Capítulo 27.

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Estoy segura. Sé que es de las mejores acciones que he realizado en mi vida. La más apropiada. La más correcta.

Sin embargo, no puedo evitar asombrarme ante el caleidoscopio de sensaciones que se ha establecido en mi pecho. Por primera vez, me permito reconocerlas y abrazarlas. Me recuerdan el significado de la palabra vida, y se que no hay definición mas clara que la que dicta mi corazón latiente.

Cuando por fin me separo en busca de aire, nuestras frentes están unidas, y mis manos siguen en su cuello. Cierro mis ojos mientras recupero mi aliento, y en el momento en que éstos se abren de nuevo, me recibe una cálida mirada profunda y oscura, irónicamente llena de luz. Le regalo una leve sonrisa, mientras tomo su mano y doy una última mirada detrás de él, donde el sol ya ha comenzado con su silenciosa partida.

- Vámonos.

Mientras nos dirigimos hacia el coche, me pongo en el lugar de una escenógrafa y me permito imaginarnos: una chica indescifrable haciendo su camino de la mano de un joven alto y desgarbado, ambos indiferentes a la ausencia del sol, recibiendo la noche alegremente como si ésta fuera una vieja amiga.

(...)

Somos recibidos por la abundante iluminación de la casa de Aiden. El abre la puerta para mí, y no puedo evitar sentir nervios ante la incertidumbre de lo que me encontraré.

Soy consciente de que no seria conveniente hacer algo grande de lo que pasó hoy, pero sé que es importante. Cecilia se asustó hasta el infierno, al igual que todos nosotros. Y si no hubiéramos llegado a tiempo, no sé que habría pasado.

No quiero imaginarlo, tampoco.

- ¡Al fin llegaron! ¿Donde estaban, se encuentran bien? - somos sacudidos por la voz preocupada de Leah, que se dirige hacia nosotros por el pasillo de la entrada con una taza de té en la mano. Su pelo está recogido en un moño flojo, y está usando sus lentes de armazón. Cabe mencionar que eso no es un impedimento para que lance su brazo libre sobre mí, envolviéndome en un cálido abrazo. Se lo devuelvo mientras inhalo su familiar olor a vainilla, y mentiría si dijera que no lo necesitaba. - Me preocupé mucho por los dos. - también le da un abrazo a Aiden, quien se sorprende en un principio, pero le responde cortésmente. - Lo de hoy fue una locura, y me asustó el verte salir tan enojado, Aiden. Si no te hubiera conocido mejor, hubiera arrastrado el trasero de Alex lejos de ti, pero Luke me detuvo. Es decir, es tu hermano, y sabe como eres. Me aseguró que los dos estarían bien. - se encoge de hombros - Tenía razón, supongo.

- ¿Cómo está Cecilia? ¿Y los demás? - pregunto, dejando mi bolsa en la entrada.

- Está muy asustada. Enojada. Indignada, incluso. - señala la taza de té - estaba apunto de llevarle esto a su habitación, para que se pueda relajar. Mandé a Jason a casa hace unos minutos, y Luke fue a bañarse. Dijo algo como que la ducha lo relajaba. No lo sé.

- Iré a verla. - los ojos de Aiden se encuentran con los míos brevemente, para luego tomar gentilmente la taza de té de las manos de Leah, y empezar a caminar. - Yo me encargo. Gracias.

Lo veo desaparecer por las escaleras, mientras recuerdo nuestro momento en el parque, y siento mis mejillas sonrojarse. Me doy cuenta de que no he comido desde la mañana, y que el dulce olor del té ha despertado mi apetito. Meses de amistad hacen su aparición, pues Leah me mira con diversión.

- ¿Hambrienta? - me pregunta, con los ojos brillosos. - Vamos a robarles un poco de comida a éstos niños.

La sigo a la cocina, súbitamente cómoda alrededor de ella, como debe ser. Hago un ademán de buscar algo en la alacena, la cual está llena de comida, y no puedo evitar preguntarme como viven tan cómodamente sin un adulto en casa. Debe ser un tema delicado, pues ni si quiera Luke lo ha tocado. Titubeo sobre que prepararme, cuando Leah pone su mano en mi hombro, arrastrándome a la barra del desayuno.

- No, ésta noche yo invito. Dejame prepararte algo de la cocina especial de Leah. - agrega, riéndose de si misma por la ridiculez que acaba de decir. Yo también me río, y de repente pienso que tal vez ésta no es una ocasión para estar felices y despreocupados. Pero también sé que no hay otra manera de la cual deberíamos estar.

La observo danzar por la cocina, y me burlo secretamente de ella por parecer como si estuviera en su propia casa. Llamo a la mía para avisar que estoy bien, mientras tomo una fritura de la mesa. No sé que hace ahí, pero mi estómago lo agradece.

- Ya. Suéltalo. ¿Te besó? - me atraganto con una fuerte tos causada por la sorpresa de la pregunta, mientras veo como me enfrenta. ¿Tan obvio es? Sigo recuperando mi aliento, pero ella no se rinde. Esboza una sonrisa conocedora. - Está escrito por toda tu cara, preciosura. No trates de ocultármelo. - me espera mientras me acerca un vaso de agua, y yo apuro el contenido por mi garganta. - ¿Y bien?

Cierro mis ojos una vez, y suspiro.

- No... No fue así. - me presiona, y me empieza a incomodar su mirada - Yo... Yo lo besé.

Sus labios se abren en una O perfecta, y me apresuro a levantarme y tapar su boca para evitar que empiece a chillar como loca. Ésta chica es muy entusiasta. Igual la quiero, pero debe relajarse.

- Escucha, no quiero hacer algo grande de esto. Además, no sé que significa - miento - y yo...

- Hola, chicas. ¿Tienen comida para mí? - Luke entra en la cocina, usando ropa para dormir. Ve nuestras posturas y me alejo de Leah, simulando tranquilidad. Nos observa, sospechoso, y enmarca una ceja.

- ¿Me perdí de algo? ¿Qué sucede? - su mirada va de mi hasta Leah y de regreso, y al mismo tiempo que yo respondo un falsamente tranquilo "nada", Leah contorsiona su cara de la emoción.

- ¡Alex y Aiden se besaron! - estoy segura de que casi la oyen en Asia, y tal vez un poco más allá. Cubro mi cara con las manos, presa de una vergüenza inducida por sus estridentes risas y gritos entusiasmados. De repente siento unos brazos alrededor de mi, y levanto mi mirada para reunirme con la de Luke.

- Te amo, Alex. Gracias a ti, Leah y yo tendremos una cena gratis. - como si fuera posible me aprieta más, y no puedo evitar que mi complejo de mascota salga para oler su suéter. Huele un poco como Aiden, pero más dulce, supongo.

Estás loca, Alexandria.

- ¿Qué? ¿De que rayos hablan? - no puedo contener el tono indignado de mi voz.

- Fue una apuesta, linda. Jason dijo que no harían nada de nada, pero Luke y yo no pensamos lo mismo. Por Dios, yo te conozco. - Leah se ve tan asquerosamente contenta mientras empieza a preparar lo que parece ser un sándwich - O bueno, creo hacerlo. Ahora Luke y yo vamos a comer como locos. Y gratis.

Luke planta un beso en mi frente, y de mi sale una risa poco femenina. Mientras se aleja, veo que su mirada va detrás de mi hombro con una sonrisa engreída, y giro mi cabeza en esa dirección. Aiden lo mira receloso desde el umbral de la puerta, y no puedo eliminar el color carmesí de mis mejillas. Por dios, yo nunca me sonrojo. ¿Qué demonios?

Luke levanta las manos en rendición, acercándose a él.

- Ya entendí, hermano. - Luke revuelve el cabello de Aiden con una expresión burlona, y Aiden solo lo mira alejarse, irritado. Después me mira a mi, y creo que voy a necesitar un poco más de agua.

Leah se ríe, largo y tendido, antes de ver mi apuro y rescatarme.

- De acuerdo, basta con el amor. ¿Alguien quiere un sándwich?


Hold Me Down.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora