Capítulo 28

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Luego de haber aclarado las cosas, Ryoma finalmente se contactó con la doctora que le había recomendado su mejor amigo y logró conseguir una cita para cuando regresaran de su viaje. Al principio no estaba seguro con la idea, pero tras haber escuchado todo lo que Sakuno pensaba de Hiro, no le quedó otra alternativa que tomar dicha decisión.

—Eso es todo ¿Tienes alguna otra consulta?

—No, ninguna. —Habló Ryoma por teléfono, viendo como Sakuno se encontraba hablando con el fantasma de su hijo a la distancia. —Bueno...hay una.

—Dime.

—¿Cuánto tiempo estará así?

—Eso es relativo, depende de cada paciente. Pero podemos evaluarlo en cuanto nos veamos. Estuvo bien que llamaras. Sí las cosas hubieran seguido así, quizás...se habrían puesto más complicadas.

—¿Más complicadas? —Enarcó una ceja y decidió retirarse al pasillo para hablar con ella en privado, no quería que su esposa la escuchara. — ¿A qué se refiere con eso?

—Me refiero que en algunas ocasiones, los pacientes tienden a atentar contra su vida después de un duelo de éste tipo o hacerse algún tipo de daño.

—Creo que está equivocada en eso, porque Sakuno no es el tipo de persona que hace eso.

—Es posible, aún no la conozco, así que no puedo sacar una conclusión sobre ella. Sin embargo, te voy a pedir que tomes las medidas necesarias para evitarlo en caso de que se presentara.

—¿Qué tipo de medidas?

—Alejar todo tipo de elementos cortopunzantes, cordones, armas, todo lo que sea peligroso. Así como también, tener cuidado de que no camine sola.

—No mantenemos armas.

—Eso está bien. Pero ten cuidado con todo, en estos momentos es necesario que la vigiles bien.

—Sí, lo haré.

—Bien, entonces nos vemos cuando regresen.

—Sí.

Después de colgar la llamada, Ryoma caminó hacia el interior de la habitación, Sakuno ahora se encontraba mirando la ventana pensativa, sin embargo en cuanto advirtió su presencia se incorporó de inmediato. Su mirada lo decía todo, estaba asustada con todo lo que estaba pasando, pero al mismo tiempo se encontraba aliviada de que él estuviera al tanto de la situación. Suspiró, si bien no le gustaba ocultarle cosas, tampoco podía decirle todas las advertencias que le había hecho la doctora sobre ella, porque sabía que eso sólo conseguiría asustarla más e incluso podría inducir esa idea que no quería que pasara por su mente. Pero no, Sakuno no era ese tipo de persona, bueno...no consciente. Recordaba aquella vez en que Sakuno bajo los efectos del alcohol había deseado acabar con su vida saltando de un árbol, creyendo que "los demás estarían mejor sin ella" y eso lo había asustado, teniendo en cuenta lo cerca que había estado de hacerlo.

—¿Y bien? ¿Qué te ha dicho? —Se atrevió a preguntar Sakuno.

—Hemos agendado una hora para nuestro regreso a casa. —Se acercó a ella y la tomó de los hombros. —¿Estás segura que quieres esto?

—S-Sí... lo estoy. Es lo mejor para todos.

—Está bien. —Se apartó de ella y caminó a la cocina. —Haré un poco de té ¿Quieres?

—Sí, gracias. —Se dejó caer sobre un cojin pensativa, mientras lo miraba a lo lejos sacando todo lo necesario para hacer el té. Había algo que le inquietaba y necesitaba saberlo. —Ryoma...

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