Capítulo 53

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Resultó ser más sencillo de lo que imaginaba. Jeremy, seguía cerca de la cabaña, esperando a que saliera. Pero nada más verme salir con Brenda en brazos comprendió la situación y me ayudó a llegar hasta la enfermería. También, tuvimos suerte de que todos los raros ya habían sido exterminados, y los únicos que aún quedaban por eliminar eran a los del Brazo Derecho.

Notaba como Brenda me agarraba con fuerza, y eso me indicaba que debía ir más deprisa. En menos tiempo del que esperaba, llegamos a las tiendas de los curanderos, y en cuanto entré, un remolino de gente entró por mis ojos. Sangre, gente gritando, huesos rotos, más sangre, camillas llenas, charcos de sangre... todo me parecía de color rojo.

Intenté buscar a Simon, pero entre tanto bullicio y desorden, me era imposible. Así que simplemente me acerqué a la primera camilla que vi libre y dejé a Brenda tumbada.

-Ahora vuelvo, voy a buscar ayuda.

Pero antes de irme, ella me agarró de la mano, y no tuve más remedio que acercarme. Me agaché hasta colocar mi oído en su boca, para poder escuchar bien lo que me tenía que decir.

-Te... quiero.

Y en cuanto lo dijo, se quedó inconsciente sobre la cama. Me asusté tanto que pensé que la había perdido, pero en seguida comprobé que seguía teniendo pulso. Me solté de su mano, con la esperanza de volver a tiempo con ayuda.

Pero mis ánimos bajaron un poco al darme cuenta de que ni siquiera era capaz de distinguir a los curanderos entre la multitud. Decidí mantener la calma, ponerme nervioso no iba a salvar a Brenda de las garras de la muerte. Debía actuar con sensatez si quería salvarla.

Guiado por una corazonada, me dirigí a la tienda donde anoche dejé a Jade. Me abrí paso entre la gente hasta poder llegar, y para mi gran sorpresa y alivio, allí estaba Simon. Pero no estaba como me esperaba, se encontraba tumbado en una camilla, colocándose el mismo el vendaje en su pie izquierdo. En cuanto levantó la vista y me vio, pareció volverle la esperanza en los ojos, ya que recuperaron su brillo natural. Intentó ponerse en pie, pero viendo su estado, decidí que lo mejor era acercarme yo.

-¿Estás bien, tío?- le dije bastante preocupado mirando su pie herido.

-Ahora que te veo, sí. ¿Habéis desactivado las bombas?

-Así es...- dije sin ser capaz de alegrarme al recordar la pérdida de Sonya.

-Genial, ahora sí que podemos ganar.

Una chica pasó detrás mía con antibióticos y gasas, y me empujó.

-Lo siento- dijo sin pararse y corriendo en una dirección.

-Veo que estáis manejando bien la situación...- bromeo para intentar quitar importancia al asunto, tal y como haría Minho en estos casos.

-Ya ves, las cosas a veces no salen como esperas...

De golpe, recordé el motivo por el cual le buscaba tan desesperado: Brenda.

-¡Brenda!

-¿Qué le pasa?- preguntó curioso Simon.

-Está herida, tiene un corte bastante profundo en el muslo. Tienes que ayudarla, se ha quedado inconsciente.

Él no necesitó más información, se apoyó en mi hombro, cogió su instrumental y le guíe. Él iba cojeando, pero no se paró en ningún momento ni bajó el ritmo hasta llegar hasta el cuerpo de Brenda.

-Brenda, ¿puedes oírme?- le preguntó abriendo sus ojos a la fuerza y examinándola con su linterna. Le tomó el pulso y se volvió rápido hacia mí -¡Tiene el pulso muy débil!

LOS MUNESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora