XV

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– Déjame. Me voy con mis amigas.
– Ni con tus amigas ni nada. Súbete al coche, ya. Si no le contaré todo a tu madre.
– Eso es chantaje. No pienso montarme.
– Muy bien, o por las buenas, o por las malas.
Me cargó en su hombro. ¿Había puesto la mano en mi culo?
– Y ahora a casa. Dos días seguidos. Al tercero no pienso ayudarte.
No tenía fuerza para discutir. Me eché sobre la ventanilla y no hablé durante todo el trayecto.
Cogí el móvil para avisar a mis amigas.
*Yo: xjicassss m voy a casa, estoy nuuuyy cabsada. Os qukeroooo!!!
Se entendía, ¿no?
Llegamos a la casa de David y me cogió en brazos. Abrió la puerta de la casa y me subió directamente a la habitación. Estaba demasiado borracha.
– David, duerme conmigo.
– No. Yo duermo en el sofá. Buenas noches Sofía.
– Espera. Quédate un poco conmigo. Estoy muuuuy mareada.
David se aproximó a mi y me miró a los ojos. Supongo que entre el alcohol y mis ganas no pude evitarlo, y le besé.
Al principio con miedo, porque no sabía si me respondería el beso, pero al ver que no se quitaba fui besándole con más énfasis.
Me tumbó en la cama y él se puso encima, besándome, recorriendo sus manos por todo mi cuerpo.
– Sofi, esto no está bien.
– Eso mismo dijiste ayer y míranos. Sólo nos estamos besando.
– Vale, pero sólo besarnos.
Obvio que sólo besarnos. No iba a llegar a más con él. Al menos, no de momento.
– Duerme conmigo. – le vuelvo a pedir.
– Vale.
– Buenas noches profe.
– Buenas noches, élève.
Y me abrazó. Me sentía protegida en sus brazos.
¿La cama se movía o era el alcohol?

Mi profesor de francés.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora