Una vez tuve un sueño escalofriante.
En el, me vi rodeada de sombras. Pero no eran meras impresiones en el suelo, ya que estas parecían vivas. Se agitaban a mi alrededor, siseando, como látigos, buscando algo a lo que aferrarse.
Notaba como mi pecho se oprimía, como mis esperanzas se veían reducidas a cenizas, y como un frío estremecedor calaba en lo más profundo de mi ser, tomando mi conciencia.
Me levantaba e intentaba escapar, hacía todo lo posible por alejarme de aquél lugar maldito. Pero ellas me perseguían. Sabían donde estaba, donde me escondía. Y volvían a envolverme, como si no pudieran hacer otra cosa. Me buscaban, buscaban aferrarse a mi cuerpo, a todo lo que soy.
Por mucho que lo intentara, no podía despertar, como si quisieran tenerme allí, a su merced. Sentía como mi vida dejaba de significar algo, convirtiendome en un mero alimento para esos zarcillos oscuros que drenaban mi vida.
Y entonces, cuando caía derrotada, sin posibilidad ni ganas de volver a levantarme, aparecía la luna. Esa luna negra que se mantiene burlona en el cielo, con un brillo opaco, y sus dientes rezumando la sangre que anuncia la muerte...
June Gailter, 16 años, Soul Eater: Madness Return