Capítulo 27

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A la mañana siguiente, se despertaron con los golpes de la puerta, cuando Ryoma se levantó a ver de quien se trataba se sorprendió al ver que se trataba de la Señora Toyo que les traía el desayuno por cortesía de la posada. Luego de agradecerle y despedirse, llevó el desayuno hasta una mesa cercana y llamó a la castaña para que fuera a comer. Sakuno se levantó a duras penas, se sentía tan cansada que apenas podía mantenerse en pie y todo era debido a esa alucinación suya que estaba junto a ella en esos momentos, había soñado tanto con él que había despertado muchas veces en la noche y le había costado conciliar el sueño.

—Qué rico, nos han traído el desayuno. —Sonrió Hiro sentado a un lado de Ryoma. —Apresúrate, mamá. O nos comeremos todo.

— ¿Qué ocurre? Te ves como si hubieras visto a un fantasma. —Habló preocupado el ambarino, notando el cambio que había tenido al llegar a la mesa.

—No es nada, sólo recordé que había prometido llamar a mis amigas cuando llegaramos y no lo hice.

—Ah ya veo. Puedes hacerlo después de comer.

—Mamá, eres mala mintiendo. Deberías decirle la verdad a papá. —Suspiró Hiro comiendo un trozo de pan.

—No lo haré. —Susurró con enfado.

—¿Eh? ¿No quieres hacerlo? —Preguntó el ambarino confuso, su tono había cambiado tan repentinamente que ahora él era quien estaba asustado.

—¡No es eso! —Se sonrojó la castaña. —Lo siento, estaba pensando en voz alta. —Rió nerviosa.

—¿Y en qué pensabas? Luces molesta.

—En otras cosas que tenía que hacer. Pero descuida, no es nada contra ti. —Fingió una sonrisa.

—Está bien, como digas. —Se levantó de la mesa para caminar a la otra habitación ¿Entonces contra quien lo era?

—¿A dónde vas?

—Iré a hacer unas llamadas, yo también olvidé que tenía que hacerlas. —Se encogió de hombros. —Qué disfrutes tu desayuno.

—Pero...¿Qué hay de ti?

—Comeré más tarde.

En cuanto Ryoma salió de la habitación al pasillo exterior, Sakuno miró con odio a Hiro y no pudo evitar hablarle "Mira lo que hiciste", sabía que eso no tenía sentido y era su cabeza quien jugaba con ella, pero aún así estaba enfadada con ese niño. Dicho comentario, no pasó inadvertido por el ambarino quien pese a haber salido de la habitación, había dejado la puerta entre abierta para ver si sus sospechas eran ciertas y lamentablemente estaba en lo correcto.

Luego de distanciarse de dicha escena, miró el contacto que le había enviado Momo sobre la psiquiatra, dudando de si sería bueno hacerlo o no, sabía que si pensaba objetivamente como el médico que pensaba llegar a hacer, no era normal que Sakuno comenzara a hablar sola y tampoco su estado de ánimo, teniendo en cuenta dichos indicadores debería hacer una interconsulta psiquiatrica si ella fuera su paciente, no obstante...era su esposa y no podía dejar de lado lo que sentía por ella. Tomó aire, tenía que tomar una decisión lo antes posible, porque si no lo hacía sería muy tarde para enmendar sus errores. Ahora le hacía sentido las preguntas que le había hecho la castaña la noche anterior de que pasaría si ella comenzara a perder el juicio, pero si pensaba en ello, eso quería decir que Sakuno era consciente que estaba viendo cosas que no estaban ahí y eso le daba la esperanza de que su pronóstico no era tan malo después de todo. Aún así, temía que tuvieran que internarla o algo parecido, ya que eso significaba que no podría estar con ella por mucho que lo deseara. Su corazón latía a mil, no sabía qué hacer y ni siquiera su lado racional lo hacía reaccionar. Entonces recordó cual era su deber "Hacer todo lo que estuviera a su alcance para que ella fuera feliz". Por ello, sin pensarlo otra vez, sus dedos pulsaron el contacto de la Psiquiatra y se atrevió a llamarla.

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