XXXI

1.3K 65 6
                                    

Recogimos juntos los restos de la cena y ordenamos la cocina. Cuando terminamos, abrimos otra botella de vino y nos sentamos en el sofá a buscar una película. Me sentía como en casa. David era el hombre perfecto, pero había una sola cosa que aún no sabía, ¿seguía con su novia? Aunque ahora me importaba más bien poco, ya le preguntaría en otro momento. Nada podía arruinar esto.

David no paraba de juguetear con mi pelo mientras elegíamos película y bebíamos el puñetero vino rosa que hacía que cada vez tuviera menos vergüenza y pensara menos. Él también se mostraba cada vez más tranquilo y a gusto, podría decir que incluso cariñoso.

- Oye Sofi, haz el favor de elegir peli, yo ya he hecho suficiente hoy.

- Mmm vaaale, está bien. Dame el mando, aunque soy muy mala eligiendo.

En ese momento nuestras manos se tocaron, pero ninguno de los dos la apartó. Me sentí como cuando vas a darle el primer beso a esa persona que tanto te gusta, aunque yo con él ya había tenido más de uno y dos besos.

No sé quien de los dos se lanzó, pero cuando me di cuenta estábamos besándonos como nunca antes lo habíamos hecho, y esta vez era de verdad. Era un beso ansiado, con pasión pero sin prisa y sobre todo con muchas, muchas ganas.

Me senté encima de él a horcajadas y puso sus manos sobre mi espalda. Entrelacé su pelo entre mis dedos y sentí como me presionaba contra él. No parábamos de besarnos. Nuestras lenguas se juntaban en perfecta sintonía, descargando todas nuestras ganas en nuestro no-primer beso. Me separé y besé su cuello y el lóbulo de su oreja, lo que le hizo enloquecer. Agarro mi culo por encima del pantalón con fuerza y un leve suspiro salió de él.

- Sofi... si no quieres llegar a más es hora de parar porque te prometo que me estás volviendo completamente loco.

No le escuché, seguí besándole y mordiéndole con cariño, volví a sus labios y en un ágil movimiento me tumbó debajo de él. Ahora David tenía el control. Agarró mis manos por encima de mi cabeza y en una sensual tortura comenzó a besarme tal y como lo había hecho yo momentos antes. Besó mi clavícula, descendiendo sobre lo poco que dejaba ver mi camiseta llegando así al inicio de mi pecho. Sentía su erección presionar mi cadera y mi cuerpo no paraba de arquearse buscando y pidiendo más.

Me soltó, y le quité la camiseta. Estaba más fuerte de lo que recordaba. Él hizo lo mismo y tiró mi camiseta lo más lejos que pudo. Yo misma me quité el sujetador y me puse encima de él. Esto era una guerra de a ver quién llevaba el control, pero me tocaba a mi. Bajé besando su torso desnudo y desabroché su pantalón torpemente. Estaba demasiado nerviosa. Él me ayudó pero no sin antes quitarme a mi mis pantalones. Bendito momento en el que me puse la ropa interior bonita.

Bajé con delicadeza sus calzoncillos y... m a d r e m í a. Este hombre era perfecto lo miraras por donde lo miraras. Con delicadeza besé la punta de su polla y con cuidado me la fui metiendo en la boca. David jadeaba e intentaba reprimir sus gemidos, pero esta situación solo hacía que me pusiera más cachonda. ¿Existe algo mejor que escuchar gemir a un hombre?

Con delicadeza seguí chupándosela, puse todas mis ganas para que no tuviera ninguna queja. Quería verle disfrutar.

- Sofi te juro que o paras o me corro y no creo que sea lo que queremos para ser nuestra primera vez juntos, ¿no?

Iba a responderle cuando me agarró y ahora volvía a tener él el control. Como si de un profesional se tratara, me colocó donde cinco segundos estaba disfrutando él y en un ágil movimiento me quitó el tanga. Antes de poder decir nada, ya estaba entre mis piernas haciéndome sentir lo que nunca otro hombre había conseguido. Sabía exactamente dónde tocar y cómo. Benditos diez años de diferencia.

Y en menos de diez minutos pasó. Consiguió que tuviera el mejor orgasmo de mi vida, haciendo que mi espalda se arqueara como nunca antes y que mis piernas temblaran.

- Joder David, eres increíble. Tengo condones en mi bolso, por si no tienes a mano...

Pero sin dejar que terminara de hablar, me cogió en brazos y me llevó a su habitación. Abrió la mesita de noche y sacó un condón y se lo puso, pero me tocaba a mi mandar.

Con un gesto le indiqué que se tumbara y me senté sobre él, sobre su erección. Sentí como dilataba adaptándome a él y cuando llegué hasta el fondo empecé a moverme. Primero lentamente y poco a poco comencé a subir el ritmo. La cara de David era lo más sexy que había visto en mi vida.

Pero como ya había dicho antes, esto era una guerra de a ver quien llevaba el control, por lo que no tardó en agarrarme fuertemente del culo y empezar a bombear rápidamente. Ahora los dos gemíamos casi a la par. Cambiamos de postura varias veces con total compenetración hasta que David se corrió.

Nos tiramos a cada lado de la cama agotados, sudando y casi sin respiración. Ninguno dijo nada, solo mirábamos al techo. David me buscaba y tiró un poco de mi para que me acercara a él y le abrazara.

- Ha sido increíble. Estoy cada vez más seguro de que eres la mujer de mi vida.

Mi profesor de francés.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora