40.

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Ya se está haciendo de noche y Katie sigue sentada en el escalón de mi puerta.

Se ha fumado casi el paquete de cigarros entero y su teléfono se quedó sin batería, pero ahí sigue.

No puedo aguantarlo más y me acerco a la puerta intentando que no se oigan mis pasos.

Miro por la mirilla y veo que se está levantando. Se sacude el pantalón de frente a la puerta y se cruza de brazos cambiando el peso a una sola pierna.

–Abre de una vez, Ian, solo quiero hablar contigo. –Dice al aire sabiendo que estoy aquí.

Me mantengo en silencio y alejo el ojo de la puerta.

Me tiembla todo el cuerpo de lo nervioso que me encuentro.

Suspiro con una mano en el picaporte, aguanto las ganas de llorar y abro.

Perdóname, mejor amigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora