VI

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La mañana del martes fue igual o peor que la del lunes. Decidí que las tres últimas horas no eran importantes y me fui.
Sabía que David terminaba la jornada a las 12.30 y podría encontrármelo.
Fui hacia la cafetería a comprarme un chocolate caliente (odio el café) y me senté a leer. Estaba apoyada sobre la ventana cuando miré por ella. Era David. Él no me había visto pero yo a él si. ¿Por qué siempre aparece en mi camino? Quiero decir, nunca le había visto y ahora me lo encontraba sin ningún tipo de dificultad.
Subí el libro y me tapé la cara, no quería que me encontrase saltándome clases.
Cuando por fin le perdí de vista recibí un WhatsApp.
-Saltandote clases?
Mierda. ¿Por qué parecía que estaba vigilándome?
No respondo al mensaje. Sigo con mi lectura.
De pronto noto como alguien se sienta en la silla vacía que tengo enfrente. Levanto la mirada lentamente y, como sospechaba, era él.
– Hey, ¿qué haces aquí?
– Pues leo. ¿Y tú? ¿Por qué parece que me persigues?
– No te persigo, Sofía. Sólo coincidimos en los mismos sitios.
– Pura coincidencia...
– Si quieres me voy.
– No, lo siento. No te vayas. Es que no estoy de humor.
– ¿Y eso? Cuéntame.
– No es nada, es sólo lo que se le podría pasar por la mente a una adolescente de 17 años.
– Pensé que tenías menos.
– ¿Gracias?
– Jajajaj, es broma. ¿Quieres dar una vuelta y así te despejas?
– Mmm... Vale. Pago esto y vamos.
– No te preocupes, invito yo.
Se levanta y paga mi chocolate. Guardo el libro y me acerco a él.
– No tenías que pagar nada.
– Bueno, por un euro no me voy a quedar sin dinero. ¿Por qué no estás en clase?
– Han faltado los profesores de las últimas tres horas – mentira, pero él no tiene por qué enterarse de la verdad.
– Comprendo. ¿Cómo llevas lo que vimos en clase el otro día?
– Bien, tú sabes.
Continuamos hablando durante un largo tiempo. De todo y de nada. Gustos, vivencias, pensamientos.
David habla, a parte del francés y el inglés, árabe, italiano y portugués. Ha viajado por los cinco continentes y ama la literatura en versión original. Y sí, tiene novia, con la que lleva cuatro años. Se conocieron en la universidad. Ella es de Reino Unido. Se enamoraron y ahí siguen.
Yo no le hablo mucho sobre mí, no me gusta contar mis cosas.
– Bueno Sofía, ¿quieres que te acerque a casa?
Me lo pienso, y la verdad, no me apetece nada coger el bus.
– Está bien, ¡gracias!
Vamos hacia su coche. Cuando entramos conecta su móvil al bluetooth y pone "OneRepublic", uno de mis grupos favoritos.
El camino hacia casa lo hacemos en silencio, escuchando únicamente las canciones que van saliendo.

Mi profesor de francés.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora