Después de un sinfín de pesadillas, la castaña finalmente había podido conciliar el sueño y permitir que Ryoma descansara a su lado, era la última vez que verían una película de ese tipo, lo había decidido por mucho que ella insistiera en que podía hacerlo, sólo lo decía para que no se sintiera mal.
Eran cerca de las diez de la mañana, cuando el sonido de su estómago comenzó a molestarlo, no sabía porque tenía mucha hambre, imaginaba que se debía a que su resfriado se había ido, pero después de una larga noche como aquella le daba cierta pereza levantarse a desayunar, por lo que decidió ignorarlo unos minutos. No obstante, su estómago crujió de tal modo que sonó como si estuviera molesto. Suspiró y se reincorporó en la cama para levantarse, Sakuno llevaba algunos minutos moviéndose más de lo común, se preguntaba si se debía a lo mismo o si seguía con problemas para dormir. La observó un minuto antes de levantarse, su rostro no tenía expresión alguna, no parecía asustada ni nada parecido. Tomó uno de sus mechones rebeldes y lo puso en su lugar para verla mejor, podía escuchar su respiración profunda como si se encontrara en un sueño en niveles, porque ni siquiera sus propias manos podían despertarla. Acarició su mejilla y encontró rastros de leves lágrimas. De seguro eran producto de todo ese tipo de pesadillas que tuvo antes. Las limpió con delicadeza y se estiró para levantarse. De súbito su mano lo detuvo aferrándose a su pijama, "Ryoma...no me dejes" Murmuró entre dormida. Cogió su mano y sonrió, dicho gesto le recordó a aquella vez que estaba con fiebre y no quería apartarse de él, en ese momento deseaba lo mismo, pero no quería admitirlo. En cambio en esos instantes era distinto, quería y podía hacerlo. "Jamás te dejaré, Sakuno" musitó cerca de su rostro.
—Ryoma...—Se sonrojó al verlo cerca de ella.
— ¿Soñabas que te dejaba? —Se burló.
—P-Pues...no en ese sentido. —Rió nerviosa. —Soñé con la película de anoche.
—Otra vez. Esta es la última vez que veremos ese tipo de cosas.
—Oh tienes ojeras. —Examinó su rostro preocupada. —Lo siento.
—No me preocupo sólo por mí, también es por ti. —Se acomodó otra vez para acariciar su cabeza. —Yo sólo vi como reaccionabas, tú viviste la experiencia de la maratón de pesadillas.
—Entonces por el bien de ambos no debemos ver esas películas. —Sonrió.
—Así es. Y por el bien de mi estómago, debemos ir ahora mismo.
Tras haber desayunado huevos revueltos, Ryoma propuso que salieran a pasear del mismo modo que había sugerido el día anterior. Era un bonito día para salir a caminar, quizás él hubiera preferido salir a jugar tenis, pero su esposa no se lo permitió recordándole que estaba saliendo de una gripe. Así que después de haberse dado una ducha caliente por separado y dedicarle el tiempo requerido para vestir decentes, finalmente habían salido al exterior.
Se sentía extraño sin llevar su bolso deportivo en su hombro, por lo que no le quedaba otra alternativa que esconder sus manos en sus bolsillos, en cambio la castaña lucía complacida con el simple hecho de caminar en su compañía. El sol irradiaba luz en lo alto del cielo, obligándola a cubrir sus ojos con sus manos. Sí bien no se encontraban en la época adecuada para vestir ropa de verano, el clima en lo general era impredecible, por lo que habían decidido dejarse influenciar por la intuición de ambos.
Su cabello castaño parecía volverse rojizo al ser iluminado por la brillante luz que se proyectaba en él. Sakuno esbozaba una gran sonrisa, murmurando lo agradable que estaba el día, a pesar de que habían dormido poco, el clima la animaba a sonreír. "Oh mira eso" señaló una caja musical en forma de castillo que se encontraba en una vitrina de vidrio. Sin que escuchara su opinión sobre ello, la vio entrar decidida a la tienda para preguntar por ella. Suspiró, típico de ella no escucharlo. La siguió sin decir una palabra, entonces la observó tomar la pequeña caja musical que la empleada le otorgaba, atreviéndose a darle cuerda. El majestuoso castillo abrió sus puertas, dejando en libertad una pequeña bailarina que danzaba por el salón exterior, emitiendo la dulce melodía del cascanueces. Sakuno miraba ensimismada dicha acción, volteando a verlo con emoción para que se uniera a ella. Claramente él no se emocionaría por dicho objeto, pero sí se dedicó a observarla, lo que más le gustaba hacer era verla sonreír. De un momento a otro, salió un nuevo individuo correspondiente a un soldadito de plomo que danzaba hacia ella y la tomaba por la cintura para unirse a ella.
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Do You Love Me?
Romance"Me amas? Si es así, demuéstralo" sería la frase que inaugura esta nueva historia. Tras la boda, ambos se han unido más como pareja, aceptando el amor que sienten el uno por el otro y protegiéndolo a toda costa. No obstante, el amor no suele ser sie...