Luz

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El castillo sumido ahora en silenció y destrucción, los grandes templos ahora se encontraban en ruinas por las batallas, el sonido de los pasos de alguna sirvienta apresurada y las conversaciones gustosas de los guardias esqueletos ahora eran inexistente más solo el silencio y la soledad se mantuvo firme ante los estragos de la guerra. Aunque lejanos se sentía el cosmos de algunos sobrevivientes entre ellos el retorcido que al recordad mi rostro se transformó en repudió, mis deseos de destruirlo hasta dejarlo en la nada aumentaban no permitiría más cabos sueltos, sus eventuales movimientos nos convirtieron en el deleite de su obra de tragedia con el fin de un deseo utópico para ser eternamente recordado.

El lugar se estremecía por la última batalla, polvo caía en mi armadura y los pilares estaban a punto de desplomarse por lo derruidos que se encontraban, aun así, encontré el lugar del evento la gran hostilidad que emanaban los dos adversarios en un deseo de destruirse mutuamente. Interrumpir no sería algo difícil con solo el agitar de mis manos podría acabar con los dos y ni siquiera mancharme de su corrompida sangre.

Desde las alturas observaba como danzaban en un escenario astral que reclamaba la vida de alguno de ellos o quizás ambos, sus armaduras negras tal como el escenario estaban cayendo a pedazos por el combate, más parecía que el que antes se jactaba de ser superior estaba en desventaja siendo atado con perlas negras presenciando el final que le esperaba si tocaba el pareja onírico, aun así cegado por el deseo de ganar y mantenerse en esta tierra utilizo su haz bajo la manga recurriendo a juegos bajos para tener la victoria. Con su mayor fuerza libero una de sus manos enfocando su desesperación en un individuo que había pasado por alto, una mujer que reconocí al instante de rodillas a espaldas del hombre que se proclamaba ya ganador, herida, cansada sin deseo alguno de defenderse. Las barras de hierro que yacían desperdigadas y clavadas en el piso fruto de un ataque que no se efectuó ahora se movían a la dirección de la caída. El hombre al darse cuenta no podía detener el ataque ya que si lo hacía a quien tenía retenido iba a escapar, la encrucijada regocijaba al demente emitiendo escalofriantes carcajadas gozando la impotencia de su carcelero.

El silencio apago las risas intercambiado por el asombro inesperado, a escasos centímetros de su cuerpo las dagas se habían detenido de su frágil cuerpo, ella no abrió los ojos se mantenía temerosa abrazando con ahínco su abdomen.

— Ven levántate.

Susurré desplazando la hostilidad del escenario, escucharme le dio la confianza de alzar la mirada podía notar por el asombro lo diminuta que se sentía ante mi presencia. Le extendí mi mano ella con temor y aun temblando lo sujetó colocando sus pies en la tierra y logrando incorporarse.

— Mi señora... Es libre...

Apenas audible musitó la joven ya de desgastada apariencia, deje caer las barras de hierro causando la irá incontenible del atado, se mordía sus labios provocando que estos emanaran sangre.

— Mis intenciones no eran interferir, verlos destruirse era una obra magistral, más aún no iba a permitir que mi fiel espectro de Hécate este en fuego cruzado. —tome su rostro para limpiar la sangre que había opacado la blancura de su piel. — Percibo tu dolor, mi querido Radamanthys dio su propia vida por liberarme de los castigos del falsario. Ya no lo ocultes tienes el derecho de sentirte frágil... de sentirte humana, ya que yo Perséfone los protegeré a todos.

Clamena al fin sintió la libertad de demostrar los sentimientos retenidos, la pesada carga en la que había nacido se esfumó entregándose al llanto para poder desahogar toda la tragedia que ni en sus últimos días la dejo.

— Lo has conseguido reina de espinas, eres Perséfone aun así no dejaré que el olvido me vuelva a devorar, pasar eternidades sin ser reconocido ni por hombres ni por dioses.

La Estrella Agonizante (Terminada -En edición )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora