8.

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No es una buena fiesta para ella.

Ha bebido demasiado.

Demasiado.

Néstor recibe una llamada de su padre y se tiene que ir a mitad de la celebración, así que no ve su estado de embriaguez.

Me encargo de ella con todo el cariño que puedo, la cuido como si fuera mi propia vida y hago que deje de beber.

La llevo a su casa y la dejo dormir en su cama quitándole, al menos, los zapatos de tacón fino.

Sin exagerar, estoy media hora mirándola como un tonto sentado en una silla desde la esquina de su habitación, observando cada pequeña imperfección de su rostro.

Tiene un imperceptible lunar en la mejilla izquierda, muy pequeño, unos pocos centímetros debajo de su ojo.

Sus labios se entreabren cuando sueña y hace unos adorables ruidos cuando está completamente dormida que casi me hacen cometer una locura.

Quiero abrazarla.

Quiero besarla.

Quiero tenerla.

Reacciono a centímetros de sus labios cuando siento su respiración siendo una con la mía.

Entonces, como el cobarde que soy, huyo de esa casa.

Perdóname, mejor amigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora