River campeón de la Copa libertadores, el más grande de América. Costó, claro que costó. Todavía recuerdo el sufrimiento y la amargura que sentíamos en los primeros partidos de esta copa Libertadores, no con los jugadores porque la mayoría de ellos se pusieron la camiseta y dieron todo lo que pudieron. Y digo la mayoría porque hubo un par que preferían la gita antes de quedarse a luchar por la Libertadores. Pero eso no importa, Hoy el clima era fiesta, alegría, emoción. Emoción porque después de 19 años River conseguía su tercera copa Libertadores, y esta tenía un plus diferente: habíamos eliminado a Boca. (O se eliminaron solos, no se que es peor). Sentiamos amargura por la mala suerte que teníamos, porque no pegamos una. Porque Juan Aurich casi nos deja afuera, porque San José de Oruro nos ganó un partido que prácticamente era nuestro. Porque ellos se burlaban..
Me verás volver y te arrodillaras
Estábamos felices, pero tristes a la vez. Nuestras cabezas estaban en Japón, en la Libertadores, pero no nos detuvimos a pensar que alguien tan importante, nuestro salvador, goleador, se iba y no iba a volver más. Su fin con la camiseta de River había llegado y ¿como seguíamos después de esto? Hace mucho tiempo, un par de semanas, que se anunciaba todo este rollo, que el gordo se iba, que nos dejaba. Jamás pensé que el día iba a llegar y que me iba a sentir así. No me detuve a pensar, a disfrutar de verlo. Y eso me comía el corazón.
No quería que se vaya.
No podíamos dejar ir a la persona que nos devolvió la vida, que nos despertó. A la persona con la que nos sentimos identificados la mayoría de los hinchas. No podíamos. Seguramente ahora estaba buscando club. Escuche varias cosas pero no presté atención, solamente a las únicas palabras de Franchescoli que realmente me importaban:
SI FERNANDO SE ARREPIENTE, PUEDE QUEDARSE. NO QUEREMOS QUE SE VAYA.
Dale, Fer. Arrepentite, quédate en River. No nos dejes sin tus goles, sin tu magia..
-¿Qué le vas a decir?-me preguntó mi amigo, yo lo miré y volví la vista a la carretera.
No hacía falta responder. Estacione mi auto en River y me bajé, rogando encontrar a la persona que cambió la vida de River. A la persona que por alguna razón me llamaba ángel cuando en realidad el ángel fue siempre él.
El ángel del gol, como se lo llamó en algún momento.
Pichi se quedó en el auto mientras yo caminaba por los pasillos del club recordando lo feliz que me sentía cuando lo veía jugar. Apenas yo tenía siete años cuando el debutó en River, sin embargo todavía recuerdo eso, ya que veía los partidos con mi papá. Recuerdo claramente que en el año 2001 había debutado en la copa Libertadores contra Guaraní. Un seis de marzo de 2001. El día del cumpleaños de mi hermanito. ¿Como olvidarlo? Diste una asistencia nada más y nada menos que al conejo Saviola y encima, convertiste un gol. Entraste a 17 minutos del final e hiciste mucho, como grite tu nombre, tu gol.
Me quedé enamorada de vos y tu magia.
Después, con 18 años y cuatro meses de edad, debutaste en el torneo de primera división, fue un partido contra estudiantes por el clausura 2001. Ingresaste en el segundo tiempo en reemplazo de Sevilla y goleamos 6 a 2. En la séptima fecha del mismo torneo llegó tu primer gol. River de local en un 3 a 2 contra Argentinos Juniors. Me sentía muy feliz porque vos eras un pibe de 18 años, que jugaba al fútbol, que daba cátedra y que demostraba cuanta calidad había en el semillero de River. Meses más tarde, disfrutabas por partida doble: campeón de un torneo regular de Primera División junto a tus compañeros por primera vez en tu corta y exitosa carrera deportiva, en el Clausura 2002, y además, goleador de dicho torneo con 15 tantos.
ESTÁS LEYENDO
No Te Quiero Perder
RomanceEra un juego y ambos lo sabían. Uno de los dos terminó enamorandose.. o quizás los dos. Matías Kranevitter, jugador del Club Atlético River Plate. Bárbara Vertiz, notera y periodista. Un amor distinto. Lo que empieza jugando termina gustando. ***