Me pongo triste cuando recuerdo a Mike. Al fin y al cabo, fue él la razón por la que abandoné la Policía Militar. Recuerdo el día que nos conocimos. El hombre que en esa época comandaba el cuerpo, requirió mi presencia. Yo, de entre todos los reclutas, había sido la mejor de mi promoción, y sin dudarlo, escogí vivir en la Muralla Sina con el objetivo de proteger a mi familia.
Heins pidió mi ayuda en un asunto que consideraba importante. Al preguntarle que de que se trataba, me contesto, con total seriedad, que su objetivo era desacreditar a la Legión de Reconocimiento, y que para ello quería que me uniera con la excusa de observar su trabajo para así mejorar las relaciones entre cuerpos, pero en secreto trataría de apuntar todos sus malos comportamientos. Sin nada que perder, accedí a su petición, y al día siguiente partí a la base donde la Legión se reunía.
El líder de ese entonces accedió a mi estancia entre ellos, y pronto me vi rodeada de soldados alborotadores, pero con miradas duras y claramente curtidas con el peligro de su trabajo. No fui muy bien recibida, a decir verdad. Muchos me evitaban, y cuando establecía conversación con algún grupo, me dejaban de lado poco después.
El día que conocí a Mike fue como otro cualquiera. En el desayuno, me alejé de todos y me recluí en una mesa apartada. Pasaron varios minutos, y cuando me quise dar cuenta, alguien estaba inclinado hacia mí. Lo que más me descolocó es que parecía que estaba olisqueandome.
-Galleras de jengibre. También percibo papel y tinta- murmuró, antes de separarse de mi, y esbozar una sonrisa socarrona. Mis mejillas ardieron cuando me levanté, agarrando mi cuaderno. A mi alrededor me miraban con cierta burla, conocedores de la manía del que había hablado. Era bastante alto, de corta y rebelde cabellera rubia, y unos impactantes ojos del color de la ceniza.
-¿P-Perdón?-
-Es a lo que hueles. Me entró curiosidad por conocer el olor de un miembro de la Policía Militar- se encogió de hombros, casi burlón, y me enfureció. Sin contestarle, avancé, pero al llegar a su lado otra idea surgió en mi cabeza. Me detuve, mirándole a los ojos- ¿Necesitas algo?- sin contestar, de nuevo, le agarré del cuello de la camiseta, y tiré de él hacia abajo. Cuando tuve su cuello a la altura de mi nariz, inspiré profundamente, y le solté.
-Algún tipo de cera, seguramente para pulir tus cuchillas del equipo de maniobras- empecé- Huelo también sangre. Una más fuerte que otra. Así que apuesto a que se trata de sangre de titán y sangre humana- me regocijé cuando le vi abrir los ojos con sorpresa- Y pino...hueles a pino- sonreí, admirando aquél aroma natural, y abandoné la sala dejando a todo el mundo atónito.
Tras ello no tuve ningún contacto con nadie, hasta que un día me reencontré con él. Me observó durante unos minutos, antes de acercarse y tenderme la mano.
-Soy Mike Zakarius- se presentó. Sorprendida, dividí mi atención entre su mano y su mirada sincera. Sonreí, algo cohibida, y le estreché la mano.
-Sanja. Sanja Imarova- contesté.
Tras eso, mi relación con Mike se forjó. Nos hicimos amigos, y bromeabamos continuamente. Incluso los miembros de la Legión empezaron a relacionarse conmigo, y su confianza en mi aumento.
Empecé a sentirme sucia. Sucia por estar engañandoles, sucia por no decirles la verdad. Cada noche miraba el cuaderno donde apuntaba las cosas relacionadas con ellos, y cada vez me sentía peor. Hasta que un día me decidí.
Acudí al comedor, donde todos estaban reunidos. Obvié el lugar donde me había estado sentando, dejando desconcertado a Mike, y me dirigí a la mesa donde se sentaba el líder del grupo. Delante de todos, le lancé el cuardeno, que cogió al vuelo.
-El líder de la Policía Militar me envió aquí, no para mejorar nuestras relaciones, sino para destruir este grupo- declaré- En ese cuaderno se encuentran todos los comportamientos que pensaban usar contra ustedes. Pero no voy a permitir que hagan nada en su contra- me quité la chaqueta, donde el unicornio de la Policía Militar destacaba, y la dejé caer al suelo- A día de hoy, yo, Sanja Imarova, renuncio a mi puesto en la Policía Militar, y pido que se me permita la admisión en la Legión de Reconocimiento- concluí.
Las dos siguientes semanas fueron demasiado alborotadas. Muchos trámites, papeleo, y varios encontronazos con los miembros de la Policía Militar. Pero cuando Mike estaba conmigo, todo lo malo desaparecía. Los insultos, las amenazas, nada de ello tenía sentido, y finalmente me admitieron en la Legión de Reconocimiento.
Supe que era la felicidad cuando di el si quiero en mi boda con Mike, y en especial cuando tuve a Neven, nuestro hijo, en mis brazos. Pero Neven desapareció, y sin que yo pudiera hacer nada, mientras me encontraba tras las seguras murallas de Sina, Mike también lo hizo.
Ahora solo puedo proteger aquello que Mike me enseño y...
-Capitana Zakarius- dejé de escribir, y levanté la mirada hacia la persona que me había hablado.
-¿Qué sucede, Armin?- coloqué la pluma al lado del cuaderno, y traté de esbozar una sonrisa.
-El capitán Levi quiere que todos nos reunamos- informó.
-De acuerdo, voy en seguida- el chico realizó el gesto del cuerpo, colocando su mano sobre su corazón, y se marchó. Suspiré y miré el cuaderno, tomando la pluma.
Y mirar hacia delante, aún cuando esto puede ser lo más complicado a lo que me debo enfrentar...
Sanja Zakarius, 24 años, Shingeki no Kyojin