-Si me perdiera en una isla desierta me gustaría que tú estuvieras conmigo- miré a Mavis, como las sábanas se enredaban en su cuerpo desnudo. Me recreé en esa piel canela, y acaricié su hombro.
-¿Por qué dices eso?- pregunté.
-No sé- se encogió de hombros- Solo es algo que pienso. Es decir, tienes muchos conocimientos ¿sabes? Y juntos podríamos sobrevivir sin problema- argumentó, mirándome a los ojos. Suspiré, sumergiendome en aquél azul tan maravilloso.
-Bueno- una sonrisa traviesa surgió en mis labios, y deslice mi mano hasta acariciar su muslo- Hay otras cosas que podemos hacer en una isla desierta ¿sabes?- ver como sus mejillas adquirían un adorable tono café hizo que me separara, riendo.
-¡Eres un idiota!- exclamó, cubriendo sus pechos mientras se incorporaba. Riendo, hice lo mismo y besé su cuello.
-Oh vamos, sabes que no lo hago con intención de molestarte...-
-J-John...-
-Eres sexy, Mavis. No solo eso- rectifiqué- Tienes algo que me llama sin remedio, y me siento afortunado al tenerte entre mis brazos, y poder reconfortarte para curar esa herida- susurré. La abracé cuando la sentí temblar, y la atraje contra mi pecho- Tú solo llora. Yo voy a estar ahí- aseguré, mientras ella se acurrucaba contra mí...
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Me abroché el último botón de la camisa y observé a la chica durmiendo. Suspiré, cogiendo la corbata, y salí de la habitación.
-Me preocupa que todo esto afecte a Mavis, John- me giré hacia Gallahad.
-¿Ya le has tomado cariño?- alcé una ceja, sonriendo.
-¿Quién no lo haría? Bueno, Hegen, pero ese maníaco no se acercará a Mavis más de lo necesario- gruñó- Pero...me preocupa que todo esto, esta guerra y lo que implicamos, puedan afectarla- explicó.
-Mavis está bajo mi protección, y a todo aquél que se atreva a tocarle un solo pelo, lo mataré- murmuré, en voz baja, mientras me encaminaba al salón común.
-¿Te has enamorado de ella?- la pregunta de Gallahad no me pilló desprevenido. Sonreí, y me giré para mirarle.
-¿Quién sabe? Soy demasiado impredecible, y eso lo sabes muy bien-
Jonathan Strider, 45 años