-Si un genio me concediera tres deseos, me gustaría pedir que no hubiese guerras en el mundo- miré fijamente a mi hermano, alzando una ceja divertido- Y q-que siempre tengas buena salud. Que todos mis amigos y mi familia tenga siempre buena salud- continuó- Y-Y que todos los niños tengan juguetes- murmuró, sonrojándose. Me eché a reír, conmovido por sus deseos, y lo cogí en brazos- ¡Hugh! ¡Bajame!- exclamó, mientras sus mejillas se ponían más rojas todavía.
-No quiero. Te voy a llevar a la cocina para comerte. No hace falta que ponga azúcar, ya eres demasiado dulce- dije, besando su mejilla. Le escuché protestar, pero seguidamente se agarró a mi cuello, abrazándome.
-No quiero ir a dormir- murmuró, apoyando su cabeza en mi cuello. Suspiré, y acaricié su espalda.
-Es muy tarde, Sheldon. Mañana tienes clase- recordé.
-Pero quiero quedarme más tiempo contigo- soltó un sonoro bostezo que me hizo sonreír.
-Si te vas a dormir, mañana te haré tortitas para desayunar ¿vale?-
-¡Tortitas!- exclamó, alegre- ¡Voy a lavarme los dientes!- le dejé en el suelo y salió corriendo hacia el baño. Suspiré, y me dejé caer en el sofá, agradecido por el hermano que tenía...
Hugh Parker, 21 años
