Perdóname, mejor amigo.

13.

Aquí estoy en mi aburrido horario laboral hasta que llega ella iluminando todo a su paso.

El día está nublado hasta que Katie sonríe y el sol decide acompañarla con sus rayos.

No puedo evitar mirarla pasearse por la tienda mirando todo sin llevarse nada. Se conoce los pasillos mejor que yo.

–Mmm... –Se para frente al mostrador donde estoy mirando al suelo.

–¿Pasa algo? –Nuestras miradas chocan y, cuando muerde su labio con timidez, se estruja mi corazón.

–Gracias por lo de la fiesta. –Murmura. –Y gracias por no decirle a Néstor que había bebido tanto. Es como mi padre o mis hermanos, no le gusta que lo haga. –Rueda los ojos riendo.

–No las des. Haría cualquier cosa por ti. –Asiente sin entender mi situación y sonríe.

–Será nuestro secreto. –Me guiña el ojo y se va, dejándome con unas enormes ganas de correr hacia ella y abrazarla.

Pero hoy solo es otro día más en lo que eso no va a pasar.