Capítulo 24. Señor y Señora Walker

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Necesitaba volver a ver la casa. Había observado tantas fotos de Villas iguales en el territorio antártico que los detalles grabados en mi memoria parecían disiparse. Moro me había dejado con Ángel porque contestaba una llamada al teléfono de la ONG, era un científico amigo recordándole de una consulta calendarizada para la tarde de hoy. Ninguno de nosotros deseaba otra cosa más que encontrar a Ricardo pero Ángel convenció a Matías de mantener la fachada en la que habían puesto tanto esfuerzo y trabajo.

Cansada, tomé el libro y armé un círculo con velas. No como en las películas, velas de distintos tamaños y colores, me senté, revisé el libro y las anotaciones que habíamos hecho con Ángel en la libreta negra.

—¿Necesitas más sangre? —Pregunto mi amigo, el barbón, mirando desde afuera del círculo.

—No, no quiero más heridas. —Contesté sin mirarlo.

—¿Cómo los vas a atraer entonces?

 —No se han ido Ángel, los puedo ver aquí.

—¿Ahora? —Ángel miraba a todos lados y un cable que teníamos colgado en una esquina de la habitación, que se unía a una especie de alarma instalada por Moro, se balanceaba como si el viento lo moviera. Lo mismo pasaba con la cortina o las repentinas arrugas en la alfombra. La misma puerta, que ahora estaba abierta, aun cuando Moro la había cerrado antes de partir, era la prueba. Ellos estaban ahí o por ahí habían pasado, esa era la explicación que nadie más veía.

 Ángel se metió al círculo para estar conmigo y dijo.

—Necesitas ser más agresiva pidiéndoles a Ricardo.

 —No funciona así, tú leíste el libro.

—Sí, pero yo no lo entiendo como tú.

 —Exacto. —Contesté y seguí hablando. —Son las emociones, la energía, lo que genera tensión, eso les atrae. La sangre es un comodín cuando estamos desesperados pero creo que quieren lo que no poseen ¿Estoy haciendo algún sentido?

—¿Quieren lo que no tienen? Energía si tienen. Uno de esos se metió en mi cuerpo y terminamos en otra parte ¿No recuerdas? —Dijo Ángel con voz de haberse sentido ultrajado.

 —Sí pero lo hacen a medias, no pueden conectar, no pueden sentir la excitación... —Ángel se me acercaba cada vez más mientras hablaba y yo aún tenía una mano en el libro. Cuando sentí que su boca estaba en mi cuello, las rodillas me temblaron como siempre. No era el momento para esto así es que intenté quitármelo de encima.

—Piensa en lo que estás diciendo, esta es la mejor forma de generar energía para ellos. —Ángel tenía su boca en mi hombro y con la otra mano ya había comenzado a desvestirme. Yo no había soltado el libro y él tenía razón, aquellos seres nos prestaban atención. Busqué la hoja que necesitaba y leí.

 —Yo, amiga de los habitantes de la tierra, los convoco desde cada punto cardinal para recibir esta ofrenda. —Ángel pasó a mover una vela y yo me sobresalté por el ruido que hizo al caer. Ambos nos alejamos y fuimos a parar el fuego, algo pareció detenerse en el ambiente cuando dejó de tocarme. Habían aparecido a los menos quince habitantes más en el lugar mientras nos besábamos pero cuando rompimos el círculo de las velas varios de ellos desaparecieron velozmente.

—Creo que es real. —Dije hojeando nuevamente el libro. —"Postremo lux appropinquans exanimare." ¿Te acuerdas de ese ingrediente que no estábamos seguros su significado? —Ángel que estaba sin polera dentro del círculo nuevamente, me miraba con esa expresión que ya conocía. —Ricardo nos escribió una traducción con asterisco porque no parecía propio del contexto.

Drogas & DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora