocuparse. —dibujándome una sonrisa. — Radamanthys ya está acostumbrado, recuerdo cuando tenía que pasar horas parado en la puerta de la biblioteca, en la era del mito. —dibuje una sonrisa, era gracioso imaginar a el juez parado durante mucho tiempo, pasando aburrimiento y buscando algo para matar la espera. —Por cierto mi señora. ¿Está bien? —su pregunta, me quitó la sonrisa del rostro. —

— Si... ¿Por qué lo preguntas?

— Últimamente ha estado muy pálida, y no es por entrometerme pero incluso a veces le he visto que pierde el equilibrio. ¿Ha estado comiendo?

Fruncí el ceño ligeramente, ¿Cuál es la obsesión con los espectros y la comida? Querían obligarme a atarme a un mundo que lo detestaba y sobre todo a su dios. Aunque lo que decía Lune era verdad, no me he encontrado muy bien, me siento cansada más de lo normal, mareada y a veces ciento que la vista se me nubla, pero creo que es por estar en este lugar, sumado a la preocupación de la guerra.

La Estrella Agonizante (Terminada -En edición )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora