Capítulo 35-Un nuevo comienzo

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En una habitación de color blanco, se encontraba un chico de cabello negro y ojos violeta mirando la televisión en silencio, era la séptima vez que repetían la misma noticia y comenzaba a sentirse abrumado. Si bien deseaba cambiar la televisión y ver un partido de tenis, su compañera de habitación, una mujer de unos setenta años prefería estar al tanto del noticiero que oír otra cosa.

Aun así, sabía bien que no podía quejarse en la situación en la que se encontraba, después de todo, estaba bien de salud, considerando que la cirugía a la cual fue sometido hace nueve años, había sido todo un éxito y el sarcoma que tenía, logró eliminado completamente de su organismo tras la intervención. Ahora sólo debía hacerse controles anuales para verificar que no apareciera de nuevo, pero fuera de eso, tenía una vida normal y saludable.

El día de la cirugía, esperaba que su mejor con su esposa, Ann y sus padres estuvieran presentes en la operación, pero jamás imaginó que Sumire Ryuzaki se encontrara ahí en compañía de los ex titulares de Seigaku. Si bien les había comentado de su estado de salud, debido a que lo habían notado más decaído e inusualmente distraído, no esperaba que estuvieran ese día. Apenas los vio, sus ojos se comenzaron a nublar y evitó llorar frente a ellos, porque sabía bien que el chico de pañoleta verde se burlaría de él. Así que, prefirió desviar lo que sentía y respirar profundo. Luego de haberse despedido de ellos para caminar al pabellón, escuchó decir al doctor de que era la primera vez que era testigo de que un paciente tuviera una familia tan numerosa y no pudo evitar sonreír. Eso eran precisamente, su familia. Aunque era hijo único, sus amigos de alguna forma se habían vuelto como sus hermanos y Ann era la chica encantadora que tuvo la oportunidad de conocer en la Preparatoria.

De pronto, el sonido de unos murmullos a la distancia, ocasionaron que la señora que estaba a su lado, apagara la televisión de manera sorpresiva para peinar su cabello a una velocidad impresionante. Creía que su actitud se debía a la visita de su esposo o alguna persona de su círculo, pero quedó boquiabierto al percatarse de que se trataba de nadie menos que Ryoma vestido con su bata blanca y otros estudiantes de menor grado que lo acompañaban en sus rondas de ese piso. Sabía que su mejor amigo ya se encontraba supervisando a internos en medicina, pero no imaginaba justo encontrarlo en esa habitación, dado que, no le había avisado que iría.

Cuando Ryoma se percató que Momo se encontraba allí, no parecía tan sorprendido como lo estaba su amigo, dado que había sido informado con anticipación de todos los pacientes que estaban hospitalizados en ese lugar. Así que le hizo un gesto discreto en forma de saludo, teniendo en cuenta que no podía detenerse a saludar, mientras enseñaba a sus internos. Una vez que se detuvieron frente a la mujer, el doctor de ojos ámbar saludó a la paciente amablemente y le preguntó cómo estaba. Después que ella diera su respuesta y la hubiera controlado su presión arterial, llamó a uno de sus internos para que le anunciara a los demás el motivo por el que la señora Masumi estaba ahí. Mientras uno de ellos daba a conocer su caso, Momo advirtió como la paciente miraba a su amigo de manera cautivadora y jugaba con su cabello en algunas ocasiones. No sabía si reír o sentirse perturbado por lo que estaba presenciando. Si bien sabía que su amigo era un galán, no pensaba que a los 25 años iba a conquistar a mujeres incluso de 70 años. Suspiró, aun estando casado, no podía evitar que las mujeres se enamoraran de él.

Tras concluir que la señora Masumi estaba completamente estable y podía irse a casa, Ryoma se alejó de ella para revisar a su amigo, cuando fue retenido por otra paciente que tenía una lesión en el pie.

—Doctor, se ha olvidado de mí en sus rondas. —Dijo una mujer de unos treinta años con tristeza, actuando como una niña. —¿Por qué no ha ido a verme?

—Señorita Suzuki, uno de mis internos debe haber ido a verla esta mañana para informarle que ya no estará a mi cargo, ya que su pie se encuentra mejor y será controlada por mi colega, el señor Smith. — Respondió Ryoma con seriedad, entonces de forma respetuosa la apartó de su lado.

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