El salón de juntas parecía demasiado grande. Las paredes curvas me hacían dudar que mi locura estuviera predominando, y el suelo trasparente hacía una nada que me detenía con firmeza. Caminé a través de un salón solitario y un tanto extraño. Giré a mi alrededor en busca de alguien que me acompañara pero nadie apareció.
Los susurros se hicieron presentes y me llenaron el lugar de un eco insoportable. Me agaché intentando hacer menos la molestia, me tapaba los oídos y hablaba en quejas para hacer callar tan molesto eco.
Aquellas no se callaron, más sentí que se hacían cada vez más fuertes. Grité inconscientemente bañada en frustración, y el sonido cesó. Mis ojos se abrieron con alivio y el pelinegro hizo presencia nuevamente.
Lágrimas de sangre escurrían de sus ojos, la sangre emanaba de su cuerpo por alguna extraña razón. Entré en pánico tras aquella escena. Los dolores en el pecho se volvieron recurrentes y me atacaban a cada segundo. La sangre era excesiva, y recorría cada una de sus extremidades hasta mojar el suelo. La nada.
Pese a ello, su mirada evocaba seriedad. Ningún sentimiento pasó por su rostro, dolor, tristeza, preocupación, desesperación. Nada. ¿Por qué? Estos sueños me atormentaban demasiado, la desesperación me consumía y me carcomían el interior completamente.
Una pequeña sonrisa cruzó por su rostro y bajé mi mirada. Mi ser se heló completo al notar que estaba igual que él, bañada en sangre. El dolor se hizo presente. No pude sostener más mi cuerpo y me derribé en el suelo. El dolor era insoportable y me retorcía en intentos desesperados por apaciguar el calvario. Gritaba y me quejaba, pero no podían escucharme, mis sollozos eran mudos en aquel salón curvo y vacío.
Las voces se hicieron escuchar nuevamente, varias a la vez pronunciaron mi nombre, unas entre susurros, otras entre gritos y algunas más tranquilas.
Todas intentado sobresalir de las demás. Golpearon mi mente y aumentó la frustración.
Maggy, Maggy, Maggy, Maggy ...
...
—Maggy... ¡Maggy!
Salí del trance de golpe y me incorporé a mi entorno. La silueta de alguien cruzó por mis ojos pero lo nublado de mi vista me impidió reconocer de quien se trataba. Parpadee varias veces intentado recuperar la claridad y ahí fue cuando lo vi.
Harry, asustado y con un rostro bañado en preocupación a un costado mio.
—¿Qué... pasó?— pregunté
—¿Cómo que, que pasó? ¡Esa explicación deberías de dármela tú!—
replicó tomándose la frente, intentado calmarse los nervios —llegué y estabas gritando retorciendote en el suelo ¿Qué te sucede?Lo miré estupefacta intentado creer lo que decía, no podía creer que haya reaccionado de esa manera. Sus palabras, aquella declaración me hizo recordar los sueños anteriores ¿habré reaccionado de la misma forma anteriormente?
No hice más que voltear a ver a Harry e intentar tranquilizarlo. No lo culpaba, si hubiera presenciado una escena similar, yo también estaría horrorizada. Además... Sentía que me moría, recordé al agonía del momento y me imaginé a mi misma sufriendo un calvario que creí que sería eterno. La escena debió haber sido demasiado perturbadora.
—Estoy bien...— rompí el silencio intentado aligerar su preocupación—
Te estaba esperando, pero... No lo soporté y me quedé dormida. Tuve una pesadilla.— Fui al grano —Fue solo... una pesadilla.—¿Pues que clase de pesadillas te cargas?
Ante aquello, le mostré una pequeña sonrisa en un rostro afligido. Recordé las escenas. Esos estúpidos sueños, terminaran por matarme de un paro cardíaco.
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Instintos
Teen FictionFormando parte de un gremio de cazadores, Margaret Browning tendrá que enfrentar diversas adversidades que pondrán a prueba su seguridad como cazadora; de las cuales la obligarán a tomar la decisión más difícil de su corta existencia: renunciar a su...