Capítulo 4. Naufragio

565 18 13
                                    




Al día siguiente, día once dentro del barco, todos nos encontrábamos nerviosos y emocionados por llegar a la base Frei. El viaje debía concluir, por lo que la verdadera aventura comenzaba. En ese momento no sabía cómo iba a resultar mi estadía en Bostroff. Me preocupaba que me descubrieran usurpando a Catalina Seinfield y enamorarme perdidamente de Alek, así que el panorama era poco alentador y absolutamente desconocido.

Verónica nos dio una charla temprano en la mañana, explicándonos que seríamos llevados en helicóptero hasta "Bostroff Central", por lo que al llegar a la base Frei seríamos reagrupados. Se esperaba nuestra llegada alrededor de las veinte horas, por lo que debíamos usar nuestros uniformes correctamente. Por primera vez nos vestiríamos iguales ¡verdaderos presos! Además, la guía nos pidió nuestra colaboración durante el proceso de análisis inicial. 

No me sonaba el concepto, pero Samantha me explicó que se trataba de un montón de exámenes que debíamos realizarnos en la clínica del Bostroff. Luego nos irían chequeando cada semana para verificar que las drogas se desintegraran en nuestros cuerpos. Así comprobarían que no estábamos consumiendo ningún tipo de estupefacientes, incluso nicotina y alquitrán, por lo que deduje mi último cigarro sería requisado.

Luego de las instrucciones preliminares, el almuerzo vino ligero. Busqué a los Rudska con la mirada, moría por saber cómo se encontraba Diego, sin embargo, ellos no estaban presentes. Samantha en la misma tarea terminó igual de desilusionada.

—No están aquí. —Dije.

 —Lo sé ¿los viste temprano?

—No ¿tú? —Samantha negó con la cabeza. A toda costa iba a averiguar qué ocurría con los rusos. Los misterios me venían de maravilla para calmar mis nervios ante el inminente arribo.

 —Tengo una idea, iremos hasta los camarotes, preguntaremos por los Rudska y veremos a Diego.

—Brillante, Cata pero ¿qué te hace creer que Alek nos dejará verlo? Ayer reaccionó muy raro.

 —Concéntrate en Diego, yo me ocupo de Alek. —Contesté sonriendo.

Nos escabullimos entre la gente para llegar a los camarotes, tal y como había planeado, sólo que en el camino nos encontramos con una situación que estúpidamente no preví. Alek no estaba en la habitación, estaba sentado fuera del camarote, en el pasillo.

—¿Y ahora qué? —Samantha detrás de mí vio con dificultad el panorama, pero yo sabía cómo arreglar el imprevisto.

 —Yo voy por Alek y en cuanto nos veas partir entras al camarote, mándale cariños a Diego de mi parte. —Ella asintió, y yo me propuse ir por mi presa. Jamás pensé que mis encantos no fueran suficientes.

— Alek. —Dije sonriendo.

—Hola. —Respondió él desde el suelo

 —¿Puedo sentarme aquí?

—Claro. — Alek carraspeó antes de seguir hablando  —Sobre ayer, Catalina, no quería ser agresivo contigo. 

—¡SHHH, NO! —Le dije velozmente, tapándole la boca con un dedo. Samantha oiría el drama que Alek había creado alrededor de ella y Diego.

—¿Bien entonces? —Preguntó él, confundido.

 —Si, todo bien, son discusiones sin importancia. —Él no siguió la conversación, el silencio reinaba y podía ver a Sam resoplando aun cuando estaba escondida. —Sabes, pensaba en lo que ocurrió ayer con esa chica...

Drogas & DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora