Capítulo 22

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Ryoma se encontraba en una tienda deportiva admirando una nueva raqueta, mientras su mejor amigo se compraba unas zapatillas negras, considerando que las suyas se habían arruinado por el tipo de uso que le daba. Cuando salieron de la tienda, platicaron sobre sus respectivas vidas y se dirigieron a las canchas de tenis del centro, donde solían dedicarse a jugar tenis por horas desde que eran unos críos.

El ambarino se encontraba listo para jugar, tras haberse arreglado los cordones de sus zapatillas y haber elongado correctamente estaba listo para jugar, no obstante antes de siquiera dirigirse a su lugar, su celular le recordó la razón por la que estaba ahí, cuando miró a la pantalla se percató que se trataba de la castaña, quien le preguntaba cómo iba todo y si podían tardar exactamente una hora, porque todos los esperaban. "Descuida todo saldrá bien, lo tengo todo controlado. Vamos a jugar tenis ahora, espera mi señal." Le respondió para retomar su lugar frente al azabache que flexionaba las rodillas, presumiendo que sus habilidades en ese deporte seguían intactas como los viejos tiempos.

—Eso lo veremos. —Se burló Ryoma, probando la pelota en el suelo para luego lanzarla al cielo y golpearla con fuerza.

—Tu servicio aún sigue siendo bueno, Echizen. —Sonrió Momo, devolviéndola con fuerza. —Pero mis respuestas han mejorado.

—Puede que seas más fuerte, pero tus movimientos siguen siendo predecibles. —Sonrió Ryoma, respondiendo a su ataque.

—Tan engreído como siempre, no cambias.

—Me lo dicen a menudo. —Se encogió de hombros.

—Por cierto ¿Cómo van las cosas con Sakuno? —Suspiró.

—Van bien.

—Según me contó Ann, fueron a un campo clínico durante unas semanas. —Golpeó la pelota. — ¿Realmente estuvieron separados?

—Sí, la facultad de Medicina y Psiquiatría estaban apartados por una barrera. —Suspiró. —Así que nos veíamos poco.

— ¿Y cómo estuvo eso? —Sonrió maliciosamente. —Ya te he visto preocupado otras veces, imagino lo difícil que debe haber sido para ti. —Ryoma le desvió la mirada para concentrarse en el golpe que daría. — ¿Sufriste mucho?

—No hablaré de eso. —Bufó.

—Aunque no desees admitirlo, también eres predecible en algunas cosas. —Se burló. —Cuando se trata de Sakuno, haces todo por ella. Incluso hasta violar las reglas. —Sonrió maliciosamente devolviendo la pelota de tal manera que hizo un punto.

—No es así. —Escondió la mirada bajo su gorra, lo había descubierto y al mismo tiempo le había hecho un punto. Momo sabía jugar sucio.

— Entonces es cierto, lo hiciste. —Sonrió victorioso. — ¿Qué fue lo que hiciste exactamente para verla? ¿Una orden contra el director?

— ¿Realmente crees que haría eso?

—Por supuesto.

—Nuevamente tus ideas no tienen lógica, jamás haría algo así por mis deseos de verla. —Mintió, sólo se había saltado unas cuentas reglas, nada que fuera penado por la ley.

—mmm eso quiere decir que ni siquiera hablaste con el director. —Se puso la mano en el mentón. — ¿Acaso te escapaste por la noche? —Susurró respondiendo a su pelota.

—Si planeas distraerme para ganar otro punto, no lo conseguirás.

—No planeo nada, sólo tengo curiosidad.

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