Capítulo 31

121 15 4
                                    

POV: Minho

Estoy reventado. Al fin hemos acabado de cavar los hoyos y enterrar a los muertos que quedaban. Y encima el gilipullo de Thomas no ha vuelto y me ha dejado sólo haciendo la tarea. En cuanto me lo encuentre le daré la paliza de su vida.

Si hubiera estado aquí habría acabado antes, pero no, como siempre Thomas tiene cosas más importantes que hacer. Se supone que se iba por el herido que había despertado, pero lleva sin aparecer ya más de 3 horas. No me creo que siga allí hablando con él. Seguro que se ha ido por ahí para librarse de hacer esto. O tal vez se haya ido a buscar a su amiguita Brenda.

Y justo hoy, que tenía una cosa muy importante. Hoy se cumplían 4 meses desde que Marie y yo comenzamos a salir. Ella había estado todo el día ocupada con los preparativos, porque había planeado una velada romantica. Y aunque debo reconocer que no me iba mucho, si es con Marie, no me importa, porque la quiero de verdad.

He tenido que pasar por laberintos que cambian por la noche, laceradores, raros, la muerte de muchos amigos, sed, hambre, cansancio, explosiones... por todo eso para que al fin pueda sentir lo que es el amor. Y si esta es la recompensa por todo el sufrimiento, no me importaría volver a pasar por lo mismo, siempre y cuando acabe con Marie.

Después de todo el día nervioso por lo de esta noche, había llegado la hora. Me había aseado y arreglado lo más que pude. Terminé todas y cada una de las tareas que tenía pendientes para que nada pudiera interrumpir esta noche. Para que todo saliera perfecto. Entré en la cabaña con un ramo de flores que había preparado, y allí estaba la chica de la que me había enamorado.

Estaba guapísima, como siempre lo estaba. Llevaba el pelo suelto y peinado, esa melena pelirroja que caía con delicadeza por su espalda brillaba más que nunca. Llevaba puesto un vestido largo, que hacía tiempo que llevaba cosiendo, y hace dos días lo había acabado. Su cara, resplandeciente como siempre, dibujaba una amplia sonrisa en cuanto entré por la puerta y me vio.

La cabaña estaba llena de velas. Se había creado tanta luz que casi parecía de día. Habían pétalos por el suelo, lo que dejaba un aroma embriagador. Todo era perfecto, absolutamente cada detalle.

La cena, colocada en la mesa, tenía una aspecto excelente. Cuando por fin acabé de observar todo, reaccioné y le extendí el ramo de flores a mi querida novia.

-Estás perfecta.

-Gracias- dijo sonrojada oliendo las flores.

En cuanto apartó el ramo de flores, me acerqué más a ella y nuestros labios se hundieron en un cálido y efímero beso. Cuando nos separamos, ella dejó las flores en agua y me indicó que me sentara.

-¿Qué tal ha ido hoy el día?- me preguntó ella cuando empezamos a comer.

-Muy ajetreado, hemos estado todo el día ocupados con el enterramiento y la organización de algunas cabañas.

-Vaya, parece agotador.

-Pero eso ahora no importa, ha valido la pena para llegar a la noche tranquilo.

-Me alegro mucho.

Seguimos comiendo. Dios, que bien cocina esta chica. Es que lo hace todo bien, no hay nada que no sepa hacer. Es que es perfecta. ¿Cómo he conseguido conquistar a esta mujer? De verdad que no lo comprendo.

-¿Está bueno el pollo?- me preguntó ella con esa mirada azulada tan intensa.

-Está delicioso, como todo lo que cocinas.

-Que exagerado eres...- dijo sonrojada. Me encanta cuando se pone así.

-¿Y tú, qué tal te ha ido el día?

LOS MUNESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora