Capítulo 12.

52 4 0
                                    

Me despierto, con un sentimiento dulce. Creo que se debe a la noche anterior. No me sorprendería.

Me la pasé en realidad bien. No sé cómo, ni porque, pero podría asegurar que siento algo por Aiden. Espero que sea solo un simple capricho. Muchas veces, las relaciones en esta edad son un poco cansadas y efímeras.

Pero lo dudo.

Me doy una ducha rápida y me pongo ropa normal. Un pantalón deportivo y una camisa azul. No es que no sea femenina, pero es sábado, y quiero descansar.

Bajo las escaleras y escucho a mi mamá hablando por teléfono con alguien. Ojalá supiera quién es ese alguien quién tiene a mi mamá sonriendo a éstas horas de la mañana. Supongo que lo sabré próximamente.

Le llamo a Leah y le cuento lo de la noche anterior. Obviamente se enoja un poco, pues no la invité, pero igual me informa que tuvo una cita con un chico.

Yo la regaño por no decírmelo.

Decido hacer mis deberes, y cuando termino, voy a correr. Solo cerca de mi casa, ya que el parque más próximo está un poco alejado de aquí.

El día es soleado y el cielo se ve despejado. Un muy bonito día, para ser exactos. El aire está un poco frío, pero no lo siento así mientras troto contra el. Me pongo mis audífonos y sigo corriendo.

A unas calles lejos de donde estoy, veo a Cecilia, saliendo de lo que debe ser su casa. Se dirige hacia la acera, donde se reúne con un chico en un coche. Reconozco el coche de cuando Luke y ella iban a ir al concierto, debe ser de su novio, Phil. O al menos eso creo, pues ella se acerca con una expresión no muy contenta. Veo que le espeta unas cuantas palabras con expresión molesta. Luego el le hace señas, y ella a regañadientes sube a al auto. Después se van. Yo solo los miro desaparecer por la calle.

Es mi cuarta vuelta, y lo veo. Esta al principio de la calle, caminando. Supongo que se dirige a su casa, pero antes me ve. Su cara se ilumina con una sonrisa tan bonita que se qué una parte dentro de mi está saltando. Se aproxima a mi, y yo no dejo de trotar hasta llegar a él.

He visto esos programas en donde las chicas juegan deportes extremos, viéndose completamente bien en el proceso. Puedo asegurar que ese no es mi caso. No puedo ver mi reflejo, pero por lo que sé mi cara debe estar roja y sudada, y no debo oler muy bien. Como sea, no puedo hacer nada, así que lo saludo.

-Buenas tardes, capitán. ¿Acaso me está siguiendo? -digo, entrecerrando mis ojos hacia Aiden. El solo me mira divertido.

-Mis intenciones fueron descubiertas. -me cuenta, haciendo una mueca- Lo lamento, pero simplemente no puedo evitarlo. -se ríe.

-Lo sé, es lo que me han dicho todos mis seguidores. Pero bueno, ¿qué haces aquí? -le cuestiono.

Su pelo se encuentra desordenado, como si no se hubiera molestado en peinarlo hoy. Trae puestos unos jeans desgastados y una camisa negra. Su color es el negro, definitivamente. También es mi color favorito, pero dudo que se me vea igual de bien. Es muy curioso, como las personas pueden ser otras cosas. Si el fuera algo, sería el cielo antes de una tormenta. Siempre con el toque de sorpresa, no sin antes la previa tranquilidad engañosa. Supongo que así somos las personas, tan impredecibles y al mismo tiempo tan vulnerables. Un día estamos aquí y un día ya no. Pero supongo que no nos queda hacer nada, más que dejar que los días pasen, hasta encontrar el silver lining.

-Es mi vecindario, y vengo de caminar un poco, de hecho. Algunas veces no necesito propiamente hacer ejercicio, si no salir y ver que no todo esto -me explica, haciendo una señal, que abarca todo nuestro entorno- es lo único que existe. Es como un tipo de liberación. Si es que eso tiene sentido -me ve avergonzado.

-Lo entiendo, perfectamente. Es como mi filosofía de vida, más bien. -le digo totalmente seria.

Eso como que lo hace debatirse entre algo, y me pregunta.

-¿Te gustaría entrar en mi casa? Puedo hacerte algo de comer.

Me río, y solo le contesto.

-Solo si me haces una malteada.

Hold Me Down.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora