Caminé entre los árboles. La noche era silenciosa por lo que solo se hacía posible escuchar el sonido de las ramas y hojas quebrandose tras mis pasos.
No tenía miedo, me sentía tranquila y curiosa por una noche tan peculiar como esta.
Seguí de paso en paso hasta que llegué a un túnel. Este, exhibía rostros de personas tras sus paredes. Eran de tierra y algunos estaba desgastados y carcomidos por el tiempo.
Me ingresé en el un tanto gacha para no golpear mi cabeza, ya que el tamaño no favorecía mucho para entrar de una manera recta.
Caminé entre las penumbras, guiándome tras el tacto de las paredes con rostros. Rozando mis yemas contra la tierra de aquellos, aportando un poco más de desgaste.
Una luz tenue se hizo llamativa entre las sombras y caminé con curiosidad hacía ella.
Los susurros se hicieron escuchar, y tras el final del túnel, tal y como siempre a permanecido en creencias, La muerte.
La sangre mojó mis pies con diversión. Fui levantando mi mirada y noté que un charco extenso de aquel liquido predominaba en el lugar. Mi mirada fue elevándose a un más hasta que me tope con aquellos ojos carmesí que tanto me ansiaba ver.
De pie, viéndome fijo con su semblante serio típico de él se desangraba justo en mis narices. Un hueco de gran tamaño permanecía de su cuerpo y alimentaba al charco que cada vez crecía más y más.
No había dolor en su rostro solo una mirada vacía. La sangre continuaba. No me explicaba que estaba sucediendo, ¿por qué no hacía algo? Si seguía, seguro moriría.
Me atreví a dar un paso en su auxilio, pero una bala perdida interrumpió mi acción. Su cabeza había sido un blanco acertado. Hilos de sangre descontrolada recorrieron su rostro.
Aquel joven flaqueó y cayó de rodillas ente un mar rojo.
Estaba atónita. Quise gritar, pero las palabras no salieron de mi boca. Su mirada baja y la sangre descomunal que emanaba de su cuerpo entrecortó mi respiración con desesperación.
Ya era tarde. Los disparos se hicieron presentes y acabaron con él, que no hacia más que ceder ante todo. Me rompí en llanto y desesperación.
Los susurros continuaron.
Voltee a mi alrededor y sus siluetas hicieron presencia, sus ojos brillaban como bestias endemoniabas, sedientas de sangre y destrucción. No se movían, solo permanecían de pie observándome fijo. Haciéndome saber que estaba muerta, que siempre lo estuve y no había oportunidad de renacer.
Una pequeña niña se abrió paso entre la multitud, tan sonriente y llena de vida. Se dirigió hacia mí y colocó en mis manos un pequeña piedra color verde parecido a un peridoto. Aquella pequeña desapareció ante mí, tal y como el híbrido había hecho, tras perecer ante mis ojos.
Mi mirada estaba en aquella gema y escuché como las armas cargaban y apuntaban para acabar con el pecado.
xxx
Un fuerte dolor en el pecho me sacó del mundo onírico en el que me encontraba. La cama se había tornado incomoda tras sudar toda la noche. Mi mano temblaba y mi rostro yacía bañado en lágrimas.
Vaya noche.
Me levanté de la cama y recordé aquella experiencia. La pequeña, Nikolas, aquella gema. ¿Qué significa? Respiré ondo repetidas veces intentado tranquilizarme.
¿Qué había sido aquello?
Un escalofrío invadió mi cuerpo tras revivir la escena de la muerte de Nikolas. Un sentimiento de preocupación y miedo se hizo presente. Llevé mi mano al puente de la nariz y negaba con la cabeza, haciéndome a la idea de que eso no podría pasar. Él era más fuerte que todos, era único, era inmortal e invencible, Jamás moriría.
ESTÁS LEYENDO
Instintos
Novela JuvenilFormando parte de un gremio de cazadores, Margaret Browning tendrá que enfrentar diversas adversidades que pondrán a prueba su seguridad como cazadora; de las cuales la obligarán a tomar la decisión más difícil de su corta existencia: renunciar a su...