XVIII

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El domingo fue un día bastante normal. Me dediqué exclusivamente a estudiar y a ponerme al día con las cosas de clase. También hice las tareas que David me había mandado de francés y cuando descansaba me ponía a mirar carreras que pudiesen llamar mi atención.
La idea de la ingeniería no se me quitaba de la cabeza, pero me asustaba porque llevaba sin dar física mucho tiempo y mejor no hablemos de las mates.
Miré carreras que tuviesen que ver con mi bachillerato: derecho, economía, marketing...
Cerré el portátil de mala gana y seguí estudiando.
Mi madre me trajo la merienda. Los domingos solía estar en casa. La semana que viene me tocaba ir a casa de mi padre. Él si tenía una relación. Su pareja me caía bien, era muy buena y me trataba como si fuera su hija. Mi hermana como siempre estaba con su novio. Ella al ser mayor de edad no tenía que cumplir con las fechas acordadas para pasarlas con papá o mamá. Hacía lo que quería.
Pronto se hizo de noche y cene con mi madre mientras veíamos la serie que a mi me gusta.
Cuando acabó, le di un beso a mi madre y me fui a dormir.
El despertador sonó a las 7 de la mañana como todos los días. Cogí mi toalla y me metí en la ducha. Me lavé el pelo con rapidez y salí. Me sequé lo más rápido que pude y me puse mi ropa habitual. Hoy tocaban las converse rojas, con un vaquero y un jersey negro. Ya empezaba a refrescar en las mañanas. Me preparé unas tostadas y salí corriendo hacia el bus mientras me las comía.
En clase todo era normal. Me junté con las chicas y hablamos de todo y nada. Querían salir de nuevo el próximo viernes, y a mi me pareció buena idea.
Cuando acabaron las clases me fui a casa y recordé que a las ocho tenía clases de francés. Aproveché la tarde para estudiar y cuando quedaban quince minutos para las ocho me llegó un WhatsApp:
- Sofi, estoy llegando. Ten las cosas preparadas. Hoy necesitaremos un ordenador, tienes?
- Si, ahora mismo lo cojo. Avisa cuando llegues.
A los diez minutos llegó y entramos a la sala.
- ¿Has hecho las tareas que te dejé?
- Ajá - le acerqué los folios. Había demasiada tensión en el ambiente. Odiaba esta situación.
- Pensé que no los tendrías hecho, como no me has preguntado nada...
Preferí no responder. Me corrigió y me dijo cuáles habían sido mis errores. La clase transcurrió normal, pero cuando quedaban quince minutos, David sacó el tema.
-¿Te arrepientes de lo que pasó el fin de semana?
La pregunta me cogió por sorpresa, así que me mantuve callada unos segundos.
-Sí. Eres mi profesor, me sacas diez años y tienes novia, a la que por si no te habías dado cuenta le has sido infiel con una "niña pequeña" de diecisiete años.
Esto último lo dije con un tono de voz burlón, citando lo que había dicho su querídisimo amigo Miguel.
- Vaya, eso si que no me lo esperaba. Igual si no hubieses bebido tanto no tendría que haberte llevado a casa y nada de esto habría pasado.
- Si no me hubieses intentado "salvar del coma etílico" nada de esto habría pasado, porque te recuerdo que fuiste tú el que me cogió en brazos y me llevó a tu casa y el que me besó primero.
- ¡Así que la culpa es mía! No recuerdo que dijeras que no querías besarme o dormir conmigo, es más, si no recuerdo mal fuiste tú la que me suplicó que me metiera en la cama contigo.
- Joder, ahora te puse una pistola en la cabeza para que lo hicieras. ¡Si supuestamente tú eres el adulto deberías haber mantenido la mente fría y no haberte dejado persuadir por una niña pequeña!
- Mira Sofía, paso de discutir contigo. Mañana mismo llamaré a tu madre y le diré que no puedo seguir dándote clase. Ha sido un placer coincidir contigo.
Se levantó y se fue. Así, sin más. No sabía que hacer. No me imaginaba que esto iba a terminar así. ¿Realmente quería que se fuera?

Mi profesor de francés.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora