Caminaba entre corredores y puertas sin sentido en este extraño y enigmático lugar. Para aplacar mi curiosidad, coloqué mis manos en las puertas de arco de medio punto, todas ellas adornadas con un grabado en su umbral. Cada vez que intentaba comprender este sitio, llegaba a la misma conclusión: parecía ser el mundo de los sueños que alguna vez había leído en antiguos poemas griegos, esos que Beatriz me había entregado. Incluso había encontrado un libro similar en la biblioteca de Dégel, enfocado en la arquitectura que ahora veía a mi alrededor.
Continué mi paseo en busca de una salida, pero este lugar era tan enigmático que empecé a pensar que estaba atrapada en un laberinto sin fin. Si no encontraba una salida pronto, temía quedar atrapada aquí eternamente. De repente, un poderoso cosmos llamó mi atención. Lo busqué con la mirada en todas direcciones hasta que finalmente lo localicé. Por un momento, me quedé inmóvil e indecisa, ya que ese cosmos me resultaba sorprendentemente familiar: era el de Tenma.
Una nueva oleada de energía recorrió el lugar, esta vez de manera inconfundible, pertenecía a Tenma. Sin pensarlo dos veces, me dirigí hacia él, preguntándome cómo había llegado hasta aquí. Tal vez su conexión con Hades tenía algo que ver, pero ¿por qué lo habría traído a este extraño lugar? Podría haberlo eliminado y así resolver de raíz el problema. Algo extraño estaba ocurriendo, y si Tenma estaba en peligro, debía ayudarlo de inmediato.
Al llegar al lugar, un mar de amapolas me dio la bienvenida. El suelo estaba completamente cubierto por estas flores y su aroma era tan penetrante que me provocó un fuerte dolor de cabeza. Mi cuerpo incluso comenzó a temblar, casi haciéndome caer de rodillas. Llevé una de mis manos a mi nariz en un intento por sofocar el olor mientras observaba el entorno con más atención. Era difícil debido a que mi vista también se veía afectada, pero con esfuerzo logré enfocar una figura familiar, atada con raíces de las que brotaban estas extrañas flores.
— ¡Tenma! —Mi voz lo alertó y su mirada se posó en mí, mostrando asombro y confusión en su rostro.
— No fue el único... —susurró para sí mismo—. No debió haber despertado, mi Señora.
― ¿Quién eres tú? ¿Y qué has hecho con Tenma? ―Sus pasos resonaron como un cántico sombrío, mientras el inconfundible aroma de las flores perturbaba mi vista, transformando al intruso en una figura oscura que se aproximaba con cautela. Como un caballero se inclinó ante mi como de si de su reina se tratara.
― Lamento mi falta de cortesía, pero jamás esperé encontrarla aquí. Soy Morfeo, uno de los cuadro dios oníricos, esculpidor de sueños y soberano de Morfia, el reino donde los héroes hallan su descanso. Su despertar no estaba previsto. El sueño que le ofrecimos era la manifestación de sus deseos. Debería haber perdurado hasta que la guerra hubiese concluido.
― Así que fuiste tú... ¡Maldito seas por infiltrarte en mi mente! Pagaras por es injerencia ¡Luz del Abismo! ― Concentré una profunda energía cósmica en mi puño y lo dirigí hacia el dios, más con la gracia de un ser eterio, eludió mi ataque.
― Le ruego, regrese al sueño, pues la guerra es un triste lamento, y todo lo que deseamos es su seguridad, junto a nuestro señor Hades.
― ¡Cállate! ¡No soy su reina! ¿O tal vez lo sea?... ― La incertidumbre se apoderó de mí, y mis temores se manifestaron en temblores que sacudían mi cuerpo. Me resistía con vehemencia a aceptar esas palabras, pero en lo profundo de mi ser, las palabras del dios del Sueño Hypnos resonaban como una verdad incuestionable. ¿Había certeza en sus palabras? No quería estar vinculada a Hades, a esas criaturas que habían sembrado desdicha y aflicción. Estaba tan turbada que no advertí su avance, y ahora se hallaba a escasos pasos de mí, extendiendo una mano hacia mí.
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La Estrella Agonizante (Terminada -En edición )
FanfictieUna armadura que no es ni de plata ni de bronce trae con sigo la destrucción de su alrededor, Helena Caballero de la estrella agonizante Eta Carinae trae consigo esta maldición y la rencarnación de la muerte. A punto de comenzar la guerra santa ella...