Capítulo 14. Tres diez

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Samantha le preguntó a Diego por Catalina, un poco antes de terminar la cena. Él le contestó, dulcemente, que lo conversaran más tarde.

—¿Te veré después?—Preguntó Sam, esperando que Diego le respondiera afirmativamente cuando se disponía a dejar los comedores de camino a su última clase del día.

—¿Quieres mi cuerpo musculoso en tu cama otra vez? —El auxiliar de comida de Diego los miró con cara de reprobación. Pero Diego no aclaró sus dichos.

—Quizás. —Contestó ella entre risas.

—Estaré ahí. —Dijo él despidiéndose con un beso en la frente.

Diego se desvió de camino a la clase que le tocaba, para pasar a saludar a Hanna hasta su oficina. Sonrió cuando vio que la puerta aún no era reparada del todo.

—¡Sólo quiero hablar con ella! —Le dijo al guardia que custodiaba la entrada.

—Déjalo pasar. —Dijo Hanna indicando con la mano.

Lucía un traje rojo de dos piezas, sin delantal blanco como siempre —lo había dejado en la parte posterior de su silla giratoria— y al ponerse de pie, Diego notó que tenía una gran cintura.

—¿Qué ocurre? —Dijo, con el guardia escuchando desde la entrada sin puerta funcional que cerrar. Se sentó en uno de los sillones antes de hablar.

—Quiero que hablemos de Catalina y de Samantha.

—Diego, es un placer saber que Samantha está en mejor estado y bueno, ha sido lamentable que Catalina nos haya dejado sin completar el programa.

—¿La echaron? —Preguntó el rubio, frunciendo el ceño.

—No, ella y sus padres decidieron que debía volver a Santiago para estar con su familia.

—¿La echaron por el Strip Tease? —Diego levantó la voz.

—Ya te expliqué por qué.

—Voy a dormir en la habitación de Samantha. —Hanna levantó las cejas y abrió la boca sin decir nada. Había sido un cambio de tema abrupto.

—No puedes dormir en el sector femenino.

—No me importa.

—Diego, ya conoces el reglamento.

—¿Vas a echarme también?

—No puedes dormir con ella.

—¡Puedo casarme con ella si quiero! No voy a dejar que le pongan otro dedo encima ¿Acaso no la has visto?

—¿A qué te refieres? —Preguntó Hanna, luciendo sinceramente interesada.

—Vi sus brazos ¿Con qué la trataron? ¿Con fierros calientes?

—Samantha sufre de una terrible adicción a la heroína.

—No se ve como heroína, esas marcas en su cuerpo no tienen nada que ver con heroína.

—A lo mejor sería bueno que, cuando te topes con ella en los sectores comunes, le preguntes sobre su vida y la forma en que se hizo las marcas que tiene.

—¿No te da vergüenza? —Dijo Diego con una sonrisa incrédula y negando con la cabeza.

—Creo que ha sido suficiente. —Ella miró al guardia y él se acercó a ellos.

—¿Ahora es cuando me haces desaparecer con ese matón?

—No Diego, te esperan en expresión musical.

Drogas & DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora