Eran las nueve menos diez de la noche y ahí estaba yo, delante de la puerta de David. No sabía sin mandarle un WhatsApp o llamar al timbre, estaba demasiado nerviosa. No sé cuanto tiempo pasé delante de la puerta pero al final no tuve que tomar ninguna decisión, David abrió la puerta y con una mueca graciosa me miró.
- ¿Cuánto tiempo llevas ahí parada? Espera, no me lo digas. Diez minutos, ¿a qué se supone que estabas esperando?
- Emmm... esto, pues que tengo una manía y hasta que no son y punto no suelo actuar. Así que... anda mira, ya son las nueve. ¿Qué tal? ¿Puedo pasar?
David me miró y soltó una carcajada. Vaya mierda de excusa me había buscado.
- Venga pasa, deja las cosas donde quieras, y siéntate en el sofá, yo estoy terminando la comida.
Pasé a la casa donde había sido llevada tras los ''heroicos'' rescates y donde se podría decir que todo empezó. La cocina olía de muerte, aunque no era capaz de adivinar qué había cocinado. Pasé al salón y dejé las cosas. Después me puse a mirar las estanterías. Libros, alguna foto con amigos pero nada que representara su infancia ni su familia. También tenía alguna saga de películas en versión especial como las de Marvel o El Señor de los Anillos.
- No creo que vayas a sacar nada en claro sobre mi tras ver esa estantería, representa diferentes etapas de mi vida y no creo que haya nada que diga algo sobre mi yo de ahora. Ven, siéntate, ya está la comida.
- Solo miraba, si quiero saber algo de ti te lo pregunto. - me senté enfrente de él. La mesa estaba cuidadosamente puesta y la comida tenía una pinta increíble. - Oye esto huele genial, no sabía que se te daba bien la cocina.
- Pues ya sabes otra cosa de mi. Pruébalo y me dices qué tal.
Empezamos a comer y no podía hacer más que darle un diez. Bebimos vino rosado, el cual hace que me emborrache en dos segundos, pero la ocasión lo merecía. Hablamos de mil cosas, no se notaba para nada la diferencia de edad y por un momento, nos olvidamos de que éramos profesor y alumna.
- Vale Sofi, tengo otra sorpresa. He hecho postre. Espero que hayas dejado un hueco porque te va a encantar. Es la especialidad de la casa. Ahora mismo vuelvo.
David se levantó y de la que se fue a la cocina recogió la mesa. Me lo estaba pasando genial, no podría describir el sentimiento que estoy sintiendo. Es como si estuviera en una nube de la que no quiero bajar. Qué cursi sueno, por dios.
- Y... aquí está. Mousse de fresa con nata y sirope de chocolate. Es la cosa más sencilla del mundo, pero cuando lo pruebes vas a querer repetir.
Me dio una cuchara y esperaba ansioso a que lo probara y diera mi veredicto final: súper orgasmo.
- David, esto esta increíble. Si me prometes que me vas a cocinar siempre firmo los papeles de la boda ahora mismo.
- Te prometo que te cocinaré siempre. ¿Te traigo los papeles?
El momento del postre fue mejor que durante la cena. El vino que habíamos tomado empezaba a hacerse notar, y la mezcla con el dulce hacía el ambiente mucho más distendida.
- Muchísimas gracias por invitarme a cenar, ha sido de las mejores noches de mi vida sin duda.
- Gracias a ti por venir. Oye Sofi... igual esta pregunta es un poco, no sé. A ver, que he pensado que igual te apetecería quedarte a pasar la noche conmigo. Mañana te llevo a clase a la hora y te prometo que no nos dormimos tarde.
- Claro que me quedo, pensé que era parte del plan.

ESTÁS LEYENDO
Mi profesor de francés.
RomanceSofía necesitaba ayuda en francés pero no pudo imaginar que su profesor iba a ser un universitario atractivo que cambiaría totalmente su vida.