Seguir adelante

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Estoy mal, físicamente y emocionalmente. Me miró al espejo y veo absolutamente nada, porque realmente no soy nada. No sabía como seguir o que tenía que hacer después de todo. Intentaba, juro que intentaba entender porque justo a mi me tenía que pasar pero no encontré respuestas. No las encontraba por ningún lado, en ningún rincón de esta casa, ni siquiera en los ojos de mi papá o en los abrazos de Franco. Mi mamá nos había dejado, todos estábamos destrozados y para mi era el momento donde más tenía que estar con mi familia o con lo que quedaba de mi familia. Necesitaba juntar fuerzas para seguir, pero no las tenía.

Tampoco sabía como conseguirla.

-Bárbara.-repitió papá otra vez, yo me digné a mirarlo. Estaba tan distante y eso me dolía. ¿Desde cuando me llamaba "Bárbara" y no "Barbie o muñequita"?

-No tengo hambre.-contesté, y bajé la mirada al plato de fideos que había en la mesa.

-Tenes que comer.-me dijo papá, mientras él comía de su plato.

Yo lo miré seria, no iba a comer porque últimamente todo me daba nauseas. Llevé la vista a mi hermanito, su mano derecha estaba apoyada sobre la mesa sosteniendo su rostro y con la otra comía, o por lo menos lo intentaba. Nadie volvió a decir nada, y fue incómodo. Cada uno en su mundo, en sus pensamientos. Fue difícil porque jamás habíamos estado en silencio en la mesa. Mi madre siempre hablaba y nos hacía hablar. Sentí las lágrimas acumularse en mis ojos, me levanté de la mesa y corrí hasta mi habitación. No aguanté un minuto más, fue difícil contener mis lágrimas. Busqué el mini y me aferre a el cómo si fuese mamá. La extrañaba, no soportaba la idea de no verla más, de no abrazarla más. Las lágrimas habían estado contenidas, simplemente porque no salían. Me quería hacer la fuerte y no, no era fuerte. Soy débil, indefensa.

Las lágrimas corrían por mi cara, cada una reflejaba el dolor y la angustia interminable que sentía. Mi respiración volvió a acelerar...

no, ahora no.. por favor.

Sentí que me faltaba el aire, me estaba ahogando en mi propio llanto y realmente era horrible sentirme así. Tenía ganas de llorar toda la vida, pero no de sentirme así. Cerré mís ojos y visualize en mi mente el rostro de la única persona que lograba calmarme. Respire y solté el aire, tanto como me había enseñado Matías. Abrí mis ojos cuando mi respiración se normalizo y me sentí tranquila. Todavía respiraba agitada por el miedo que sentía cuando me agarraban estos ataques.

El sonido de mi celular me trajo a la realidad. Seque mis lágrimas y levanté mi celular para ver las notificaciones. Tenía muchos mensajes de aliento y deseándome fuerzas. Yo sonreí un poco, hasta gente que ni conocía me saludó. la gente siempre fue amable.Sonreí por unos momentos al leer tantos mensajes, realmente hace días que no abría el WhatsApp.. tenía mensajes de Pichi, de Seba, Mora, y hasta de Boye. Los mensajes fueron del día de la muerte de mamá, sinceramente agradecía mucho estos mensajes de aliento. Traté de responder los mensajes de las personas que conocía con un "gracias", también intente responder los demás pero eran muchos.

Sonreí cuando el celular me indicó que tenía un mensaje de Matías, entre al chat y me había mandado un audio. Se descargó y lo reproducí.

-Hola mi amor, estoy yendo a entrenar... Puffy se porta muy mal, te amo y te extraño-escuché y sonreí, su voz me encantaba. Me encantaba el tono tucumano que él tenía, me gustaba la paz que me transmitía, la suavidad de sus palabras.

-No trates mal a mi hijo, te amo yo. Más y más y también te extraño..-dije al micrófono y apreté para enviar.

***

Una semana después.

No pregunten como, pero logré vivir aunque mis ganas de morir eran inmensas. Pasé una semana llorando todo el día, llorando por las noches y sin dormir. Había pensando en dejar todo, pero no era lo que quería. Necesitaba seguir, como sea y donde sea pero lejos de este lugar que me atormentaba demasiado. Santa Cruz, todo aquí me recordaba a mamá.

No Te Quiero PerderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora