Rosario

157 22 1
                                    


De espaldas a escasos pasos de mí se encontraba Dégel, vestía su armadura, pero esta estaba cubierta de escarcha, su piel había tomado un color azulado preocupante y su largo cabello estaba empapado hasta tal punto de que pequeñas gotas de agua caían de las puntas de esta. Confundida y temerosa acerque mi mano temblorosa a su hombro... pronuncie su nombre en duda...

— No... —susurro de forma espectral, frio y hostil esto impidió que tocara su hombro, volví a decir su nombre, pero este se mantuvo en su actual posición...— ¿Por qué? —susurro en un intervalo corto. Enmudecí, la situación creo un sentimiento de terror e incertidumbre. — Tú eras mi mundo...—volvió a hablar antes de tener el valor de contestar. —Fue tu obra... observabas mi tragedia, sonriendo, llorando, gozando de mi actuación y al final aplaudiste cuando termino con mi muerte, mientras Hades besaba tu mejilla...—

Abrí mi boca para articular palabras, pero mi voz se había ido en un instante, toque mi garganta como un reflejo antiguo intentando realizar cualquier sonido, aunque sea un grito, pero fue inútil.

— Amor... eras mi amor... —de pronto sentí una gran punzada en mi pecho la angustia que Dégel sentía en vida ahora me afligía. — La estrella que quería atrapar y proteger como la más preciada joya...—sus palabras incrementaban aún más aquel sentimiento y desesperada quería hablar. — Vagabundo por un poco de tu compasión que decidí ser tu marioneta para que actúes conmigo un instante y poder alcanzarte, pero ante tu sagrada presencia fui carbón que arrojaste al mar para danzar con el rey de esta oscuridad.

Retrocedí algunos pasos, ese sentimiento me estaba oprimiendo el pecho mi conciencia se revolvía por el arrepentimiento que comencé a ver lo que Dégel había vivido todos los sacrificios e intentos que realizo para estar aunque sea un instante conmigo, la gran tristeza que consumió su razón cuando elegí a Albafica y el gran odio que había formado hacia mí. Todo esto lo viví una y otra vez con la voz de Dégel en mi cabeza, acusándome de todo el sufrimiento que vivió incluso el que siente ahora ya muerto.

Desesperada salí corriendo en dirección contraria con el fin de que la voz de Dégel se esfumara al igual que sus recuerdos, aun así, su intenso lamento perforaba mi mente y mi razón colocando mis manos en mis oídos cerrando mis ojos lo más fuerte que podía. De improvisto choqué con un objeto cayendo al suelo esto detuvo la voz de Dégel y al mismo tiempo sus visiones, confundida observé el objeto, era una gran pared de piedra destruida quizás el de una casa. Jadeante me levanté temblando del suelo, con precaución rodeé el pedazo de pared, pero del otro lado encontré una vez más mi pasado, vestía de armadura, la indiscutible armadura de oro destrozada, un hombre sentado arrimado en la pared con la cabeza baja, no tenía su pierna izquierda y de su muñón goteaba sangre hasta formar un charco en el que él se mantenía quieto. La efímera calma había terminado siento remplazada por el pánico quise retroceder me encontré con un muro que antes no estaba, él inmediatamente giró su cabeza violentamente a mi dirección y como de un maniquí se tratara se arrastraba por el piso usando sus brazos para moverse.

— Hermana... eras mi hermana... —susurro ahogado como si su sangre se hubiera almacenado en sus pulmones impidiendo que su voz suene claramente. — La luz siempre fue sombras, burda mentira...—mi voz aún permanecía, pero sabía muy bien quien era... aún más el terror nunca me abandonó, verlo en ese estado me produjo un ardor en la garganta quería llorar, pero las lágrimas nunca brotaron. ¿Por qué lo torturaban en la muerte? Su gran desilusión le forzaba a pedir venganza por mis errores. —El muro fue usado para tu diversión. —al igual que con Dégel sentí su angustia la presión sobre mis hombros que me hizo caer al piso. —Confié en la abandonada que sería calma para poder ver el mundo que nunca pudimos tener, soporte las llamas de las estrellas muertas y quebrante las leyes sagradas para que florecieras, pero sus raíces me desmembraron dejando que me arrastre en suplica para presenciar el fruto del amor grotesco.

La Estrella Agonizante (Terminada -En edición )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora