XXXIV

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David y yo pasamos el verano juntos. La mayoría de los días estaba en su casa. Cocinábamos, veíamos series y hacíamos el amor todas las veces que nuestro cuerpo podía.

Mis padres acabaron enterándose de mi relación con mi profesor. Al principio les sentó mal, pero cuando hablaron con David quedaron encantados. Él sabía cómo ganarse a la gente, y eso nos facilitó que pudiésemos pasar la mayoría del tiempo juntos.

En agosto planeamos un viaje a Francia. Yo nunca había estado en París y fue un regalo que me hizo por mi nota de selectividad.

París fue una experiencia increíble. Hicimos mil fotos y comimos en sitios maravillosos. Fuimos a Disneyland y entramos en el museo del Louvre.

David era simplemente increíble, y la diferencia de edad ayudaba mucho a que nos entendiéramos. A veces la gente nos miraba raro, y es que yo no dejaba de tener dieciocho años y una cara de niña de doce.

Un día, estábamos paseando por los jardines cercanos a la Torre Eiffel y de pronto, David se arrodilló.

- Sofi, no te asustes. Sólo quiero pedirte que te cases conmigo, aunque después no sea así. Creo que esto solo puede hacer que nunca olvides este viaje a París y que nunca me olvides a mi.

Todo eso me puso muy nerviosa porque yo no dejaba de tener dieciocho años, pero como él bien decía no tenía que ser para siempre, o sí. Así que acepté y nos besamos. Los turistas y locales de la zona aplaudieron al vernos y yo no recordé haber pasado más vergüenza en mi vida. El anillo era precioso aunque muy sencillo, para que no llamara la atención de mis padres ni amigos y no pensaran que era un anillo de compromiso. David siempre pensaba en todo.

A la vuelta tuve que hacer la matrícula de la universidad. Al final decidí matricularme en marketing y administración y dirección de empresas, lo que entristeció a David porque él quería que hiciera algo que tuviera que ver con el francés. Pero para aprender el idioma ya le tenía a él, que me enseñaba continuamente todo lo que necesitaba saber.

Por suerte no tuve que marcharme de la ciudad para estudiar, podía hacerlo aquí, lo que facilitaba el poder estar con el que yo cada vez estaba más segura de que era el hombre de mi vida.

Mi profesor de francés.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora