Capítulo 15.

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No me siento bien. Creo que nadie lo hace en estos momentos. El día pasa como un borrón gris ante mis ojos. Casi no hablo, incluso Leah decide retirarse por un dolor de cabeza muy molesto. Quedamos en vernos mañana. Decido que me iré a mi casa, y esta vez tomaré el camino largo.

Cuando salgo de la escuela, el cielo está nublado. Levanto el gorro de mi sudadera y me lo pongo. El aire está frío, pero de alguna manera me ayuda a no sentirme tan sofocada. Mientras empiezo a dirigirme hacia mi hogar, empiezo a pensar. 

Sé lo que es la muerte. Conozco su significado y estoy al tanto de los sentimientos que causa en las personas. Afortunadamente, nunca la he experimentado de manera personal. Es decir, no ha llegado a ninguno de mis seres queridos, gracias al cielo. Pero siempre he tenido miedo de ella. ¿Cómo puedes tenerle miedo a algo que nunca te ha pasado? Supongo que es la expectación. Siempre que estoy con gente a la que amo, llega ese pensamiento continuo, que me recuerda lo inevitable: todos vamos a morir. Lo cual me asusta muchísimo. Y lo cual a su vez es completamente absurdo, ya que alguna vez todos nos vamos a ir.

Cuando estoy llegando a mi casa, me siento un poco más tranquila. Sé que todo es efímero, pero también sé que mi única opción es no pensar en ello, mientras esté viva. Debemos de ver el lado positivo de las cosas, porque si no, no tendremos nada.

A lo lejos, lo diviso. Está mirando hacia arriba, perdido en sus pensamientos. Ni si quiera lo dudo: paso de largo mi casa y me dirijo hacia donde esta el.

Se encuentra volteado, sé que no puede verme. Sin embargo, me escuchó llegar, pues comienza.

-¿Es muy gracioso, no es así? Siempre estamos luchando contra la corriente, sabiendo que al final no va a servir de nada. Pero lo hacemos. -Se voltea, mirándome con intensidad- Y lo volvemos a hacer. Sin importar qué. Es hermoso, también. Nuestra persistencia. -Se acerca a mi- Pero no puedo dejar de pensarlo, el hecho de que no sirve de nada.

Me acerco, también. -No puedes hacer nada más, tienes que evitar pensarlo. Digo, sé que es una carga pesada, pero todos la tenemos. Supongo que la gente ignorante de este hecho es la más feliz, ¿no es cierto?

Quedamos a un paso de distancia. En ningún momento ha quitado su vista de mi.

-¿No quisieras ser como ellos? Simplemente olvidarte de ello, y seguir mientras puedas. -Me pregunta, consternado- ¿No te gustaría ser así?

-Aiden, sé lo que me estás diciendo. Pero piensalo, ¿no es más hermoso el hecho de que las personas vivan, plenamente, sabiendo que se va a acabar todo? ¿Que estén al tanto de ello, pero a su vez, demuestren que ellos van a ser felices, mientras puedan?-lo cuestiono, con insistencia.

Esboza su primera sonrisa desde esta mañana.

-Lo es. Lo eres. -me mira con una expresión cariñosa. - ¿Sabes? Eso eres para mi. Una persona hermosa, con sueños hermosos. -me dice, tomando un mechón de mi pelo, y poniéndolo tras de mi oreja. Es lo más maduro que alguien me ha dicho. Y es un gesto tan íntimo, que estoy segura soy un desastre en este momento.

-Bueno, así me describen en el diccionario. -Le comento, provocando que ría. -Gracias, por cierto.

-No me tienes que agradecer nada. -me sonrie. -Yo soy el agradecido aquí.








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