Regresaste

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Solo oscuridad, ya no había sueños ni anhelos solo el inmenso frío y vacío que arremetía sin contemplación mi cuerpo. El hielo había formado una capa blanca en todo mi cuerpo como si mis extremidades ya no existieran y lo único que me ataba la humanidad era mi mente que, aunque ya perdida se ataba con fuerza a la idea de sobrevivir.

En el delirio escuché un eco una tenue voz que esbozaba palabras ya inentendibles, en un auténtico sobre esfuerzo abrí mis ojos, todo era borroso sombras ingrávidas sin forma, entre ellas una que se aproximaba de color negro. —La muerte...— era lo primero que pensé, venía por mí, la tortura y miseria ya había terminado mis últimos soplos de vida y sentiré su gentil roce Clemente, un adiós definitivo donde ya no exista el dolor ni la angustia, solo la nada absoluta, impedía perderme para siempre, pero mis fuerzas ya las había perdido y poco a poco aquella voz se fue perdiendo.

— Señorita Helena...

Inesperado movimiento sentía que mi cuerpo se levantaba ayudado por alguien, la voz sonaba angustiada y con ligeros golpes en mi rostro buscaba la forma de traerme a la vida, retiró la escarcha de mi cabello y rostro abrí los ojos una única vez, ahí estaba la misma figura borrosa de obscuro color, pero sus rasgos ya eran visibles y familiares que mis labios por inercia dibujaron una sonrisa sin sentido alguno.

— Clamena....

Su nombre lo pronuncie en un inentendible susurro que solo apenas yo podía escuchar. La espectro con sus ojos llenos de pena me abrazó en un intento de darme calor aun así su pesada y fría armadura hacían lo contrario.

— Mi señora... cuanto lo lamento, Hades... ese dios impostor nos usó cual marionetas y usted pago el precio más alto. —con sus dedos delgados peino mi flequillo dejando caer la escarcha. Intenté decir algo, pero era inútil el frío causaba un imparable castañeo. — No lo haga está demasiado débil, le entregaré un poco de mi energía para que se recuperé.

Clamena aún consciente de sus heridas posó sus manos en las mías para dejar fluir su energía de ella comenzó a brotar una luz azul obscuro, poco a poco comencé a entrar en calor mis dedos se empezaron a mover, mis mejillas a tomar color y la escarcha a dejar de ser un peso en mis hombros.

La luz se fue perdiendo y cuando está se había disipado Clamena no pudo sostener su cuerpo víctima de la debilidad al pasarme ya su escasa energía.

— No debiste haberlo hecho. —sostuve su cuerpo para evitar que este toque el suelo, ella con dificultad apenas podía mantener sus ojos abiertos he intentaba no jadear por la debilidad. —

— Lo hice, no por deber si no por devoción. Usted es mi reina única y verdadera, no permitiré que caiga víctima de aquel dios impostor.

Sus palabras me conmovieron aún cansada y débil hizo todo para tratar de salvarme dejando de pensar en su seguridad, la abracé con fuerza ella torpemente correspondió como si nunca hubiera recibido un acto de afecto como éste.

— Mi señora debe irse. —lo dijo separándose de mí y ayudando a incorporarme. — Debe encontrar a los santos de Atena con ellos estará más segura, Atena también fue afectada por el lienzo del impostor. Deben destruir esos lienzos y así recuperarán su poder divino.

— Ven conmigo... —le suplique sujetándola fuertemente de la mano. —

Clamena desvió la mirada, pensaba... estaba consiente, ella espectro al servicio de Hades no iba a ser bien recibida por los santos de la diosa contraria, el silencio se agrandó esperando la respuesta de mi subordinada sabía que se iba a retractar, ella orgullosa como cualquier espectro, pero después de unos segundos me miró a los ojos esbozando una tenue sonrisa y asentando con su cabeza.

La Estrella Agonizante (Terminada -En edición )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora