Capítulo 9. Complot

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Kate caminaba a saltitos, creía que le ayudaba a capear el frío, en el fondo de su corazón anhelaba los días soleados que había dejado atrás en San Antonio, Texas. Extrañaba a sus hermanos menores, a su perro Clever y caminar por la calle sin miedo de perder algún miembro de su cuerpo congelado. En la Antártida todo era rápido, sus ideas para la investigación debían estar siempre un paso más adelante que las de su jefe (Mendel), se dormía poco y no habían muchas personas jóvenes para conversar. Cuando Diego y Rodríguez aparecieron en el hospital para ayudar, ella quiso presentarse e ir a saludar pero cuando se dio cuenta que Mendel no iba a enviarla a pasar tiempo con los chicos agradeció que se metieran en la pelea.

En cuanto Katherine llegó a la oficina del doctor, su jefe, venía con la idea de pedir a alguno de los visitantes como secretario para avanzar más rápido en los reportes médicos que debían hacer, así es que entró sintiéndose segura, y dijo:

—Álvaro, antes que digas que no...

—¿Álvaro? —Dijo Diego, aprobando la informalidad del trato en el hospital.

—¡Oh so sorry! —Instintivamente contestó en su idioma natal, porque Kate había aprendido, de las bases chilenas, que daba lo mismo mezclar un poco los idiomas.

—¿Crees que la oficina está ordenada? —Preguntó Diego mirando alrededor.

—No, no realmente. —Dijo ella sonriendo.

—¿Hay algo más que pueda hacer? —Preguntó Diego con la esperanza de una propuesta interesante.
La pequeña rubia dudó y respondió aún con la sonrisa que le enmarcaba el rostro en forma de corazón.

—Tengo que esperar un poco más por mi caso en la morgue. Creo que podría quedarme aquí y ayudarte.

Diego confió en ella sin saber que la propuesta incluiría mucho más que barrer y desempolvar algunos muebles.


 Durante el break tuve tiempo para conversar con Alek como hacíamos antes, antes de enterarme que estaba comprometido

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 Durante el break tuve tiempo para conversar con Alek como hacíamos antes, antes de enterarme que estaba comprometido. Una parte de mi quería preguntarle qué íbamos a hacer y la otra ya sabía la respuesta.

—¿Te parece que Diego está mejor, Catalina? —Él se adelantó con un tema de conversación, impidiéndome decidir tomar una actitud coherente con mis sentimientos.

 —No sé si mejor, pero diferente. —Contesté.
Estábamos sentados en un sillón de las salas de descanso que había en Bostroff, mucha gente andaba por los pasillos, al ser un área común era increíblemente monitoreado por cámaras y personal.
Alek se acercó más a mí y puso su frente en mi hombro mientras yo hablaba, podía sentir su boca en mi brazo cada vez que él respiraba. Tomé su mano derecha y le hice cariño, pero uno de los auxiliares nos llamó la atención. Alek se alejó de mí y yo no podía seguir esperando.

—Alek...

—Creo que Diego va a mejorarse ¿sabes? En todo sentido. —Me dijo esperanzado.

Drogas & DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora