Capítulo 25.

50 3 4
                                    

Creo que nadie sabía que el puño de Aiden iba a impactar con la cara de Phil hasta que lo hizo. Retrocedo por instinto, ignorando mi corazón latiendo sonoramente en mi pecho. Veo como los ojos de Phil se encienden, llenos de ira retenida, dispuesto a devolver el golpe, cuando una figura pequeña se abre paso a través de ellos y lo enfrenta.

- ¡Basta ya! - chilla Cecilia, con la voz rota - ¡Paren, los dos! - sus manos aterrizan en el pecho de el, tratando desesperadamente de convencerlo, pero la mirada de éste último se posa en alguien atrás de ella. Aiden le devuelve la mirada, y me resulta completamente irreconocible.

Es sorprendente, como el proteger a los tuyos puede cambiarte, instantáneamente.

- ¡Lárgate! - no sabía que Cecilia había empezado a llorar, hasta ahora - ¡Vete de aquí! - Phil parece notarla por primera vez, pero no se mueve - ¡He dicho que te marches, ya!

El titubea un momento, totalmente enojado, decidiendo si irse o no. Por eso, nadie espera cuando se para directamente enfrente de mi, dirigiendo su mirada más allá. No me ve, y puedo sentir el repentino acercamiento de Aiden en mi espalda.

Es un poco más alto que yo, por eso siento su aliento en mi coronilla cuando se acerca y empieza a susurrar.

- No he acabado - realiza un mohín, furioso - No he acabado con ustedes.

Después de eso, se voltea, no sin antes darle a cada uno de nosotros una mirada prometedora. Finalmente se sube a su coche, y no nos vuelve a mirar, incluso cuando pasa más allá de las puertas del estacionamiento.

Mi mirada se posa en Cecilia, quién se encuentra en los brazos de Jason, sollozando, y sorpresivamente, siendo consolada por Leah, también. Ignoro por completo el pequeño pinchazo en mi pecho, mientras volteo a mirar a Luke, quién se ésta encargando de todas las miradas entrometidas de los demás.

Sabiendo que falta alguien para completar la gran foto, busco a Aiden, pero en lugar de tratar de divisarlo, me encuentro a mi misma corriendo para alcanzarlo, mientras el avanza a grandes zancadas a su coche. Lo llamo, ignorando las miradas de la gente a mi alrededor, pero el me ignora, a su vez. Sabiendo que se dirige a su coche, calculo cuidadosamente mi próximo movimiento y justo cuando se introduce en él, abro la puerta del copiloto y me meto, sin darle tiempo para protestar.

- Alex. - comienza, sin una pizca de humor - Ahora no es el momento.

Controlo mi respiración mientras me abrocho el cinturón de seguridad, ignorándolo.

- Bien - me toca a mi - Lo mismo digo.

- Te lo digo enserio, Alexandria. - sus ojos cavan en mi rostro, serios, y paso por alto el hecho de que me ha llamado Alexandria.- Sal del auto.

Le devuelvo una mirada desafiante, dispuesta a ganar.
- Oblígame a hacerlo.

Nos miramos por unos segundos, retándonos, hasta que finalmente cede de mala gana y pone el coche en marcha. Secretamente suelto un suspiro de alivio. El ya debería saber que no puede estar solo así, en éstas condiciones. Y debería saber, también, que no se libraría de mi tan fácilmente. Además, estoy segura que los demás estarán bien, cuidando de Cecilia.

Clavo mis uñas en las palmas de mis manos, mientras trato de hilar los acontecimientos recientes. Puedo sentir el torrente de adrenalina de hace unos momentos desvanecerse fuera de mi cuerpo. Nunca he sido de las que es parte de confrontaciones, o mucho menos, pero sinceramente, no sé que me pasó allá atrás. Fue como si una parte de mi, de las muchas que oculto, reclamara su lugar fuera, dispuesta a defender a mi amiga. Miro de reojo a Aiden, notando como toda su corporeidad grita enojo; desde sus manos apretando con fuerza el volante, hasta su tensa mandíbula.

No lo reconozco en éstos momentos, pero tampoco a mí misma.

Mientras recuesto mi cabeza sobre la fría ventanilla, cerrando mis ojos, no puedo evitar ver un pequeño pedazo de la última vez que defendí a alguien. Se siente como años atrás, aunque solo son un par de meses. Alejo el recuerdo de Marian antes de que mis sentimientos salgan a borbotones. No puedo permitirme recordar, no ahora mismo.

No sé cuánto tiempo pasa, hasta que siento que el coche se detiene debajo de nosotros. Los árboles moviéndose a la merced del viento, junto con la vasta extensión de césped me avisan que estamos en una especie de parque. Una extraña elección de escenario, pero no la cuestiono. Me encojo en mi asiento, con la mirada perdida en la calle. El silencio que nos envuelve es tenso, y sé que por primera vez, no quiero ser yo la que lo rompa.

- Lo lamento. - giro mi cabeza en dirección de Aiden, sorprendida tanto por su voz como por sus palabras.- Lamento que tuvieras que ver todo eso. Ya debes saber, llegados a este punto cómo en realidad soy, y...

- Por favor; para. - lo interrumpo antes de que continúe. - ¿Te estás escuchando? No tienes absolutamente nada por lo que disculparte. Eso fue un asunto que estaba fuera de nuestras manos, y afortunadamente ustedes estaban ahí para controlarlo. Yo quería sacar a Jason de ahí, pero cuando vio a Cecilia, solo estalló. - tomo un pequeño respiro - Tan solo de imaginarme que pudo haber pasado con él, yo... - cierro los ojos ante mi debilidad. La verdad es que me aterrorizaba creer que Jason podría salir herido. - No quiero saberlo.

- ¿Qué pasa contigo y Leah? - sus ojos cavan profundos en mi rostro, y de repente sólo quiero esconderme. El cambio tan brusco de conversación me desconcierta, pero me recupero rápidamente. Estoy lista para reaccionar como siempre: evadir el tema y mantenerme a mi misma segura.

Pero eso es algo que nunca he podido hacer con este chico.

- No es importante... - ni si quiera tengo oportunidad de salirme de esto antes de que levante su ceja, en reproche. Suspiro, porque es lo único que puedo hacer. - Ni yo lo sé. Nada, supongo. Las personas crecen, conocen otras personas. Iba a pasar. Está pasando, y yo realmente no me siento mal al respecto. Es algo un poco absurdo, para ser honestos. - le regalo una sonrisa tensa, esperando que crea mis mentiras.

Y creo por un sólido momento que lo hace, hasta que se aparta de mi, saliendo del coche precipitadamente. Me deja sola, con mis mentiras, mientras lo veo hacer su camino por la acera, frustrado. Salto por el repentino movimiento, hasta que la parte emocional de mi sale, enojada. Salgo de igual manera del coche, azotando la puerta.

- ¿¡Qué demonios te sucede!? - añado, sorprendiéndome por mi súbito enojo. - Me dejaste ahí dentro hablando como una estúpida. ¿¡Qué...!?

- No sé qué más hacer, Alex. Trato de llegar a ti, pero no me dejas. - pasa su mano por su cabello, mirándome con una expresión torturada. - Creo que estoy a punto de rendirme.

Sus palabras me golpean, y lo único que puedo sentir es el vacío helado que se instala en mi estómago, amenazando con consumirme.



Hold Me Down.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora