Amy había insistido repetidas veces en que le dijera que era lo que había dicho Aarón respecto a Joseph, pero me lo guardé. En ese momento, tras el teléfono, no mostré preocupación y actúe normal. Si le decía la tragedia, no estaría tranquila y se hubiese agobiado, ya era suficiente desvelo y cansancio para cargarle con algo mayor. Quería que fuera a casa a descansar y luego, ya en la próxima junta, darle la noticia. No solo había sido Joseph, Lana y Carol víctimas de no se que conflicto, ellos a diferencia de nosotros no lograron librarla con vida . Habían sido tres compañeros, los cuales ya no estarían con nosotros presencialmente. Por lo que el día y el gremio, permanecían de luto.
—La engañaste.—El pelinegro rompió el silencio desde el asiento del copiloto.
—No podía decirle, no en este momento. Sería demasiado para ella.—solté seria y atenta al camino.
—Quiero creer que no estás pensando en hacer presencia en la escena del crimen ¿cierto?
Me giré a él para verlo rápido y volver al manejo.
—Claro que si, necesito estar al pendiente de lo que puedan llegar a necesitar.
Un suspiro de desagrado se escuchó por parte de Nikolas.
—No quiero que vayas.
—Tú no eres nadie para decirme que hacer.— respondí altanera y ya sabiendo lo que estaba por venir, mi estrés fue comenzando a hacerce presente.
—Detén el auto Maggy.
Estaba comenzando a fastidiarse, se sentía, su actitud cada vez se hacía más pesada.
«Él y sus malditos cambios de humor»
—¡Solo déjame actuar y cállate Nikolas!
Un suspiro aún más forzado se escuchó de entre la tensión.
—¡Detén el maldito... AUTO!— ya exasperado, sentí una mirada intimidante.
Me detuve en las orillas.
Seguía con las manos en el volante, viendo fija y perdida hacía el frente, esperando algo de su parte.
—Quiero que vayas a tu casa y descanses.— lo escuché un poco más tranquilo.
—¿Por qué?
—Porque lo necesitas.
Voltee a verlo. Aquel joven de ojos oscuros y piel bronceada me veía al igual que yo.
—¿Cómo me puedes pedir eso con lo que acaba de pasar?— pregunté extrañada.
—Habrá más, pero no podré protegerte si te expones.
Negué con la cabeza ante sus palabras, no podía creer que estuviera pasando esto ¿Él sabía que todo esto pasaría?
—Y ¿Quién diablos te pidió que me protejas? No te necesito, yo solo haré mi trabajo.
Nikolas ante mi terquedad, no le quedó más que dejar salir un gesto de enojo. Sus ojos entrecerrados y aquella mirada iracunda y dominante me carcomían el pecho. Pero estaría firme.
—Haz lo que se te pegue la puta gana.— dijo mientras abría la puerta del auto y salía de él.
Me quedé viéndolo atónita e impresionada por su reacción. Jamás le había escuchado expresarse de esa manera, pero pensar en ello me bastó para que me sintiera molesta con él. Se estaba comportando como un idiota y no lo detendría, realmente esperaba que me dejase sola.
Cerró la puerta tras él pero con el vidrio bajo, se hizo posible el escuchar su último comentario.
—¡Ah! Si vas y sucede algo, no quiero que vengas a llorarme.

ESTÁS LEYENDO
Instintos
Teen FictionFormando parte de un gremio de cazadores, Margaret Browning tendrá que enfrentar diversas adversidades que pondrán a prueba su seguridad como cazadora; de las cuales la obligarán a tomar la decisión más difícil de su corta existencia: renunciar a su...